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Los poderes emergentes acechan al FMI

Desde organizaciones como la OCDE ya se anima a que sea un no europeo el que dirija la institución, cuyo máximo capital es europeo

Los poderes emergentes acechan al FMI abc

por maribel núñez y emili j. blasco

Cuando Rodrigo Rato dejó la dirección del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2007, Dominique Strauss-Kahn fue aceptado para el puesto por muchos como el último europeo que sucedía a otro europeo al frente de la organización. Europa no ... hacía renuncias de futuro, pero para asegurarse votos dejaba entrever que entendía las aspiraciones de las potencias emergentes a un trato más igualitario en el marco de este organismo formado por 187 países.

Desde su creación en 1945, el FMI ha estado siempre dirigido por un europeo , en un reparto con EE.UU., que se ha estado reservando la jefatura del Banco Mundial (y la subdirección del FMI). De los diez máximos responsables del Fondo, Francia ha puesto a cuatro, Suecia a dos, y uno Alemania, España, Holanda y Bélgica. Un francés ha estado al frente en 26 de los últimos 33 años.

«El mundo está girando de Occidente a Oriente», ha advertido Mehmet Simsek , el ministro de Finanzas de Turquía, país que al encontrarse en la transición entre una zona y la otra aspira a cierto papel de arbitraje. Turco es uno de los posibles candidatos no europeos al FMI con Kemal Dervis .

«El mundo está girando de occidente a oriente», advierten en Turquía

Lo que Europa no podía prever en 2007 al dar largas a los emergentes diciéndoles que «la próxima vez» era que el mundo entraría en la peor crisis económica desde la Gran Depresión y que el FMI llegaría a supervisar alrededor de 100 millones de euros en préstamos hechos a Grecia, Irlanda y Portugal. Es además el principal arquitecto de los planes de austeridad destinados a enderezar las finanzas de esos países. No es el mejor momento para ceder el puesto, como ha advertido la canciller alemana, Angela Merkel, por lo que «Europa tiene que estar preparada con los mejores candidatos posibles», indicó tras el encarcelamiento de Strauss-Kahn, incluso antes de que éste dimitiera. Solo un movimiento rápido de la UE puede desbaratar que los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) logren consensuar algún nombre alternativo.

Se exige un director con compromiso europeo para que ayude en los rescates

«No sé si un director sin el compromiso europeo y el empuje de Strauss-Kahn hubiera tenido tanto protagonismo en los planes de rescate llevados a cabo en algunos países periféricos de la UE», advierte un alto cargo del FMI. «Pero una vez eso está en marcha, y en la presente situación, no creo que la estrategia del Fondo vaya a cambiar, haya o no un director europeo», añade. Para esta fuente, que participó en negociaciones del rescate de Irlanda, si el próximo jefe del FMI es un no europeo tendrá que llegar igualmente votado por Europa, por lo que será elegido después de asegurar a Merkel y demás dirigentes de la UE que tendrá como prioridad los problemas del viejo continente. Ahora bien, como ha precisado otro alto ejecutivo, «hace falta alguien de gran peso», con un prestigio que pueda pararle los pies a Alemania si es preciso y autoridad para imponer exigencias en los países rescatados. Y de los nombres avanzados, la ministra francesa de Finanzas, Christine Lagarde, parece encajar a la perfección.

Lo que en las disputas abiertas para la sucesión de Strauss-Kahn está en juego no son propiamente los rescates financieros de algunos países, según ha escrito David Wessel, jefe de Economía de «The Wall Street Journal», sino la necesaria adaptación del FMI a la realidad del mundo actual.

«Es el crujir de instituciones globales creadas en 1945 y todavía no ajustadas al peso de los mercados emergentes, un signo de la reacia aquiescencia de EE.UU. y Europa a un mundo que ya no dominan, una manifestación de la inquietud en China de que la gestión de su economía doméstica importa al resto del mundo», considera Wessel.

