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Una crisis en 3D

Desempleo, demografía y deuda, son las «tres D» que paralizan la economía y como consecuencia de lo anterior ha aparecido una cuarta dimensión: desafección

CÁNEBA

CARLOS BALADO

Al contrario de las películas en 3D, en las que son necesarias utilizar gafas para disfrutar de las imágenes proyectadas, para ver la dimensión de los problemas que atenazan a la economía española, en parte reflejo de la mundial, sólo se necesita abrir los ojos, sobre todo, evitar la «ceguera de la teoría», que es la dificultad para apreciar los fallos de una creencia que se utiliza para interpretar los hechos. Decía Daniel Gilbert que «descreer» es una tarea muy difícil y fatigosa para el cerebro.

Desempleo, demografía y deuda, son las «tres D» que paralizan la economía y como consecuencia de lo anterior ha aparecido una cuarta dimensión: desafección.

El contexto es el siguiente: las empresas, las personas y los ciudadanos están más conectados que nunca, pero la productividad mundial desciende. Las tecnologías digitales están transformando el mundo del trabajo, sin embargo, los mercados laborales se han polarizado más y la desigualdad va en aumento. Y mientras el número de democracias crece, la proporción de elecciones libres y justas se está reduciendo. Estas tendencias persisten no a causa de las tecnologías digitales, sino a pesar de su existencia, como dice el Banco Mundial.

Bajo ese panorama, encontramos la primera dimensión: el desempleo. Ha experimentado mejoras, aun así, en España los elevados niveles de desempleo de larga duración, el desajuste de las aptitudes y la dualidad del mercado laboral siguen siendo retos importantes que no se han abordado con eficacia. En palabras de la Comisión Europea: «las modificaciones frecuentes del marco reglamentario y la falta de coordinación entre las instituciones del mercado laboral de la Administración Central y las Administraciones Autonómicas pueden estar obstaculizando la eficacia global de estas políticas para lograr que la población se (re)incorpore al mundo laboral».

En España casi el 60% de los parados de larga duración están poco cualificados y tienen menos posibilidades de encontrar empleo porque la demanda de mano de obra se orienta hoy hacia una exigencia de aptitudes más elevadas. Como la distribución de la renta tiene una relación directa con el empleo, a mayor desempleo, mayor desigualdad.

La segunda dimensión, es la demografía. Excepto que los flujos migratorios se modifiquen mucho, las previsiones del INE hablan de un descenso de la población y un acusado envejecimiento de la población activa, y ello a pesar del previsible repunte de las tasas de actividad que se produzcan tanto por la recuperación de la economía como por la progresiva incorporación de la mujer al mercado de trabajo.

España en 2050 será el segundo país del mundo con la ratio de dependencia más elevada: 69 personas de 65 años o más para cada 100 personas entre 15 y 64 años. La media de las economías avanzadas estará en 46 personas.

Esto no cambiará a no ser que la población de 16 a 64 años alcanzase los 58 millones de personas en 2050, casi 36 millones más de los 22 millones estimados por el INE para dicho año. No sólo afecta a España, su dimensión es global. Esta es la transformación más significativa en la historia de la humanidad.

La tercera dimensión es la deuda. El total de deuda global ha alcanzado el nivel más alto desde la crisis, hasta situarse por encima del 250% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial. España no es ajena a ese mismo problema. La ratio deuda/PIB no ha dejado de crecer desde 2007 pasando del 35,5% al 99,2% en 2015, su volumen es de 1,07 billones de euros, casi el triple que en 2007. Y ya ha superado ese año el 100% del PIB.

En el periodo que comienza con la crisis la deuda privada ha caído un 20%, mientas que la pública ha aumentado un 174%. La evolución es muy elocuente.

Todo esto hace que la carga por intereses sea muy alta y se encuentre muy condicionada por el nivel de los tipos de interés. El volumen actual de esta partida, cerca de 33.000 millones de euros, supera el total consignado en el capítulo destinado al desempleo, 19.820 millones de euros. Esto explica por qué las autoridades mantienen los tipos de interés en niveles muy bajos e incluso negativos. Los Estados se financian muy barato hoy, aunque el ahorro a medio plazo, tanto público como privado, se ve penalizado. Se beneficia el cliente de crédito, pero quienes preparan su futuro en un contexto de envejecimiento, sea un particular o el Estado, en absoluto.

Como consecuencia de lo anterior, surge otra dimensión: la desafección. El problema de gobernanza mundial por falta de liderazgo, de credibilidad, ante las vagas respuestas de las instituciones a estos problemas, cuando no un aplazamiento de los mismos, ha generado «Organizaciones de Propósito Único», de complejo nombre en inglés, que son especialistas en cuestionar el status quo, pero poco solventes para estar a la altura del reto actual exigido por los ciudadanos: mantener altos niveles de bienestar a precios razonables. Los ahorradores esperan que también se empiece a pensar en ellos y es en ese grupo del ámbito privado donde va a descansar la fortaleza del país y de la UE. Pero hay que superar dos errores de principio que se están cometiendo. Primero, desinterés por los afectados, las empresas. Segundo, firme decisión para solucionar la crisis. Cuando todos se ocupan, nadie se ocupa.

Carlos Balado es Subdirector General y Director Área de Comunicación, Marca y Relaciones Corporativas de banco popular

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