con permiso
Operación 'Engatusar a los empresarios'
Acallar a los empresarios es la prioridad de Sánchez para dar apariencia de normalidad en el exterior, donde a los insultos a Israel, a la inseguridad fiscal y a las trolas de Bolaños se las llama por su nombre
Las agencias bajan la calificación a un país incalificable (19/112023)
La SEPI, otro ladrillo para el muro de Sánchez (26/11/2023)
Madrid
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónSánchez trata de mantener tantos platos en el aire que resulta misión imposible hasta para un malabarista pertinaz como él. Todo es urgente de sofocar en un Gobierno en llamas y patas arriba, pero acallar a los empresarios es la prioridad para dar apariencia de ... normalidad fuera de nuestras fronteras, donde a los insultos a Israel, a la inseguridad fiscal y a las trolas de Félix Bolaños se las sigue llamando por su nombre.
La mentira y la estupidez suelen venir en grupo. Los cambios de opinión, también. El sanchismo es un estado mental construido en el aire. A un escalón de aire le sigue un peldaño de nada y al final, tarde o temprano, todo termina estrellado contra el suelo y en sonoro descalabro. La amnistía, el acoso a los jueces, el ataque a la Constitución, la sumisión a Marruecos, la afrenta a Israel y el asalto a las empresas son demasiados platos girando a la vez en la pista central del circo en que Pedro Sánchez ha convertido España. A estas alturas no sabrá cómo ha llegado a este punto de colapso virtuoso pero podría resumirse en la costumbre de corregir un error con otro. Así ha obrado en el lustro que lleva al frente del Ejecutivo. Cinco años que parecen cincuenta y que seguro que es por eso por lo que el nuevo ministro de Cultura, un tal Ernest Urtasun, ha confundido con un lustro. Así está la cosa.
A Sánchez le ha debido de dar vértigo pensar el efecto multiplicador de las quejas de las grandes empresas en el exterior y sus efectos en la financiación del capital de un país endeudado hasta las cachas. Y no digamos cuando por la noche, al apagar la lamparita de la mesilla, piense que el Gobierno de Israel es el inventor y propietario del temido Pegasus, ese programa para espiar las comunicaciones por el que las malas lenguas dicen que Sánchez cambió repentinamente su criterio sobre el Sahara. Aunque para la veleidad tampoco necesita este hombre demasiada justificación. El caso es que se ha propuesto ir desenredando líos y, empezando por el final, ha decidido acercarse a los empresarios y a Israel. En ambos casos la táctica es la misma: cara de no haber roto un plato, retórica flácida y gramática parda, como aquel chaval llamado Steve Urkel que hizo las delicias de millones de adolescentes con su frase: «¿He sido yo?», con la que pretendía arreglarlo todo.
El caso es que Sánchez ha empezado a reunirse con los mandamases del Ibex 35. Unas veces con encuentros radiados, como los de Florentino Pérez e Isidro Fainé, y otros con citas menos confesables –con Juan Roig el mismo día que Fainé pero por la mañana– y conversaciones telefónicas con las que ir poniendo los mimbres para empezar el año con un gran acto de aplaudidores en favor de 'Su Sanchidad'. Aún están verdes las uvas, y más tras el estacazo de Josu Jon Imaz y Antonio Brufau por colleras y gustándose, como los toreros, advirtiendo de que se llevarán sus inversiones fuera de España siguiendo los pasos de Ferrovial, compañía cuyo nombre aún es tabú en La Moncloa. Sánchez hace de Sánchez y de la virtud necesidad cuando les explica a unos y a otros que le han malinterpretado, que él nunca quiso asaltar consejos como tampoco forzará la vuelta de grandes compañías a Cataluña. Total, si él tampoco habló nunca de levantar un muro…
Sánchez sabe que este incendio colosal que ha prendido le va a condicionar sus paseos en Falcon por Europa –ya ven el desmentido del comisario Reynders tras las bolas de Bolaños–, como tampoco será bien recibido en EE.UU. después de insultar a Netanyahu, ni sonreído por una Alemania y Francia donde las infamias contra el pueblo hebreo son palabras mayores. Y sabe todo esto Sánchez porque no ha sido casual. Dijo lo que dijo porque quiso, porque necesitaba disimular las costuras de su unión con Podemos a cuenta de Palestina, y terminó aplaudido por Hamás. Muy edificante.
El sanchismo necesita blanquearse con sus acercamientos a la CEOE –ahí está Antonio Garamendi, haciendo lo que puede– y a la gran empresa a toda velocidad, y puede que así alcance la orilla del nuevo año y se presente en Davos no como el enemigo de la iniciativa privada, sino como el hijo pródigo que vuelve al redil del capitalismo tras hacer las paces con unos pocos. Luego, ya habrá tiempo de hacérselo pagar a todos y ocupar sus poltronas con obediencias renovadas. ¡Menudo es él! Que se lo digan a Rafael del Pino o a la cúpula de Repsol. Por cierto, ¿que fue de Sánchez Galán? De momento, hechos, que las palabra se las lleva el viento. Iberdrola, a su aire, se refuerza en Reino Unido con inversiones de 13.800 millones en los próximos cuatro años. También pueden hablar con el anterior consejo de Indra. O mejor aún con el nuevo, y preguntar al grupo Escribano, ese hasta hace nada taller mecánico de Coslada que ahora luce como una cuasi 'big tech' y que la casualidad ha querido que esta misma semana mientras anunciaba controlar ya un 8% de Indra vía JP Morgan se adjudicaba otro contrato de Defensa por valor de 17 millones y con candidatura única. ¿Casualidad o causalidad? Yo no creo en las casualidades...
Y tras avisos continuados de Bruselas para publicar obligatoriamente la lista de los cien mayores receptores de los fondos europeos, Economía se dignó a hacerlo. El 60% para el sector público. Todo para la saca. PSOE S.A. en vena. Y Adif, el gestor de las infraestructuras ferroviarias, dependiente de Transportes (en el número tres de la lista, por cierto), como el gran beneficiado, con el 50% del total. Lo gordo para tapar los desastres de las empresas públicas. Europa pagando la fiesta sanchista. En fin...
Después, vendrá el apaciguamiento con Israel, que con la misma que hoy maltrata a Netanyahu con una diplomacia de chaqueta de pana, mañana no titubeará en calificarle de mejor amigo. Todo sea por Pegasus y pelillos a la mar. Por cierto, a Pegaso en la mitología griega lo montaba Belerofonte, que encarna el defecto de la excesiva ambición. Se pasó de listo y acabó precipitado al vacío condenado a vagar apartado del resto del mundo toda su vida. La historia se repite primero como tragedia y después como farsa.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete