Unión bancaria, primer paso hacia la unión fiscal
Hay todavía bastantes elementos que no están bien definidos, el primero de ellos es decidir cuál sería la institución encargada de ejercer el papel de supervisión
Lo ha pedido expresamente el presidente del Gobierno Mariano Rajoy, lo apoyan Francia e Italia y el Gobierno alemán no lo ve con malos ojos, a pesar de que algunos de sus «lander» temen perder el control sobre los bancos regionales. La unión bancaria que ... va a ponerse sobre la mesa en el próximo Consejo Europeo del día 28 puede considerarse como un ensayo de la unión fiscal , pero por ahora solo se transferiría a una autoridad europea el control de las instituciones financieras de los países de la moneda única.
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De hecho, si esta unión bancaria hubiera sido puesto en marcha hace tres años, cuando estalló la crisis financiera, habría podido evitar gran parte de los problemas , pero por lo que se sabe, las perspectivas temporales puede que no estén a la altura de las esperanzas de los mercados: el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, ha prometido que tendrá preparada una propuesta legislativa este otoño y que sus planes más optimistas prevén que un mecanismo de este tipo pueda llegar a estar en marcha a lo largo de 2013.
Extensión financiera
La unión bancaria supone esencialmente el establecimiento de una autoridad de supervisión europea. Teniendo en cuenta que muchas de las entidades financieras han extendido su actividad a través de varios países y no solamente en aquel donde se encuentra su sede central y que la reglamentación internacional hace que sea imposible que los supervisores nacionales puedan controlar sus actividades. Esa extensión del mercado financiero ha creado, como se ha demostrado desde 2008, entidades que tienen carácter sistémico y cuyos problemas pueden tener efectos en el conjunto de la zona euro. Sin embargo, el objetivo de esa Unión Bancaria es, sobre todo, lanzar una señal política: «comunitarizar» la autoridad financiera no es solamente una manera de responder a las necesidades del mercado único, sino que constituye un primer paso antes de que los países acepten entregar a su vez el control de su soberanía en materia presupuestaria.
El papel de la supervisión
Hay todavía bastantes elementos que no están bien definidos, el primero de ellos es decidir cuál sería la institución encargada de ejercer el papel de supervisión. Algunos países prefieren a la Autoridad Bancaria Europea (EBA) que incluye a toda la zona euro. Esta institución basada en Lóndres ejerce ya ese papel de vigilancia, y de hecho se ha encargado hasta ahora de trabajos como las discutidas pruebas de esfuerzo, pero no tiene capacidad sancionadora.
La Comisión Europea y varios países —con Francia a la cabeza— prefieren que ese papel lo ejerza el Banco Central Europeo, lo que a su vez reforzaría su papel y su capacidad de intervenir en el mercado financiero y no solamente con políticas monetarias limitadas como ahora, sobre todo porque el Reino Unido ha dicho que no tiene intención de participar en este mecanismo.
Y éste es uno de los elementos más sensibles , puesto que Londres se ha quedado fuera también del Tratado Fiscal y cada paso en este sentido se percibe por parte de la Comisión como una fragmentación del mercado único y del concepto de Unión Europea.
La unión bancaria se basaría en tres pilares fundamentales: un control reforzado, un fondo de garantía de depósitos común y un mecanismo de resolución de crisis. Por lo que respecta a los dos últimos elementos, están ya parcialmente diseñados por parte del comisario de mercado interior, Michel Barnier, que recibió este encargo hace dos años a raíz de una cumbre del G20.
La propuesta de Michel Barnier se refiere por ahora a la puesta en marcha de un mecanismo para gestionar el desmantelamiento controlado de entidades financieras con influencia sistémica, que es lo que aterrorizaba a los líderes mundiales cuando en 2008 empezó la crisis financiera en Estados Unidos.
Ahora, una parte de esta legislación —presentada la semana pasada como proyecto para que empiece a ser discutido por el Parlamento y por el Consejo— puede considerarse como un precursor de la proyectada unión bancaria, pero esta está todavía lejos en el camino de la salida de la crisis.
Y aún sabiendo que no sería más que la primera etapa para la necesaria unión fiscal, que es la clave de la arquitectura para la salida de la crisis : no se puede poner en común las ayudas ni no es posible un control europeo de su gestión. Eso se aplicará antes a los bancos, porque las entidades financieras no tienen soberanía como los Estados. Cuando llegue el momento de que los países se enfrenten a la necesidad de ceder la suya en materia presupuestaria, entonces será la verdadera discusión.
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