2022: última llamada a Gobierno y oposición para hacer los deberes
Cambiamos de año pero seguimos donde estábamos. Nadie está en su sitio: unos no hacen nada de lo que deben hacer y los otros no ofrecen una alternativa palpable para salir de esta. He aquí una lista de tareas urgentes por si alguno cae en la cuenta de que este país se les va de las manos con una economía arrítmica y una política comatosa
CUANDO estalla una guerra la gente supongo que no parará de intentar autoconvencerse día sí día también de que algo como tal no puede durar demasiado tiempo. Es demasiado estúpido para que así sea, se dirán. Sin lugar a dudas pocas cosas hay más estupidas ... que una guerra, pero es obvio que eso no impide que dure. Y como con una estúpida guerra, nos intentamos autoconvencer todos de otras tantas millones de cosas más con menor e igual intensidad de estupidez... Hace ahora un par de años muchas eran las voces que decían que este Gobierno no podía durar demasiado. Pero... conviene tener presente que la estupidez siempre insiste, persevera y encuentra vías de salida que parecen inconcebibles. El caso es que hoy, muchos son también los pronósticos para 2022 y numerosas las formas en que el señor Pedro Sánchez y su tropa acarician con palabras a la gente. Lo más efectivo es dejar que cada uno de ustedes decida por experiencia propia si de verdad hemos salido más fuertes, si chapotean en el maná de los fondos europeos, si sus expectativas a corto y medio plazo son mejores y, en suma, si tienen mejor calidad de vida que 24 meses atrás. Una prefiere centrarse en la lista de deberes que este Gobierno ‘procastrinador’ y trolero tiene por delante. Y la enorme responsabilidad que pesa sobre la oposición, acomodada en el ‘Ministerio de la queja’ y que bien debiera pasar a la acción si algún día quiere resultar útil más allá de su ‘Teopolítica’ de andar por casa, de zancadilla y navaja cachicuerna.
El aterrizaje de los fondos europeos en la economía real; la puesta en marcha de medidas efectivas para contener la inflación salvaje, que no se suavizará en todo el año; el desarrollo de una política energética real para aplacar la subida de la luz; la actualización del marco de competencias para evitar la asfixia de los sectores estratégicos más allá de normas antiopa; el control exhaustivo del gasto público para evitar el tsunami que se avecina tras la inminente y progresiva subida de tipos; racionalizar la contratación pública y optimizar la consideración del funcionariado acorde a un escenario donde cada vez hay menos actores privados y a los que se atiende con más trabas; desplegar un plan de acción pública para atraer inversión y talento extranjeros… Podría seguir hasta el infinito y más allá, porque esto es la base de lo que España y sus españolitos, españolitas y ‘españolites’ - me incluyo, claro - necesitan; una política al servicio de y no sirviéndose de.
El que se quiera engañar, allá el, pero ya les digo que, por impresiones e intuiciones varias, por este camino vamos directos a la destrucción del tejido empresarial español, a una desbordante inflación durante todo 2022 y a unas reglas del juego imposibles para los cuatro valientes que a estas alturas no hayan decidido echar el cierre y coger el portante.
Entonces, ¿qué hacemos? ¿hay alguien ahí que pueda echarnos un cable para contrastar esa estupidez que ya dura más de lo que pensabámos también estúpidamente o esperamos a ver otra legislatura si la cosa sigue sin cambios ni recambios ? Pues... en mi humilde opinión -lo mismo lo mío también es otro mecanismo de autoconvencimiento absurdo- la oposición bien debería correr en presentarle a Sánchez y su tropa de arbotantes y contrafuertes un plan, una acción de gobierno paralela que mostrara a Bruselas las cosas que hay que hacer y no se hacen, que dejara constancia en los despachos de los comisarios que aún hay vida inteligente en España. No hay que culpar al fracaso, pero hay que ser despiadado con la ausencia de esfuerzo, que de eso sabemos un rato.
El líder del partido aún con mayor peso en la oposición, Pablo Casado , debería estar ya contratando al cerebro -gris o naranja o como desee- que diseñe y pilote su política económica, y aguzar su visión periférica en lugar de mirar tanto de reojo a Isabel Díaz Ayuso, que a este paso, y con perdón y respeto, al final va a terminar estrábico, y no es lo que necesitaremos en el futuro. ¿Quién es el nuevo Manuel Pizarro? ¿Dónde está el Luis de Guindos del mañana? De momento, por lo que trasciende, nadie lo sabe ni lo quiere saber, no vaya a ser que hagan sombra. Lo mismo en el seno populista algunos piensan que se vive muy bien al sol que más calienta de la mediocridad.
Y a más, la nueva capa política debería venir acompañada de una renovada epidermis empresarial, con los mejores y solo los mejores. Solo así el efecto benéfico alcanzaría al músculo social y se sentarían las bases de una recuperación física y moral de un cuerpo cívico agotado y enfermo, aburrido, descreído, perezoso e indolente a fuerza de golpes y promesas rotas.
Algunos deberían preocuparse menos de hablar con la boca llena, de chuletones de macrogranjas o de terribles bebidas azucaradas, y mucho más de no hacerlo con la cabeza vacía. Urge una restauración total de valores y competencias en la política y en la empresa. Y luego, un renacimiento humanista que involucre a los mejores y sirva de andamiaje para construir la España que merecemos los que seguimos sosteniéndola con nuestros impuestos, nuestros esfuerzos y nuestro empuje de quererla, partiendo de este 2022, desde ya. Si no, pues ya saben: como botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado. Escrito está. Ustedes verán.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete