España, la nave de los locos de Sánchez, y la banca... del revés
Los bancos, sin dividendos y espoleados por el BCE a fusiones forzosas, se refugian en la digitalización a ver si cuela, va pasando la pandemia y, de paso, cae algún fondo de reconstrucción por el camino. Ya se sabe: «donde no hay harina todo es mohína»
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónTiempos revueltos en la banca europea. Y en la española, suma y sigue. Pierdo la cuenta. Y hoy con una situación susceptible de empeorar, donde el presidente Sánchez ha terminado por dibujar una España que es la nave de los locos. No en vano, en ... una sola semana, esta última, la presidenta del Banco Santander , Ana Botín , se queda sin dividendos -que no, que el BCE no ha levantado el veto- y pierde a su hombre en Prisa, y el segundo de a bordo del Sabadell, Jaime Guardiola , tras 13 años en el banco, pacta su salida, cansado de luchar por una fusión -¡la que sea que el tiempo apremia! bueno, su objeto de deseo era Bankia, pero...- que parece querer solo él. La banca, hoy, ya no gana...
Porque José Oliu, que ha empezado ya su tercer decenio como presidente del Sabadell, le hizo la envolvente a Carlos Torres , que más sabe el banquero por lo que ha tenido que ver que por banquero. El caso es que se coló en la fiesta de BBVA y apenas le dejó llenar la copa de champán para celebrar la venta del negocio en Estados Unidos, una brillante operación que además de aportarle casi diez mil millones de euros resituaba a Torres y a su banco otra vez en la liga de los grandes, y en plena pandemia. Pero en apenas unas horas y sin que se enteraran de por dónde les venía, el BBVA pasaba de celebrar un sobresaliente en el examen de las desinversiones oportunas a verse con los deberes por hacer, con la compra del Sabadell como tarea pendiente, una suerte de trabajo forzoso cuyos apresurados tiempos solo beneficiaban, curiosamente, a la entidad absorbida. Y como lo que mal empieza acaba peor, la fusión se fue al garete otra vez por incumplir la norma número uno de la prudencia: lo que hay que hacer no se debe decir. El Sabadell salió airoso y la no fiesta la pagó el BBVA.
Pero... había que seguir pedaleando para no caerse, y es ahí donde entra en escena César González-Bueno , un recambio de CEO para poner nombre y apellido al fracaso del Sabadell. Eso sí, un plan de pensiones de decenas de millones de euros servirá de bálsamo para curar la herida de una despedida infeliz. Adiós Guardiola. Hola González-Bueno. Para variar, la digitalización vuelve a ser el comodín de la partida: igual sirve para que el Gobierno aparente vida inteligente que para reiniciar la estrategia de un banco y una fusión fallida.
En la misma semana Botín se queda sin discurso de reparto de beneficio y sin su hombre en Prisa. ¡Ver para creer!
Nada como adelantar que se van a dejar todas las capacidades ejecutivas para que el mensaje de regeneración penetre hasta las más profundas capas de la opinión pública. Todo para González-Bueno el digitalizador, pero sin Oliu , quien se agarra al mástil de la presidencia no ejecutiva como si con él no fuera la cosa, que para eso si me apuran existen los consejeros delegados. González-Bueno tendrá que bregar desde casi ya mismo con la situación del Sabadell en plena pandemia y las presiones de un BCE que no quiere ni oír hablar de entidades pequeñas navegando solas por las procelosas aguas de un sector donde el coronavirus amenaza con mutar de crisis sanitaria a crisis económica en toda regla.
Y es que decía que si la mismísima Ana Botín se ha dado de bruces con la presidenta Christine Lagarde en su batalla por el dividendo, imagínense la capacidad de maniobra del Sabadell «et alii» por las frías tierras de Fráncfort. Y para colmo el mismísimo Luis de Guindos, mano derecha de la francesa al frente del regulador que solo recomienda, se ha encargado de repetir por la villa y corte que el BCE no daba luz verde al reparto de beneficios alegremente. Porque se mirará caso por caso, el montante apenas alcanzará al 15% de lo ganado y, lo peor, hasta el último trimestre del año 2021 no habrá nada que hacer. Y únicamente si para entonces la pandemia ha remitido.
No se lleven a engaño, la ley de la condicionalidad impera en Europa, donde todo además se viste de recomendación pero que en realidad es de obligado cumplimiento, y donde el verdadero fondo de cada cuestión es que «nadie da un duro por cuatro pesetas». Detrás de toda entrega hay un interés mayor, al menos igual, al esfuerzo de la inversión. Y los renglones ni en Bruselas ni en Fráncfort son ni mucho menos torcidos. La línea a seguir es perfecta. Tanto en todo lo referido a los fondos de rescate y ayuda europeos como con el riego sistemático de liquidez a la banca. Y eso, queridos banqueros, tiene un precio.
El problema de estar en España, rodeado de un Gobierno que bien parece una pintura de la nave de los locos, es que uno termina creyendo que todo el monte es orégano, que basta con pensarlo y decirlo para que salga y se cumpla. Eso solo en Venezuela, con el «exprópiese» de Maduro heredado de Chávez . Ya se sabe: «donde no hay harina todo es mohína».
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete