tribuna

Guy Sorman: «Responder de verdad al tema de la desigualdad»

Para el ensayista, la renta mínima universal es una solución alternativa para «unos Estados del bienestar agotados» y una respuesta a la falta de equidad. «Solo falta la audacia política para someterla a voto», destaca.

guy sorman

La justicia social no es de este mundo, pero los pueblos la reclaman. A juzgar por las elecciones recientes en países tan diversos como Alemania, Chile y Corea del Sur, esta exigencia de justicia e igualdad se impone actualmente a la del crecimiento. Angela ... Merkel ha hecho campaña sobre el tema de la igualdad social, y para gobernar se ha aliado con los socialdemócratas, que han logrado que se establezca un salario mínimo nacional. Aunque es de derechas, la presidenta coreana , Park Geun-hye , apuesta por el igualitarismo y sataniza a las grandes empresas, que son los motores del éxito económico de su país. En Chile, Michelle Bachelet acaba de ser reelegida con promesas de inspiración socialista y da la espalda a 25 años de dinamismo liberal. Recordemos finalmente la reciente diatriba del Papa Francisco, mencionada en estas páginas el 8 de diciembre, contra una economía de mercado que solo generaría injusticia.

Estos acontecimientos esbozan una tendencia actual que no se deriva solo de la ideología: resulta que, incluso en las fases de crecimiento, desde hace 30 años las desigualdades de renta aumentan en todas las economías de mercado. Los salarios de la clase media se estancan , mientras que las rentas de los más ricos alcanzan máximos. Nos planteamos dos explicaciones principales para esta diferenciación de las rentas cada vez mayor: la cualificación técnica y científica de las personas con mayor formación les garantiza una ventaja en el mercado del empleo, mientras que las que trabajan en el mercado mundial ganan unas sumas a la medida de este mercado, que no pueden compararse con las de las que permanecen confinadas a las fronteras locales o nacionales.

Pero las explicaciones no satisfacen las exigencias populares. ¿Qué podríamos proponer, como discurso electoral o práctica política, que hiciera que las diferencias de ingresos sean más aceptables, sin romper el dinamismo del mercado , que es lo único que garantiza el crecimiento? En la izquierda, tradicionalmente, el igualitarismo pasa por el salario mínimo en los escalones más bajos, y por la confiscación de rentas en los más altos . Pero esta mecánica igualitaria produce en realidad más efectos perversos que justicia social, ya que el salario mínimo legal , si supera los salarios efectivos, excluye del mercado de trabajo a los menos cualificados. Es el caso de Francia, donde se ha demostrado que cualquier incremento del salario mínimo hace que aumente el paro entre los jóvenes no cualificados. En EE.UU., el bajo salario mínimo federal -al igual que en los estados donde existe uno- facilita el regreso al trabajo al final de la crisis, a pesar de la campaña actual del presidente Obama para aumentar de forma significativa este mínimo federal. Por otro lado, el impuesto progresivo sobre la renta o sobre el capital provoca en todas partes una fuga de capitales y de empresarios.

En la derecha, la respuesta al tema obsesivo de la desigualdad es, por lo general, la mejora de las calificaciones escolares. Pero es más fácil invocarla que instaurarla y, de todas maneras, sus efectos son lentos. Los más clásicos se ciñen al no intervencionismo: el mercado crea riqueza y la redistribuye, pero esto es ahora relativamente inexacto.

Deseamos, por tanto, que la izquierda renuncie al igualitarismo por sistema y la derecha al igualitarismo beato para que unos y otros propongan una respuesta nueva a una situación inédita. Es posible. En la panoplia de los economistas hay al menos un instrumento que nunca se ha utilizado, quizás porque no es ni de derechas ni de izquierdas: el impuesto negativo sobre la renta, también llamado renta mínima universal.

Según el modelo inicial, tal y como fue propuesto por Milton Friedman hace 50 años, cualquier ciudadano o residente legal debería pagar un impuesto sobre la renta a partir de un determinado umbral correspondiente a una vida decente, y por debajo del umbral, se le pagaría para llegar a ese umbral. Esta renta mínima pagada por el Estado sustituiría a todas las ayudas y subvenciones ya que se considera que cada uno es capaz de usar de forma responsable lo que se le garantiza.

La renta mínima universal es una opción ética (los ciudadanos son responsables y no dependientes) y económica; el Estado no interfiere en el mercado. La renta mínima universal es una solución alternativa para unos estados del bienestar agotados y una respuesta al tema de la desigualdad. Solo falta la audacia política para someterla a voto.

Guy Sorman: «Responder de verdad al tema de la desigualdad»

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