Las tecnológicas chinas superan la incertidumbre y recuperan la confianza de los mercados
La relajación de la presión regulatoria interna, la mejora de los resultados y la apuesta por la IA vuelven a colocar a los gigantes del país en el foco inversor
China pisa el acelerador en la carrera por el liderazgo tecnológico
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Iniciar sesiónLas tecnológicas chinas vuelven a mostrar un dinamismo que no se veía desde hace tiempo. Tras unos años marcados por el aumento de la presión regulatoria y la desconfianza de los inversores, 2024 y 2025 han sorprendido con un rebote que las ha llevado a ... niveles que no se registraban desde 2021. La innovación se ha acelerado, la inteligencia artificial ha tomado el liderazgo y el capital ha regresado con menos recelo. Al mismo tiempo, el clima político en el gigante asiático se ha vuelto más receptivo a la inversión privada. En este contexto, China encara 2026 dispuesta a disputar a Estados Unidos el control de las tecnologías de frontera, desde los chips hasta los vehículos eléctricos.
Según Javier Santacruz, profesor del IEB, la recuperación del sector «descansa en la estabilización macroeconómica y en el retorno del país a una fase de expansión». El Gobierno «ha suavizado la presión regulatoria tras la purga de 2021–2023 y los recortes de tipos y los estímulos fiscales han devuelto confianza al mercado», explica. «Ese giro se aprecia en el consumo digital y en los resultados de Alibaba, Tencent o Meituan, cuyos beneficios vuelven a repuntar», añade Santacruz. En los mercados, «muchos inversores actúan como si la etapa más dura hubiera quedado atrás y esa percepción ha alimentado la recuperación bursátil», señala.
Entre los hechos que han cambiado la percepción del mercado «destaca la reunión de febrero entre Pekín y los grandes grupos digitales», explica Javier Cabrera, analista de mercado. El encuentro simbolizó un acercamiento tras años de fricción y coincidió con la reaparición pública de Jack Ma, «lo que devolvió visibilidad a una figura que había desaparecido durante el periodo de tensión», añade. A ese escenario se sumó el impulso generado por DeepSeek, «cuyo lanzamiento proyectó la inteligencia artificial china al escaparate global y actuó como catalizador para todo el sector», comenta Cabrera. A eso se añadía que las valoraciones seguían por debajo de las estadounidenses, «un diferencial que reforzó el atractivo de estas compañías», señala.
La economía china mantiene el ritmo pese a la tensión global
Jaime SantirsoEl PIB creció un 4,8% en el tercer trimestre, según cifras oficiales, mientras el régimen ultima el nuevo plan quinquenal
Para Sandra Infante, directora de la feria de transformación digital Digital Enterprise Show, las tecnológicas chinas «atraviesan una etapa de madurez que ha ampliado de forma notable su ámbito de actuación». Ya no se limitan al ecommerce o a las redes sociales y compiten en tecnologías de base como la inteligencia artificial, los chips, la robótica o los vehículos eléctricos. «Esa evolución obedece tanto a la madurez del sector como a la presión arancelaria de Estados Unidos, que ha impulsado estrategias exteriores más sofisticadas», explica. Las compañías buscan ahora crecer exportando ecosistemas completos y soluciones end-to-end. Huawei encarna esa ambición con sus chips Ascend de inteligencia artificial, señala Infante.
Desde una perspectiva estratégica, Massimo Cermelli, profesor de Deusto Business School, sitúa la inteligencia artificial como el sector de mayor recorrido, respaldada por un fuerte apoyo estatal en investigación, talento e infraestructuras. Por detrás se encuentran los semiconductores, un mercado global en expansión en el que China quiere ganar peso. Los vehículos eléctricos y las baterías ocupan la tercera posición, un ámbito donde el país ya actúa como líder y exportador, añade Cermelli. La biotecnología cierra el grupo de mayor crecimiento, impulsada por el envejecimiento de la población y por un consumo de salud cada vez más elevado, señala.
