Las alianzas público-privadas llevan la supercomputación cuántica al siguiente nivel

Esta revolución se está acelerando en España impulsada por la colaboración público-privada. Hace unos días se anunció que IBM ha elegido San Sebastián para instalar el año que viene su sexto ordenador cuántico en el mundo. Y el Centro de Supercomputación de Galicia (Cesga) también ha contratado a Fujitsu para desarrollar otro ordenador cuántico antes de que acabe el año. En esta carrera, ya se anunció hace unas semanas el proyecto, también para este año, del que será el primer ordenador cuántico del sur de Europa, en el Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS).

Esta nueva infraestructura estará a disposición de la comunidad investigadora, empresas y organismos públicos para poder desarrollar aplicaciones de IA con el objetivo principal de crear un ecosistema de computación cuántica sólido en España. Para ello, se ha creado una UTE (Unión Temporal de Empresas) formada por Qilimanjaro y por el grupo multinacional español GMV. La iniciativa forma parte del proyecto Quantum Spain, impulsado por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, a través de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial (Sedia). Un paso, como declaró la secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial Carme Artigas, «sin precedentes para crear un ecosistema en España atractivo para el talento y la inversión. Una apuesta de futuro que permitirá fortalecer el desarrollo tecnológico e industrial en España y crear empleo de alta cualificación, uno de nuestros grandes objetivos».

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La financiación de los fondos Next Generation (dentro del programa España Digital 2026 y la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial-ENIA), permitirá trabajar en un entorno integrado en el 'superordenador' MareNostrum 5, el más potente de España y entre los más avanzados de Europa y del mundo. Operativo desde julio, este despliegue permitirá avanzar, como se destacó durante la presentación, «en múltiples aplicaciones académicas, un paso más hacia las capacidades exaescala, la próxima frontera de la supercomputación». Una relevante aportación que se suma a los 25 centros (en 14 CC.AA.) que forman parte de la Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial de la agenda España Digital 2026, integrados en la Red Española de Supercomputación (RES), que coordina el BSC-CNS.

Todo un hito científico-tecnológico, ya que España ha sido seleccionada por el consorcio de supercomputación de la Unión Europea, European High Performance Computing Joint Undertaking (EuroHPC JU), junto a otros cinco países europeos, en una acción cuyo coste ascenderá a 12,5 millones de euros, cofinanciados al 50% por la UE y por el gobierno español. Como destaca Alba Cervera, investigadora del BSC y coordinadora del proyecto: «Quantum Spain, que se alinea con propuestas similares europeas y globales, permitirá a España disponer de un espacio público con una tecnología emergente. El nuevo ordenador cuántico será el primero en nuestro país en estar a disposición de los usuarios y se espera que sea utilizado de manera transversal por investigadores y por empresas, añadiendo nuevas capacidades a la Red Española de Supercomputación y contribuyendo a la estrategia europea de soberanía digital».

Desde GMV señalan, por su parte, cómo «la participación y desarrollo de proyectos en el marco de las tecnologías cuánticas es esencial para asegurar y reforzar el I+D+i en Industrias Claves que vertebran y potencian el tejido industrial español». Estas tecnologías permitirán avances significativos en el desarrollo de técnicas y algoritmos más eficientes que, como subrayan desde la compañía, «mejorarán la resolución de problemas reales de la Industria incrementando su competitividad. Igualmente, estas actividades permiten asentar el desarrollo de una industria cuántica Europea garantizando el esfuerzo continuado en su mejora continua», explica Jose María Legido, International Markets Director at GMV Secure eSolutions.

No se trata de sustituir la computación actual, sino de complementarla, potenciarla, y en ello consistirá la aportación de GMV: «Nuestro ADN propio de empresa tecnológica en sectores claves como Espacio o Defensa, ha propiciado siempre una inversión en I+D+i constante, prestando una especial atención al desarrollo de las tecnologías cuánticas en el marco europeo como hilo conductor para el desarrollo de soluciones de valor construidas sobre estas tecnologías», asegura Legido.

Un entorno en el que la aportación de Qilimanjaro supondrá otra indudable ventaja competitiva (una de las cinco startups a nivel mundial con potencial para influir en la industria de la computación cuántica, según el informe 'StartUs Insights 2022'). Y con mucho trabajo por delante, como indica Canivell: «Habrá que crear hardware y software diferentes para responder a las limitaciones de la computación convencional, ya que la tecnología cuántica permite ir más allá del límite de los nanómetros». Un amplísimo rango de posibilidades (propios, casi, de ciencia ficción) a partir del átomo, que permitirán, por ejemplo, superar el 'muro' de la posibilidad de integrar transistores en un chip de ordenador, que se suma a otra gran ventaja: la aportación al desarrollo sostenible en la era de los 'qubits' (o quantum bits), ya que se producirá un considerable ahorro de energía en los procesos.

La próxima generación de ordenadores cuánticos dispondrá, si se cumplen las previsiones, del primer chip cuántico en el segundo trimestre de 2023 en las instalaciones de Qilimanjaro. Una de las llaves de la puerta del futuro, que permitirá realizar avances inimaginables hace solo unos años y que se enfrenta al reto de la nueva criptografía: si en los relatos de superhéroes se comentaba que «todo poder conlleva una responsabilidad», este inmenso despliegue de supercomputación puede hacer saltar por los aires la seguridad informática. Por supuesto, ya se está trabajando en ello, dentro de un nuevo paradigma que puede suponer la mayor transferencia tecnológica a la sociedad de las últimas décadas.