Las startups españolas que hacen tangible la revolución cuántica
Pese a que aún está lejos de los líderes, nuestro país toma posiciones en el mapa europeo de la nueva gran disrupción de la mano del emprendimiento innovador
Los ordenadores cuánticos, aún imperfectos, ya pueden hacer tareas imposibles para el mejor superordenador clásico
Madrid
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Iniciar sesiónLas tecnologías cuánticas están llamadas a transformar el mundo tal y como lo conocemos. Se les presupone un potencial asombroso en multitud de sectores y aunque se encuentran todavía en un estado incipiente, lo que parece indiscutible es que son el futuro. Algunos de ... los gigantes tecnológicos estadounidenses como Google o IBM están realizando importantes inversiones para liderar este ámbito tan prometedor, pero no están solos.
En la carrera también participan un puñado de spin-off y startups, que gracias a su alta especialización y la mayor agilidad propia de su tamaño se han hecho un hueco en un mercado, el de la tecnología cuántica, al que la consultora Mckinsey pronostica un valor potencial de 106.000 millones de dólares en 2040. En un horizonte más cercano, de aquí a 2035, el impacto económico de la computación cuántica se estima entre los 620.000 millones y los 1,27 billones de dólares, solo para las industrias de química, finanzas, ciencias de la vida y automoción. Si bien dentro del continente europeo son otros los que han tomado la delantera en este terreno, nuestro país trata de recuperar posiciones exprimiendo sus mayores bazas: los centros de investigación de alto nivel distribuidos por todo el territorio y el número creciente de emprendedores innovadores que luchan por hacer triunfar sus ideas.
Quantum Spain es una de las iniciativas españolas que tienen como objetivo impulsar el ecosistema nacional. Iniciada en 2021 y prevista hasta 2025, con una dotación económica de 22 millones de euros, contempla entre sus líneas de actuación la construcción del primer ordenador cuántico del sur de Europa, que se ubicará en el Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS). El contrato para la instalación del equipo se asignó a la UTE formada por dos empresas patrias, GMV y Qilimanjaro Quantum Tech, esta última una spin-off de la Universidad de Barcelona, el BSC-CNS y el Instituto de Física de Altas Energías de Barcelona, que se fundó en 2019 y que desde entonces ya ha facturado más de diez millones de euros. Esta misma semana, la compañía ha añadido un nuevo hito a su trayectoria, al haber sido reconocida con los 4YFN Awards 2024.
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«Nacimos con la intención de ser la primera compañía de computación cuántica 'full stack' de España, lo que significa que diseñamos los algoritmos, el software y el hardware», comenta Marta P. Estarellas, CEO de la firma, que en julio completó la primera entrega prevista en el contrato, que consistió en dar acceso al BSC-CNS a un chip de cinco qubits superconductores, por medio de lo que se llama Quantum-as-a-Service (QaaS), es decir, la conexión remota a las instalaciones de Qilimanjaro en el laboratorio de Quantum Computing Technology del Instituto de Física de Altas Energías de Barcelona, vía la nube a través del software Qibo. En el extranjero, la empresa ha entregado el primer ordenador cuántico de los Emiratos Árabes.
Conseguir clientes, explica Estarellas, es relativamente sencillo por el interés que existe por parte de los equipos de innovación de las grandes multinacionales. «Somos sinceros sobre cómo está el estado del arte, aclarando que va a ser una auténtica revolución tecnológica, pero que aún no estamos allí. Analizamos las problemáticas de cada cliente para hacerle una propuesta de algoritmo cuántico que puede ejecutarse ahora o dentro de años, depende de cómo esté el hardware desarrollado y cuáles sean las capacidades actuales de las soluciones disponibles», explica. En lo que respecta a financiación, en 2023 cerraron su primera ronda, en la que entraron, entre otros, Repsol Ventures o el ICO a través de su gestora Axis. Para la serie A que preparan, están buscando sobre todo inversores internacionales porque «a nivel nacional cuesta un poco más levantar estas rondas».
En la competición por el desarrollo de estos servicios disruptivos, Estarellas alerta de que vecinos europeos como Alemania o Francia miran a España por el retrovisor. «Aquí cada vez hay más apoyo institucional, pero nos queda camino por recorrer», sintetiza, remarcando que es mucho lo que hay en juego. «Es importante mirar más allá de lo que nos da solución ahora y empezar a tener una visión estratégica de cómo queremos estar dentro de cinco o diez años. La gente ve la cuántica como muy lejana, pero tal vez sea ahora el momento de invertir y mirar a esta tecnología para ser competitivos, evitando que nos pase como con la crisis de los chips, que somos dependientes de terceros», advierte.
Esta sensación es compartida por Carlos Abellan, el CEO de Quside, salida del Instituto de Ciencias Fotónicas, para quien la voluntad de país es la correcta, pero el nivel de financiación es menor que el de otros lugares. En su opinión, al tratarse de tecnologías en las que el 'time to market' (el tiempo desde que se concibe un producto hasta que se pone a disposición de los clientes) es tan largo, el sector público es un agente clave. Muchas de estas empresas, como la propia Quisde, salen adelante en sus estadios incipientes gracias a los fondos públicos: «Hablamos de inversiones a largo plazo que quizá el mercado privado no está listo para cubrir porque el retorno de la inversión se vislumbra lejano, por lo que el rol del sector público es fundamental. Como no hagamos estas inversiones, después no podremos competir con quienes llevan diez o quince años apostando».