Fuertes avances
La llamada segunda ola tecnológica china se está articulando en torno a la inteligencia artificial aplicada a empresas, la automatización y los modelos generativos propios, apunta Santacruz, del IEB. Ese avance «convive con el desarrollo de chips nacionales y con la inversión en fundiciones locales para sortear las restricciones de Washington. A la vez, avanzan con fuerza el cloud computing y los servicios financieros digitales, impulsados por la digitalización del tejido empresarial», añade el profesor.
En Asia la integración de inteligencia artificial en sectores como la banca o la salud avanza con rapidez, señala Amadeo Alerton, gestor de inversiones de renta variable sistemática en Jupiter AM. China también progresa en tecnologías punteras y en la automatización que sustenta el desarrollo de los vehículos eléctricos, un terreno donde la adopción de IA se acelera. Este experto describe un escenario de rivalidad «cada vez más definida entre China y Estados Unidos, con un sector tecnológico en plena transformación y avances rápidos en inteligencia artificial». Pide, sin embargo, evitar lecturas eufóricas, ya que «algunas valoraciones están muy elevadas y los ciclos de mercado –recuerda– nunca desaparecen. Por ese motivo, Alerton insiste en diversificar por sectores y geografías, mantener una visión amplia y estar atento a los cambios estructurales que pueden abrir oportunidades fuera del foco habitual.
El tamaño importa
El tamaño del mercado chino, explica Gastón Fornés, profesor de EAE Business School, sigue siendo «una de las grandes ventajas competitivas del país. Se trata de un entorno inmenso y relativamente cerrado, donde las empresas pueden probar, ajustar y escalar productos antes de llevarlos al exterior». Esa escala, dice Fornés, ayuda además a reducir los costes de producción y facilita precios competitivos en mercados menos desarrollados del Sur Global. Cerca del 30% de las ventas procede ya de fuera de China, «aunque el consumo doméstico todavía está lejos de los niveles europeos o estadounidenses, de modo que queda margen para seguir creciendo» indica el profesor.
Cermelli, de Deusto Business School, sostiene que el mercado interno continúa siendo el motor principal del sector, aunque el impulso exterior gana fuerza en regiones como Asia, Oriente Medio, África y América Latina. Vehículos eléctricos, hardware, telecos y la app economy destacan entre los segmentos donde las compañías chinas avanzan con más dinamismo fuera de sus fronteras. Pese a ello, en Estados Unidos y Europa se topan con un muro político que frena su expansión y marca los límites de su competitividad en Occidente. El economista subraya que la madurez y la capacidad de innovación del sector siguen reforzando su presencia internacional.
Bruno Lamoral, gestor de carteras de mandatos institucionales en DPAM, subraya que China está redibujando el equilibrio energético global con nuevas alianzas estratégicas, como el gasoducto de 3.000 kilómetros acordado con Rusia. «La seguridad energética es clave para sostener la ambición del país en inteligencia artificial generativa, y la producción eléctrica casi se ha duplicado en la última década», recuerda Lamoral. Pekín también avanza con fuerza en energía eólica, solar y nuclear, hasta convertir una antigua debilidad en una ventaja estratégica. En paralelo, refuerza su control sobre los materiales críticos, un ámbito donde puede presionar sectores sensibles para Estados Unidos, incluida la alta tecnología y la defensa. Esa dinámica, advierte, podría tensar aún más la geopolítica de aquí a 2026.
Rebajar la euforia
«La perspectiva para 2026 es de un crecimiento más contenido y de un mercado menos eufórico», dice Cabrera. La economía del país seguirá creciendo, pero lo hará a un ritmo más lento, lo que obligará a las compañías a elevar la inversión en centros de datos y en activos fijos para sostener su impulso, señala.
Los inversores, además, siguen siendo más exigentes con China que con Estados Unidos, una percepción que condiciona el comportamiento del mercado. En última instancia, añade Cabrera, «será el tono del Gobierno y las señales regulatorias las que determinen si el sector mantiene la confianza internacional o encara una nueva fase de corrección.
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