Un emprendedor sobre el terreno

Pero la suya no es una experiencia tan modesta si se tiene en cuenta que es el fundador y presidente del grupo de Bodegas familiares Matarromera. «Es verdad que no somos una bodega al uso», confiesa. «Matarromera son nueve bodegas, pero también es una almazara, cosméticos…», afirma el empresario. Un emporio que intenta desentrañar desde sus orígenes en el libro que presenta ahora. «El sello fue Deusto, que me gusta porque es una editorial especializada. Encaja en algo que a mí me gusta ser: somos gente rigurosa que nos gusta la solidez científica», subraya. «La idea del libro surgió como hace año y medio. Dos personas, primero Carlos Espinosa de los Monteros y segundo Bernardo Hernández, que es un gurú tecnológico fundador de Idealista o Tuenti por ejemplo, me insistieron para que contara mi experiencia vital. Ellos decían que resultaba muy atractivo el diálogo entre la función pública y la empresa, porque lo que no muchos tienen en cuenta es que yo soy funcionario. Funcionario hasta la médula, por eso reivindico ese colectivo… Tanto como también me siento empresario hasta la médula», sentencia.

Al leer el libro de Carlos Moro y escucharle hablar se cae en la cuenta de que gran parte de su liderazgo consiste en el reconocimiento que brinda a su equipo. Lo dice del libro, que «no habría sido posible sin ellos». Una obra donde aborda los años y la estrategia, la mirada y su lucha por dinamizar también los recónditos rincones de la Ribera, que a fin de cuentas es luchar también contra la despoblación. «Esta es una tierra que tiene mucho potencial, es una zona especialmente bendecida para producir uva. Yo durante este tiempo me he dedicado a aplicar todo el conocimiento y la tecnología que he ido amasando desde mi juventud, desde mi carrera. Yo constituyo las empresas, pero al final uno sabe muy poco de un poco. Pero la suma de muchos amigos y compañeros me ha enriquecido para buscar lo mejor. Cuando apareció Matarromera ya llevaba años trabajándolo, consultando a los mejores expertos de cada materia».

Sobre las claves del éxito también está la constante labor de innovación. Innovación en los valores, algo no tan habitual en el mundo empresarial, «porque introdujimos conceptos y valores que ahora empiezan a estar más presentes en la sociedad, pero hace veinticinco años hablar de sostenibilidad y de medioambiente era inimaginable. Por suerte lo tuvimos claro. De ahí que este sea el primer proyecto integrado de desarrollo sostenible de una bodega en el mundo».

Una trayectoria vital encuadernada en un libro, como si eso fuera incluso posible, donde tienen un peso especial los orígenes. Unos comienzos a principios de los años noventa cuando el término emprendedor parecía no haberse acuñado todavía para la sociedad. «Mi objetivo, aunque pueda sonar poco realista para una bodega de nuevo cuño y para alguien aparentemente sin experiencia, era hacer el mejor vino del mundo. Lo que no pensaba es que lo conseguiría tan rápido. En octubre del 95 cosechamos nuestro primer éxito. El primer Matarromera que salía de nuestras barricas, cosecha de 1994, obtuvo el Premio al Mejor Vino del Mundo y la Gran Medalla de Oro en la ‘‘International Wine Competition’’», defiende.