Lo que no nos falta es talento. «Contamos con universidades e investigadores muy buenos y hay startups en casi todos los sectores de la cuántica, lo que nos convierte en un ecosistema muy potente», defiende. La propuesta de la firma, que emplea a casi medio centenar de personas, se basa en la generación de soluciones de aleatoriedad. «Explotamos los principios cuánticos para generar números aleatorios de alta calidad para luego integrarlo con nuestros clientes. Así conseguimos dos cosas: en criptografía ayudarles a lograr sistemas más seguros y, en el caso de la computación, desarrollar soluciones que mejorando todo el tema de la aleatoriedad sean más eficientes computacionalmente (es decir, que consuman menos energía) y tengan mejores prestaciones a nivel de velocidad», detalla el consejero delegado.
Tras un lustro de I+D en el Instituto de Ciencias Fotónicas, la empresa saltó al mercado en 2017 y empezó a operar un año después. En junio de 2023 anunció una serie A en la que captó más de diez millones de euros. «Nuestra actividad principal se concentra en Europa y Estados Unidos, aunque el peso de España va a crecer este año en facturación», indica Abellan.
Otro de los actores fuertes de la industria es el de la startup Multiverse Computing, fundada en 2019, que tiene su sede en San Sebastián y cuenta con sucursales en Toronto, París y Múnich. Con un equipo de 130 profesionales, aplica soluciones cuánticas y de inspiración cuántica para abordar problemas complejos en los sectores de las finanzas, la banca, la fabricación, la energía y la ciberseguridad, con el fin de aportar valor hoy y hacer posible una economía más resistente y próspera. Recientemente ha recibido el galardón 'Future Unicorn 2024' de la patronal DigitalEurope en reconocimiento a su potencial para ser valorada en 1.000 millones de dólares.
Estas 'deep tech' españolas que desarrollan soluciones relacionadas con la cuántica son trascendentales para el país porque toman riesgos con los que pocos se atreven, en una tecnología que marcará un punto de inflexión en la sociedad. «Tienen un gran papel para dinamizar la adopción de la tecnología en dos frentes», comienza por señalar Elena Yndurain, profesora de IE University y experta en tecnologías emergentes. Uno es que se pueden especializar en un nicho concreto (finanzas o seguridad cuántica, por ejemplo), generando un conocimiento mayor. «Por otro lado, pueden ser más ágiles porque no tienen una operativa de empresa grande y, además, están enfocadas a hacer que la cuántica funcione sí o sí. En las grandes tecnológicas, en cambio, la cuántica es una parte más del portfolio», señala.
De las spin-off, resalta que su valor diferencial es el talento. «Al venir de los centros de investigación cuentan con personas que tienen un conocimiento muy profundo de cómo funcionan estas tecnologías, algo esencial porque estamos en un momento emergente en el que la curva de aprendizaje es bastante empinada», subraya la profesora, que destaca el prestigio de los centros de investigación del país, así como la mayor vocación emprendedora que se percibe entre los investigadores.
Transferencia
Es el caso de Q-Dynamics, fruto del trabajo de cinco investigadores del CSIC que, tras ganar el concurso EBTon organizado por dicha institución, se animaron a montar la empresa. Esto ocurrió en octubre, por lo que acaban de aterrizar en el mercado. «Tenemos unos activos de propiedad intelectual que son del CSIC y ahora hay que licenciarlos, los que se consideren, a la spin-off. Estamos en ese proceso», comenta Verónica Fernández Mármol, una de las socias cofundadoras y científica titular del CSIC, que piensa que las compañías emergentes de base innovadora son fundamentales porque contribuyen a que la investigación básica madure y pueda pasar al sector industrial. «Además, suelen trabajar en colaboración con las grandes empresas, algo muy importante para que esos avances lleguen a la sociedad», añade.
Su solución se basa en un hardware que se conecta en la red de internet, en nodos que pueden ser, por ejemplo, bancos, administraciones públicas o gobiernos, y que encripta la información de manera totalmente segura utilizando lo que se conoce como la distribución cuántica de clave. «Es un mecanismo resistente ante cualquier ataque que explote la capacidad de cómputo, como pueden ser los ataques que se van a generar con la computación cuántica», precisa Fernández Mármol. «Si bien no se cree que todavía exista un ordenador cuántico suficientemente maduro para que esto suceda, algunas estimaciones hablan de un horizonte de menos de cinco años, por lo que hay que protegerse», asegura. La empresa ya se plantea la búsqueda de programas que financian ayudas para spin-off, como Neotec, sin renunciar a la financiación privada, que consideran clave para dinamizar cualquier empresa: «Al ser tecnologías cuánticas, que tienen unas perspectivas de futuro bastante buenas, esperamos encontrar inversores interesados».
Espacio de mejora
La innovación española sigue su curso e invita al optimismo, si bien para fortalecer el ecosistema nacional, habría que resolver varias asignaturas pendientes. De acuerdo a Elena Yndurain (IE University), «hay que invertir a largo plazo cantidades mayores y sin esperar un retorno inmediato de la inversión porque en estas tecnologías se tarda. Tampoco pretender que todo lo que se invierte vaya a ser exitoso». Lamenta que el proyecto CUCO, por ejemplo, una muestra de colaboración público-privada (el consorcio lo forman seis empresas, cinco centros de investigación y una universidad pública), subvencionado por el CDTI y apoyado por el Ministerio de Ciencia e Innovación bajo el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, tenga una duración de tres años.
También echa en falta un programa nacional cuántico. «Estados Unidos, Francia o Reino Unido sí lo tienen y con bastante dinero», compara. Los grandes referentes europeos, dice, son Alemania, Reino Unido y Países Bajos.
A pesar de los desafíos por superar, la innovación se abre paso en las empresas emergentes de nuestro país, que ya dibujan el futuro de la tecnología cuántica, una revolución en pañales que dejará una impronta imborrable en la economía.
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