La Navidad más difícil del cava: menos brindis y en guerra con Madrid
El nuevo pulso de ERC para forzar que la región gobernada por Isabel Díaz-Ayuso suba los impuestos hace temer a los bodegueros un nuevo boicot como en 2017
Viñedo de cava de la bodega Vilarnau
Huelgas de viticultores, crisis económica, llegada de inversores extranjeros, llamadas al boicot de los consumidores ante la amenaza separatista... El cava empezó el año 2020 con la esperanza de dejar atrás, por fin, los sobresaltos de unos años especialmente turbulentos. Pero llegó el coronavirus. Y ... la pandemia cercenó, como en muchos otros ámbitos, todas las previsiones para este año del espumoso por excelencia en España. Las limitaciones a las reuniones impuestas por el Covid amenazan con silenciar también los corchos disparados al aire en las fiestas navideñas, una temporada en la que el sector factura el 30% de todo el año.
El año pasado se vendieron 250 millones de botellas, de las que el 70% se destinaron al mercado exterior. Hasta ahora, se acumula una merma del 10% con respecto a la facturación de 2019, y eso gracias a la buena marcha de las exportaciones, que han conseguido mitigar la caída del mercado nacional. Pero el mayor desafío llega con la Navidad.
En el sector se contiene el aliento ante las que prometen ser las celebraciones más atípicas de la historia: «Las afrontamos con incertidumbre aunque también con moderado optimismo ante la compleja situación que vive el país», admite Javier Pagés, presidente de la denominación de origen «Cava». Además de la emergencia sanitaria, la crisis económica y política también se han cruzado en el camino de estas bodegas. El nuevo desafío lanzado por ERC, que ha condicionado su apoyo a los Presupuestos a terminar con «el paraíso fiscal que se ha montado la derecha en Madrid», en palabras de su portavoz Gabriel Rufián, ha hecho despertar entre los bodegueros los peores fantasmas de 2017 , cuando las ventas cayeron por el rechazo de los consumidores de otras regiones.
«De momento no hemos notado ningún efecto en este sentido. Pero hay que poner en valor que el cava es un producto español y una parte muy importante de la marca España. Si hay un producto que represente a España ése, sin duda, es el cava. Trasladar los problemas políticos a los productos es un grave error que lesiona gravemente al conjunto del país», remarca Pagés. De hecho «Cava» es una denominación de origen que engloba a siete comunidades autónomas, aunque con un liderazgo claro de Cataluña, que acoge al 80% del viñedo de las casi 38.000 hectáreas acogidas a la indicación. También están incluidas no obstante Aragón, Comunidad Valenciana, Extremadura, La Rioja, Navarra y País Vasco. Y acoge a unos 6.600 viticultores y un total de 357 bodegas, según datos del ministerio de Agricultura.
Más allá del ruido político, el verdadero envite viene de las limitaciones impuestas a la hostelería, que prácticamente ha cerrado uno de los canales de venta del cava. «Además es uno de los más especiales porque ofrece una experiencia muy buena a los consumidores», se lamenta Pagés. La esperanza del sector reside en que aunque haya reuniones con menos personas, se organicen más encuentros. Pero son conscientes de que la economía no está para fiestas y que es muy difícil que se pueda compensar el agujero.