María Benjumea: «La guerra puede retraer la inversión en startups, pero es un movimiento sin marcha atrás»

¿Ha cambiado mucho en estos diez años el ecosistema de startups español?

Cuando arrancamos en 2012, una startup se concebía como un proyecto de internet y lo único que interesaba era la gasolina del inversor y luego vender la empresa. En ese momento las startups españolas que asistieron al South Summit recibieron 126 millones de euros, mientras que el año pasado, fueron 4.260. Pero lo más importante no son solo los volúmenes, sino cómo se ha consolidado el ecosistema. Todo va tan rápido que tienes que cambiar tus formas de hacer para adaptarte al mercado. Las corporaciones o se alían con actores rápidos, flexibles y altamente innovadores o muchas peligran porque no pueden responder al ritmo del mercado, con lo cual donde realmente se percibe una transformación es en que hoy todos los actores (empresas tradicionales, startups, inversores) saben que no pueden ir solos. En South Summit están todos, pero no para vender sus productos, sino para poderse conectar y desarrollar negocio juntos, que es lo realmente fantástico.

Las startups nacionales cada vez reciben más inversión extranjera. ¿A qué responde?

El crecimiento ha sido alucinante. En España hay muchísimo talento y se están desarrollando proyectos extraordinarios. En innovación e investigación tradicional de patentes estamos en la posición 18, pero cuando hablamos de ecosistema de startups, ocupamos el cuarto lugar de Europa y por eso hay tanto interés. Ahora se pueden retraer las inversiones por la situación de la guerra, pero es un movimiento que no tiene marcha atrás.

¿Hasta dónde puede aspirar nuestro país en este ámbito?

Los límites nos los marcamos nosotros. Somos gente creativa, talentosa y trabajadora, podemos llegar a donde queramos, lo importante es que nos lo creamos y que no nos preocupe vendernos.

¿Está desapareciendo el miedo al fracaso?

Antes de verdad había un miedo al fracaso, primero a nivel individual y segundo por cómo lo concebía la gente, pero la concepción actual no tiene nada que ver. De hecho, un 60% de los startuperos son emprendedores en serie.

¿Cuáles son las principales dificultades que se encuentran en España, los puntos en los que podríamos mejorar?

El crecimiento ha sido de abajo a arriba, hemos ido entre todos aunando fuerzas para que el ecosistema sea cada vez mayor. A través de South Summit, atrayendo un mayor número de inversores de todas partes del mundo que han visto el talento de España, lo cual ha ido generando un círculo virtuoso. Ahora bien, en los últimos años la situación ha cambiado. El Gobierno de España, los de las comunidades y los municipales se han dado cuenta de que lo que decimos no es cosa de unos locos, sino que esta es la nueva economía y forma de relacionarse. La antigua ya no funciona porque es muy lenta y vivimos en un mundo que se mueve a velocidad de vértigo.

¿Qué impacto puede tener la futura ley de startup?

Es un paso de gigante, pero hay dos puntos que hay que complementar en la ley: la parte del emprendedor en serie y darle más años de vida a la startup para que se pueda beneficiar de las medidas de la ley, que son estupendas. Se ha sacado, además, el Fondo Next Tech, de 4.000 millones. Por parte del gobierno de Madrid se está creando una región abierta y flexible, donde se quitan las trabas... Los gobiernos están aprobando las medidas para impulsar esto. que es pura economía. Hace diez años el valor del Ibex estaba en torno a los 8.900, hoy más o menos está en lo mismo. En cambio, el ecosistema de startups en 2012 no valía nada y hoy vale 83.000 millones.