Alemania exige avances rápidos en la unión fiscal y niega más treguas a Grecia

La líder alemana aseguró que su país es plenamente consciente de que «una moneda común supone compartir responsabilidades», en alusión a las críticas recibidas por Berlín por su negativa a poner en marcha cualquier tipo de eurobono , que habría apaciguado las tensiones en el mercado de deuda hace meses.

Alemania ha apostado desde el principio de esta crisis por avanzar en la unión fiscal, lo que se ha puesto ya en marcha parcialmente con el denominado «semestre europeo» por el que la Comisión Europea tiene derecho de veto sobre los presupuestos de los países que integran la moneda única, antes incluso de que éstos sean aprobados por los respectivos parlamentos.

Además, la canciller aprovechó su comparecencia pública para salir en defensa del presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, quien recibió fuertes críticas tras anunciar que la entidad hará todo lo necesario para salvar al euro, incluida la compra de bonos de países como España o Italia siempre que haya una petición formal de estos países y su compromiso para cumplir con las condiciones que irían aparejadas.

En este contexto la canciller recibirá al presidente de Francia, François Hollande, el próximo jueves en Berlín. La reunión, prevista desde antes del verano, se centrará en asuntos bilaterales aunque la posibilidad de que tanto España como Italia pudieran tener que recurrir a una petición formal de ayuda a Europa saldrá también en el encuentro.

Por su parte, el ministro alemán de Economía, Philipp Rosler, rechazó ayer la posibilidad de realizar concesiones a Grecia respecto al programa de reformas estructurales exigidas a Atenas en el marco del complimiento del segundo plan de rescate del país heleno acordado en marzo. «No podemos aplicar descuentos en las reformas. El cumplimiento de las reglas es clave para la credibilidad de la eurozona y también para otros países», indicó el vicecanciller de Merkel.

La prensa anglosajona había publicado que Atenas planeaba pedir un aplazamiento de dos años en el calendario de los ajustes pactados con los socios europeos a cambio del segundo rescate, que básicamente pasa por situar el déficit público por debajo del 3% del PIB en el año 2014. Atenas podría «agarrarse» a la cláusula del rescate que menciona una posible prórroga si la recesión es más profunda de lo previsto.