Pleno empleo... público

Eso sí, el sanchismo además de poner caras, hacer muecas y decir que el que miente es siempre el otro, es un campeón en la creación de empleo... pero público. Hace unos días y por decreto, al mejor estilo autocrático, el Consejo de Ministros aprobó una oferta pública para cubrir 40.000 nuevas plazas para trabajar en la Administración del Estado, la mayor convocatoria de la historia. Esta enorme bolsa de funcionarios en ciernes coincide, además, con los intentos a la carrera de crear nuevas posiciones de última hora en organismos como RTVE, donde su presidenta, Elena Sánchez, parece que ya no sabe cómo hacerlo para colocar a los más de mil compadres previstos para el Ente. Además de no publicar los calendarios de las pruebas, requisitos como tener al menos un año de experiencia en el grupo 1 para presentarse en el turno libre, convierten estas pruebas de acceso a la función pública en un traje a medida para los amiguetes, que se avecina una travesía por el desierto y las penas con pan son menos. Cualquier día nos informan de que Julia Otero renueva temporada de la mano de Contreras y que Gabilondo se hace con otro documental de esos que verán, por lo menos, esos mil nuevos empleados.

Lo dicho, el PSOE está siendo una máquina de enchufar. En eso da igual la legislatura o la corriente conductiva que, en política, sea cual sea el color o el líder, es tradición. Es el final de lo anterior y el comienzo de lo mismo. Esta vez, al menos, el PP parece que ha abierto el ojo y al igual que denuncia que nos dejan como herencia universal un peaje de las autovías, ha encargado junto a la macroauditoría de la España de 2023 un informe de situación sobre dónde están los tapados de Pedro Sánchez, cuáles son sus guaridas laborales, cuánto se llevan crudo y a quién o quiénes le deben el carguito, que hay mucho tiralevitas que ya le ofrece a Núñez Feijóo lo que hasta ahora aseguraba a Sánchez y a Zapatero. Sin despeinarse ni inmutarse. Y póngame a los pies de su señora, por favor. ¡Qué tíos, oiga!

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Gregoria Caro

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Sánchez promete alegremente el pleno empleo si vuelve a gobernar. Ya habrá tiempo para un cambio de opinión, pensará, porque ha descubierto el Tribunal de la Rota de los principios morales, donde basta decir que se hizo una reserva mental para justificar lo injustificable, hacer borrón y cuenta nueva y seguir tan pichi. Los políticos, como Shakira, ya no lloran; ahora facturan. Que le pregunten a Zapatero, el niño de Huawei. Sin duda se debe referir al pleno empleo público, a una suerte de «todos los míos colocados», que para eso tiene a los mejores y no le sobra ni uno. Vaya que no. Casi el 20% de los ocupados en España es funcionario; dos de cada diez para que no echen cuentas con estos calores. Pocos le deben parecer al Gobierno a cuenta de sus últimos movimientos y como quien miente una miente ciento pues ahora dice que también va a pasar a la historia de España como el hombre que acabó con el paro. ¡Menudo es él!

Convendría que antes de arreglar el mundo, Sánchez y sus susurradores se fueran un paseo por el cuarto de estar y tuvieran en cuenta que España cerró el pasado año con el dudoso título de ser el país de la Unión Europea-27 con la mayor tasa de paro entre los menores de 25 años, la generación más preparada de nuestra historia. Esta cifra es el doble de la media de la UE (14,6%), y si hablamos de mujeres el dato de paro se dispara hasta el 30,8%. Ahí es nada.

A una semana de las elecciones, y mientras Juan Manuel Serrano se ocupa de mi voto por correo con la diligencia habitual, le dejo un par de consideraciones para atemperar la espera: primera, ¿qué ha descubierto súbitamente el sanchismo que no sabía hasta ahora para prometer el mismo pleno empleo que no ha logrado en cinco años de Gobierno? Segunda, ¿por qué en lugar de contarnos lo que quiere hacer no nos explica mejor cómo piensa hacerlo? Mientras llegan las respuestas –no sé si por Correos también– les diré que esa fue exactamente la misma promesa que hizo Rodríguez Zapatero en 2008, un poco antes de que el paro se situara por encima del 20% tras la crisis financiera que, por supuesto, también iba a pasar de largo por España.