Los trabajadores de la planta de Campofrío en Burgos: «No creo que volvamos todos»

Los sentimientos están a flor de piel entre los trabajadores. Quieren creer el compromiso de los directivos de la cárnica, pero mantienen un poso de desconfianza. Pocas horas después de iniciarse el fuego, el domingo, todavía muy a primera hora, había más de doscientas personas junto a la fábrica. Algunos lloraban.

No todos los que asisten a las concentraciones son miembros de la plantilla actual. Ayer mismo, en la concentración que se celebró en la plaza Mayor durante el pleno municipal de apoyo a la planta se podían ver familias casi completas . Uno de los participantes en la concentración, Miguel Ángel, nos contaba que «son muchos años. La cárnica lleva aquí desde los años cincuenta y mi padre vino del pueblo para trabajar en los primeros momentos. Yo también trabajé hasta que me jubilé y ahora están allí mi hijo y mi nuera». Dice que cree al presidente, Pedro Ballvé, porque aunque sea una multinacional, fue su padre el que fundó la empresa y «querrá que siga donde nació».

María no lo tiene tan claro. Lleva pocos meses con contrato indefinido y teme irse al paro y no volver a la empresa. «No creo que volvamos todos, la planta será todavía más moderna y más maquinaria suele significar menos personas».

Mientras hablamos con María, se acerca Álvaro. Es un joven que vino a Burgos desde su Galicia natal. Cree que solo el cierre temporal de Campofrío en Burgos ya será «un drama». Recuerda que hay muchas familias completas que trabajan en la planta y otras que viven de criar el ganado que se sacrifica para los elaborados de la cárnica . Sin embargo, su mayor temor es que la producción que anuncian que saldrá temporalmente de Burgos «no vuelva nunca».

Ángel y José ya están jubilados y nunca trabajaron en Campofrío. Sin embargo, aseguran que acudirán a todas las manifestaciones y concentraciones de apoyo que se convoquen. «Es un drama para Burgos», dice José. Ángel recuerda la cantidad de familias que vinieron del campo a trabajar a la empresa. Insiste en que la cárnica burgalesa es un beneficio para toda la ciudad porque da trabajo a mucha gente y es «un símbolo de Burgos». Ambos aseguran que muchos de sus amigos han trabajado en Campofrío o tienen familiares en la plantilla. «Ahora veremos si las administraciones se retratan y ayudan como tienen que ayudar para que siga en Burgos», concluye, mientras se gira para hablar con un par de trabajadores jóvenes que están preguntando a miembros del comité de empresa cuándo vuelven a quedar.

Lo cierto es que es evidente el temor de los trabajadores de Campofrío, una empresa que ahora tiene capital mayoritario de China y México. Por eso, el secretario del comité de empresa de La Bureba, la factoría calcinada, Víctor Martínez, reclamaba ayer una respuesta «clara, rápida y definitiva de las aseguradoras para empezar a construir» y reclamaba a las administraciones la puesta en marcha de «exenciones fiscales». También advertía de la situación de algunos empleados que no disponen de dos años de prestación por desempleo, el tiempo para levantar la nueva la fábrica, para los que pidió una compensación económica.