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El ‘chapapote villarejo’ se adentra en las tripas del Ibex

Los hilillos negros que amenazaban las costas de la reputación empresarial se han convertido en una marea negra que pringa a las grandes compañías y a sus primeros ejecutivos. Se lleva el ‘sálvese quien pueda’

Antonio Brufau (izq.), presidente de Repsol, e Isidro Fainé, expresidente de Caixabank, en una imagen de archivo AP
María Jesús Pérez

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La reputación es la puerta por donde los políticos intentan desalojar a los presidentes y directivos de las grandes compañías españolas, cotizadas a ser posible. Acción, reacción. Un ‘quítate tú, que ya pongo yo’. Y no por el negocio, ni por los resultados, sino por ... el eslabón débil de la cadena. Como decía, la reputación. Un hecho contrastado históricamente en este país. Desde uno y otro lado del arco parlamentario, hoy más colorido que nunca. Y los ‘malos’ lo saben, porque el negocio se puede tratar de blindar en un breve lapso de tiempo. Porque desde el momento en que un nombre aparece en una investigación judicial, especialmente si éste es conocido, se convierte en objeto de especulaciones y se expone a la ‘pena de telediario’, que ahora se complementa con la ‘pena de las redes sociales’, mucho más mordaz y cuyos efectos llegan más lejos. Y para arreglar la reputación siempre se llega tarde. Cuando uno detecta el problema ya no tiene cura. Por eso es importante hacer bien las cosas. Y exponerlas de forma abierta y clara después. Lo segundo sin lo primero es, sencillamente, imposible. Si algunos se aplicaran esta receta verían aliviados muchos de sus grandes problemas, porque lo que parece es que ya es o terminará siendo.

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