Las seis mayores emergentes serán más de la mitad del crecimiento global en 15 años

Precisamente esta semana el Banco Mundial publicaba un informe titulado «Multipolaridad: la nueva economía global», en el que vaticina que hacia 2025 las seis mayores economías emergentes (Brasil, China, India, Indonesia, Corea del Sur y Rusia) «constituirán más de la mitad del crecimiento global, y el sistema monetario internacional probablemente ya no estará dominado por una moneda». En la presentación del informe, Justin Yifu, el economista jefe del Banco Mundial, constató que «el rápido crecimiento de las economías emergentes ha dado vuelco» a toda correlación de fuerzas anterior.

El ordenamiento internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial tuvo su apartado económico en la Conferencia de Bretton Woods. El FMI se constituyó con el objetivo primario de proveer asistencia financiera a los países en serias dificultades económicas y financieras utilizando los fondos depositados por los miembros de la institución. Su organización hermana, el Banco Mundial, nació como entidad financiera que otorga préstamos a países en desarrollo para programas de capital.

Empujón al FMI por la crisis

La responsabilidad del FMI de prevenir o minimizar las crisis internacionales lo ha colocado cada vez más en el epicentro de la toma de decisiones mundiales a medida que la economía se ha globalizado. Las crisis difícilmente son ya regionales, sino que afectan a toda la comunidad internacional. Y la última ha servido para dar el empujón final al FMI para convertirse en una suerte de Ministerio de Finanzas global, al menos como instancia de permanente referencia. A ello sin duda ha contribuido la gestión personal de Strauss-Kahn, pero en el Fondo consideran que no hay nadie irremplazable. «Aquí el único necesario es el propio FMI», advierte un funcionario del organismo cuyo origen francés asegura no haberle servido de promoción con el director saliente. «Aquí lo de las cuotas nacionales sólo cuenta en posiciones de muy arriba», afirma.

Transparencia

Pero para garantizar la autoridad del Fondo hay que proceder a su traspariencia. Según ha apuntado Mohamed el Erian, el economista de origen egipcio, residente en EE.UU., que ha sonado como posible candidato a la dirección del FMI, solo hay dos opciones a la hora de elegir al próximo responsable de la institución: «retener su enfoque feudal, o implementar un proceso abierto de selección basado en criterios claros y en un proceso trasparente». El primero es rápido, pero «falto de credibilidad y letimidad»; el segundo resolver «una deficiencia de mucho tiempo», pero es lento.

Esa denuncia de falta de legitimidad apunta la disparidad entre el peso económico de algunos países y su peso de voto en el seno del FMI, cuyo consejo de administración está formado por 24 miembros. Europa controla el 29% de los votos , cuando su peso económico en el mundo ronda el 20%. Los últimos cambios de cuota supusieron un recorte de 2,9 puntos para los europeos, que han ganado los emergentes. Con todo, muchos de éstos siguen infravalorados. Por ejemplo, China apenas tiene el 6% de los votos , cuando su economía concentra el 14% del PIB global. También ocurre con India y Brasil. Estados Unidos tiene el 17% del capital de la institución , el único que supera la barrera del 16% que otorga el derecho a veto.

La incapacidad para adaptarse a la nueva configuración mundial ha provocado el descrédito de algunas grandes organizaciones mundiales. Es el caso en parte de la ONU, que lleva tiempo atascada en un proyecto de reforma.

Europa controla el 29% de los votos aunque su peso econonómico es del 20%

Pero el G-7 se ha transformado en G-20 con la incorporación de los países emergentes y hasta resulta sorprendente la rapidez con la que se ha consolidado. «Europa no tiene derecho divino al puesto», han mantenido al unísono en la prensa estadounidense Arvind Subramanian y Nicolas Vénon, del Peterson Institute for International Economics, en relación al proceso de selección abierto tras la dimisión de Dominique Strauss-Kahn. Ambos añaden que «el mundo ha cambiado y arreglos antiguos que datan de 1945 deben dar paso a la realidad».

Sin duda que al FMI también le llegará la hora del cambio. Quizás no en este momento, aunque tener una europea como directora del prestigio alcanzado por la ministra de Finanzas francesa, Christine Lagarde, no es ningún paso atrás.

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