El G8 insiste en la fragilidad de la recuperación económica

A juicio del comunicado final del G-8, la actual crisis “ha expuesto y exacerbado las vulnerabilidades ya existentes en las integradas economías globales, esfuerzos de desarrollo y seguridad colectiva”. Con una cierta nota esperanzadora de que gracias a la coordinación del Grupo de los Veinte se ha podido avanzar “hacia la recuperación sostenible”.

En su reencarnación como foro de seguridad después de treinta años de historia centrada en política económica, el G-8 también ha presentado una posición común contra Irán y Corea del Norte. Pero sin llegar a la dureza deseada por la Administración Obama y alguno de sus aliados, limitándose a condenar las recientes acciones beligerantes perpetradas por el régimen estalinista de Pyongyang. Además de expresar preocupación por el desafío nuclear de la teocracia de Teherán y su creciente y violento autoritarismo.

Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Canadá, Japón y Rusia también han calificado la situación en la franja de Gaza como “insostenible”. Además de establecer una especie de estrategia de salida para Afganistán, a un plazo de cinco años con la transferencia subvencionada de responsabilidades de seguridad y la ayuda clave de Pakistán. Los líderes del G-8 también han reafirmado su acuerdo sobre calentamiento global, con el objetivo de cortar emisiones vinculadas al efecto invernadero en un 50 % para el 2050.

A instancias del gobierno de Canadá, el G-8 ha ofrecido como resultado concreto una nueva iniciativa encaminada a combatir la mortalidad infantil y mejorar la salud maternal en países del Tercer Mundo. El proyecto ha sumado compromisos de financiación pública y privada por valor de 7.300 millones de dólares, cantidad inferior a lo anticipado y que refleja la austeridad presupuestaria impuesta por la crisis en la ayuda internacional.