Con Permiso

Bruselas no paga cambiadores de opinión

¿Tú también, Úrsula? El sanchismo no termina de creerse cómo desde la Comisión Europea le han dado la puntilla en solo unas horas y con las elecciones en caliente con sendos desmentidos que tumban una forma de entender la economía, la política y la vida, en general

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el canciller, Olaf Scholz efe

El mayor logro de la acción propagandista del sanchismo durante los últimos cinco años ha sido el de hacernos creer que toda la reputación que perdía en España la recuperaba en Bruselas. Pedro Sánchez y sus trompeteros construyeron una entelequia sobre ... el prestigio del resiliente del Gobierno allende nuestras fronteras. A golpe de titular y sonrisa impostada, se nos hizo comulgar con el mito de un europeísta nato, un político de fuste entre Schuman y Kissinger, un incomprendido por el pérfido españolito envidioso y corto de miras que a cambio de no ser profeta en su tierra era la admiración entre las élites foráneas. Todo eso y más nos quisieron hacer pensar los tropecientos satélites artificiales a sueldo de La Moncloa y del que pague, que ya se sabe que el paniaguado no es de donde nace sino de donde pace.

Y ha resultado que en apenas cuarenta y ocho horas se han venido abajo los castillos en el aire de un régimen pernicioso para la verdad y el criterio juicioso. Un engaño necesita siempre muchos otros y por eso el proyecto sanchista barrosista construido en el aire se precipitó súbitamente al suelo hasta hacer añicos las ambiciones de quienes han confundido lo público con lo privado y viceversa. Sólo dos comunicados necesitaron los funcionarios de la Comisión Europea para poner a Sánchez y su Ejecutivo en su sitio, que es el de la mediocridad y la falta de juicio, inmunes a la vergüenza torera y a ir de frente, en corto y por derecho.

Con zapatillas atornilladas y muleta para delante Sánchez había encontrado en Bruselas un hombro amigo en el que consolarse cuando estaba de capa caída en España tras hacer alguna de las suyas: pactos con los bilduetarras, indultos a los sediciosos, meter al comunismo en el Gobierno o atacar a empresas y empresarios. Y todo sin mancharse el traje y cambiando la seda por el percal. Ni un quite perdía el prenda. Sánchez corría al burladero europeo como tantas veces, pero esta le ha cogido un marrajo tobillero. Primero, un doble desmentido sobre unas supuestas declaraciones de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, contra el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. Después vino otro castigo, el pase de la firma con el reconocimiento de que sí se ha acordado el compromiso de cobrar por usar las autovías españolas desde el año próximo.

Von der Leyen ha olido a sangre y ha corrido a apartarse de Sánchez. Esta vez no calibró bien la alegre trompetería sanchista y puso a la presidenta comunitaria en la necesidad de romper amarras. No es por ti, es por mí, faltó añadir en un comunicado que tiene boquiabiertos por su dureza a los rubios funcionarios de Bruselas, que no pasarán a la posteridad por ser explícitos ni ejecutivos. Salvo esta vez.

Me imagino que el director de la DGT, entre campaña intimidante y persecución por nuestra seguridad, estará estos días metido debajo de una carretilla de obra pensando que por qué tuvo que autodesmentirse si dijo la verdad sobre los peajes que se nos vienen encima. En 2022, el Estado recaudó más de 39.000 millones en concepto de impuestos al automóvil, según la patronal Anfac, un 13% más que el ejercicio anterior. A esta cifra habrá que sumar ahora los dineros de circular por autovías, cantidad sin la cual la Comisión no habría liberado el siguiente paquete de fondos europeos, que esperan los rómulos y remos sanchistas para ser amamantados a toda prisa.

En lo que nadie va a desmentir a este Ejecutivo sociocomunista es en el enchufismo 'last minute', que entre plancha y plancha y vídeos de gatitos para neuronas disfóricas, también tiene tiempo de colocar a más de uno y de dos de sus afines con la fuerza que da repartir cargos a golpe de BOE. En concreto el ministro de Seguridad Sociedad, José Luis Escrivá, y la vicepresidenta Yolanda Díaz el viernes, a tan sólo 48 horas de las elecciones, repartieron entre los suyos cargos en Iberoamérica con pluses salariales de hasta 22.000 euros (en Consejerías de Trabajo en el exterior, puestos en la Agencia Espacial –supongo que para investigar ese insondable infinito que no le cabe en la cabeza a Zapatero–, y también en la UE, todos ellos a dedo, entre los nuevos destinos de libre designación), y en países como Brasil, Ecuador, Venezuela o Marruecos... Saquen sus conclusiones, yo ya lo he hecho.

Lo dicho, Bruselas ya ha emitido su voto a distancia sobre el futuro de España. En estas cosas no suelen fallar estos funcionarios pata negra, que tienen un sexto sentido para detectar dónde doblan los vientos y a qué árbol arrimarse. La economía y la empresa admiten pocos cambios de opinión y mucho menos realidades dinámicas de esas con las que el sanchismo explica ahora sus trolas. Ya sabemos bien lo que opina Sánchez o los Botín, Galán, Roig, Ortega… Hoy es el día de decir lo que opinamos los demás del sanchismo. Y de facilitarles una buena realidad dinámica.

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