«La filantropía en África está muy bien, pero hay que invertir para crear riqueza»
José Manuel Madero, presidente y director general de Monsanto para Europa, Oriente Medio y África, apunta que los países pobres deberán multiplicar sus rendimientos agrícolas y los ricos lo harán en menor medida, de manera sostenible
javier nates
El mexicano José Manuel Madero Garza, sexta generación de una familia vinculada con la minería, se graduó incluso en esta ingeniería, aunque ha desarrollado su labor en campos tan diversos como medios de comunicación, capital privado, negocio inmobiliario, productos de consumo, alimentación y, finalmente, desarrollo ... agrícola. Cree que la agricultura puede hacer mucho por el progreso de la sociedad en los países más pobres. «Hoy no me veo fuera de la agricultura», declara.
— Como responsable de Monsanto para Europa. ¿Que diferencia ha encontrado respecto a otras áreas geográficos en los que ha trabajado?
— Más que diferencias, creo que hay que hablar de las oportunidades que tiene la región, que son innumerables. Existe una Europa occidental muy avanzada como Francia, Alemania, España o Italia, con altos niveles de tecnificación. Y existen países el este de Europa, como Ucrania o Rusia, con oportunidades para aumentar los rendimientos.
— Su compañía es conocida principalmente por la biotecnología, pero hay mucho más detrás. ¿No es así?
— Efectivamente. Monsanto es muchísimo más que organismos modificados genéticamente (OGM). La biotecnología ha demostrado ser una herramienta muy útil, no sólo en el aspecto económico para el agricultor, sino ambiental y de salud. Tenemos cultivos en más de treinta países, donde se utilizan cultivos biotecnológicos en más de 175 millones de hectáreas y buenas perspectivas de seguir creciendo. Pero, como decía, vamos mucho más allá: nuestros trabajos de mejora del material genético nos permite maximizar el potencial de los cultivos que desarrollamos como maíz, soja, algodón, colza de primavera y hortalizas. También aportamos protección de cultivos, así como una de nuestras últimas novedades: las plataformas biológicas.
— ¿En qué consisten estas plataformas?
— Se trata de aprovechar microorganismos que están presentes en la naturaleza y que ayudan a proteger aún más los cultivos contra enfermedades, insectos e, incluso, contra la sequía. Estos productos microbianos se aplicar en semillas y cultivos.
— Recientemente Monsanto ha comprado The Climate Corporation. ¿Cuál va a ser su aplicación en la agricultura?
— Es una plataforma en la que hemos invertido mucho. Su finalidad es llevar a cabo una intersección entre nuestros productos y los datos analíticos que nos proporciona esta compañía. Hasta ahora, un agricultor tomaba sus decisiones en base a su experiencia o intuición; ahora gracias a The Climate Corporation -que posee una base de datos y algoritmos importantísimos que analizan información del clima-, se le ofrece al agricultor la información más idónea. De este modo, le ayudamos aún más a potenciar el rendimiento de sus cultivos. Al igual que lo que veníamos haciendo con los sistemas de agricultura integrada, que hemos agrupado y comercializamos bajo la marca FieldScripts. Este sistema permite analizar el campo y determinar cuál es el mejor híbrido y la densidad del número de plantas más adecuada en cada zona del terreno. Pero dependiendo del terreno se puede aumentar. Esas densidades variables aumentan el rendimiento.
— ¿Tienen cuantificados los incrementos que aportan estas plataformas?
— En Estados Unidos, donde los rendimientos ya son de por sí muy elevados (10,5 toneladas de maíz por hectárea) hemos notado mejoras adicionales de entre un 4% y un 8%.
— ¿Qué opina de la normativa de la UE respecto a los organismos modificados genéticamente?
— En Europa no vemos un futuro alentador respecto a la biotecnología. Nuestra política como compañía es volcarnos con aquellos países donde hay voluntad política, marcos regulatorios predecibles y un liderazgo de los agricultores para adoptar esa tecnología.
— ¿Y qué futuro se le presenta por tanto a la agricultura europea sin OGM?
— Creo que la agricultura europea puede verse beneficiada por los avances en sistemas de estudio del clima y los sistemas de agricultura integrada. El futuro va por este camino, pero tenemos que reconocer que la agricultura esté en diferentes niveles según las distintas regiones. No es lo mismo Europa que África, por lo que es necesario adaptarse a las necesidades de cada país.
— ¿Cuál es el principal proyecto en el que están implicados?
— En África. Este continente es estratégico para la compañía , para el mundo y para la agricultura de los próximos años. Estamos trabajando en países como Nigeria, Burkina Faso, Etiopía o Zambia y no lo hacemos como un asunto meramente filantrópico. La filantropía está muy bien -nosotros también intervenimos-, pero hay que enfocar el tema como un modelo de negocio sostenible que permita a estos agricultores pasar de cosechas de 1 ó de 1,5 toneladas por hectárea a 6 ó 7 toneladas, y lograr un círculo virtuoso que permita, no sólo alimentar a los habitantes de este país, sino ser capaces de exportar y crear riqueza.
— ¿Y se están obteniendo resultados satisfactorios?
— En países como Burkina Faso se han logrado cambios espectaculares. El cultivo del algodón era importante en términos de área, pero la producción era escasa por la alta cantidad de insectos que obligaba a un empleo masivo de insecticida (se requerían de 12 a 14 aplicaciones por hectárea), con el consiguiente alto coste medioambiental y de salud. Gracias a la biotecnología, en apenas siete años se ha convertido en exportador de algodón. Estuve en este país hace cuatro meses y los agricultores me decían que gracias a este cambio sus hijos van a la escuela y ya no trabajan en el campo.
— ¿Cuánto invierte Monsanto en investigación y desarrollo?
— El pasado año invirtió 1.533 millones de dólares, o lo que es lo mismo, 4,2 millones al día. Y en los próximos años prevemos aumentarla en un 10%. Somos la compañía que más invierte en I+D del mundo en términos de agricultura. Estamos por delante de muchas farmacéuticas.
— ¿Qué diferencia a Monsanto de otras compañías del sector?
— Tenemos un sistema integrado que nos permite interactuar con el agricultor. Monsanto no hace otra cosa que agricultura. No sé si otros competidores tienen el mismo nivel de implicación. Nuestro cliente final es el productor. Cada día estamos profundizando más a nivel de conocimiento para que los agricultores tengan éxito, porque ellos, al final del día, son los que nos llevan la comida a la casa.
— ¿Qué opina de la etiqueta que pesa sobre Monsanto?
— No me gusta que se nos etiquete, es injusto. La gente que nos conoce y sabe lo que estamos haciendo tiene un respeto brutal por nuestro trabajo. Me siento muy orgulloso de todo lo que hacemos, inclusive la biotecnología que ha permitido incrementos de producción enormes. Lo he presenciado en Australia, Argentina, Paraguay, Brasil, Honduras, Colombia, Filipinas, etc. Somos además una compañía responsable. Hace dos años recibimos el reconocimiento del instituto independiente Great Place to Work («Mejor sitio para trabajar»), que nos situaba en el puesto número 14 entre las multinacionales. En 2013 subimos hasta el puesto número 12. A nivel de países ocupamos el séptimo puesto en Bélgica, el decimoquinto en Francia y el vigésimo segundo en Holanda. En Rumanía se nos ha reconocido como el «mejor empleador», según Aon Hewitt.
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