españa, cambio de ciclo
Fundamentos para la recuperación
El Gobierno ultima su nuevo Programa de Estabilidad que presentará en abril a Bruselas con nuevas previsiones de crecimiento y déficit público para 2013
maría jesús pérez
Habrá nuevo cuadro macroecónomico más acorde con la verdadera situación del país inmerso aún en un entorno de crisis internacional. Y es que se runruneaba en los pasillos del Congreso ya la semana pasada, lo adelantaba el ministro de Economía, Luis de Guindos, estos días ... pasados, y lo ha refutado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, solo un día después. No hay cifras oficiales, pero sí estimaciones sobre la mesa. El equipo económico del Ejecutivo español lleva semanas ultimando un nuevo Programa de Estabilidad, que incluye las nuevas previsiones de PIB, la nueva senda de reducción del déficit y la tasa de paro.
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Un nuevo «cuadro macro» con previsiones «más conservadoras», pero que harán «creíble el cumplimiento del déficit público» apalabrado con la Comisión Europea, acompañado de la implementación de las reformas aún pendientes. Así lo explicaba, el pasado lunes, Luis de Guindos en el programa La Linterna de Cope. Entonces, el titular de la cartera de Economía eludía concretar qué descenso del PIB incluirían las nuevas proyecciones para este año (hasta ahora el Gobierno mantenía una caída poco creíble, pero «votada» y defendida por el ministro Cristobal Montoro en Bruselas, del 0,5%), pero sí admitía que tendrían en cuenta el entorno internacional «más complejo», especialmente en la zona euro. Para 2014 -dijo- «veremos un crecimiento cercano al 1%».
Se baraja una horquilla para el déficit público de entre el 5,5% y el 6,7% del PIB
Según ha podido saber ABC, en Economía manejan varias cifras, tanto de PIB, como de déficit púlico como de paro, dependiendo del escenario que finalmente «le toque vivir» al país. Así, estudian, por un lado, previsiones acordes a un escenario de recuperación esperado —el más optimista— y, por otro, previsiones para un escenario de recuperación pero afectado por factores externos, el más pesimista.
En el caso de las previsiones para un escenario de recuperación esperado, el equipo económico del Gobierno contempla para 2013 una caída del PIB español del 1%, mientras que en un escenario afectado por situaciones externas prevé una caída del 1,8%.
Fuentes bien informadas aseguran que para el Ejecutivo la amplitud de esta horquilla reposa sobre la evolución de cuatro elementos: primero, la velocidad del desapalancamiento del sector privado; segundo, el comportamiento del crédito a las empresas y a las familias; tercero, lo que suceda con el déficit público, y cuarto, la marcha de la coyuntura económico-financiera de la zona euro. De esas cuatro condiciones, las tres primeras son influenciables por la acción económica del ejecutivo y, en consecuencia, si este adopta medidas para impulsarlas, la recuperación será más rápida.
Chipre es única y excepcional
Mucho se cuidan en el Gobierno, dicen las mismas fuentes, respecto a la última condición, no controlable en cualquier caso. Factores externos, por cierto, que podrían presentarse sin previo aviso y dar al traste, de nuevo, con el mejor de los pronósticos.
Y dicho y hecho. Con el desaliento para los ánimos que supone un nuevo rescate de un país de la zona euro —Chipre—, y el temido y consecuente «contagio» que ello podría provocar sobre todo en los países periféricos —entre ellos, España—, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se veía obligado a salir a la palestra para dejar constancia ante todo el país de que España sigue a su ritmo y con sus quehaceres en el corto y medio plazo. «La situación de Chipre es única y excepcional. Y como tal ha sido tratada. Las soluciones válidas para Chipre son una excepción que no son válidas para otros países », zanjó el presidente del Ejecutivo español acompañado de su homónimo francés, François Hollande, momentos antes del duelo futbolístico que enfrentaba a ambos países en París el pasado martes 26 de marzo. Rajoy no quiere que de ningún modo cualquier acontecimiento externo pueda empañar su nuevo cuadro de previsiones, que entre varios miembros del Gobierno han intentado ir deslizando a la opinión pública.
La caída del PIB en 2013 estaría entre el -1% y el -1,8% en el peor de los casos
El primero, de nuevo, fue el ministro de Economía y Competitividad. « Hay algunas luces al final del túnel », señalaba el ministro español en una entrevista concedida al diario alemán «Die Welt», elegido muy a sabiendas de dónde había que trasladar el mensaje. «Las reformas acometidas por el Gobierno, aunque dolorosas en el corto plazo, darán fruto». Fue entonces cuando adelantó por primera vez que la economía española podría registrar en el cuarto trimestre de 2013 «un ligero crecimiento respecto al trimestre anterior», en un momento en el que los mercados empezaban a percibir que las finanzas públicas son sostenibles, «esto crea confianza», comentaba Guindos, quien destacaba además que «para el Gobierno español ya es más fácil captar financiación en los mercados internacionales y las empresas españolas cada vez obtienen crédito en términos más favorables».
No en vano el ministro ya estaba barajando nuevas cifras con las que relanzar la economía española. Así, tal y como desvela un informe de Freemarket, «España: los tiempos están cambiando. Hacia el fin de la recesión», la principal incógnita macroeconómica es el cierre del déficit de las Administraciones Públicas en 2013. «En nuestra opinión —explica María Gómez Agustín, directora general de Freemarket Corporate Intelligence— el objetivo proyectado por el Gobierno para este ejercicio, 4,5% del PIB, resulta inalcanzable, incluso si la Unión Europea acepta su elevación hasta el 5,5% del PIB. Las medidas adoptadas hasta el momento, asumiendo que la ratio déficit-PIB se situó en 2012 en el 6,7%, son insuficientes para cumplir la previsión gubernamental de déficit con unas estimaciones de crecimiento económico como las formuladas por el propio Ejecutivo. Si el PIB se contrae con mayor intensidad, como sucederá, el desequilibrio financiero de las Administraciones Públicas planteado por el gabinete es un ejercicio de hacienda-ficción».
A partir de estos parámetros, el escenario de recuperación esperado descontaría una débil pero relativa mejora de las condiciones de financiación a los agentes económico domésticos, la ausencia de tensiones en los mercados de bonos lo que supone la ausencia de una nueva crisis de deuda y la intensificación de la entrada de inversión exterior en España.
Mientras, el escenario de recuperación afectado por factores externos implicaría que ninguna o la mayoría de esas condiciones se incumpliría, lo que supondría que la recesión se mantiene durante el último trimestre del año y se prolongaría, «ceteris paribus», a 2014. La verificación de esta hipótesis exigiría que el Gobierno no hiciese nada en 2013 o que la Eurozona se viese azotada por una tormenta similar a la registrada en el verano de 2012. Aunque esto no es imposible, no parece probable. En suma, coincide Gómez Agustín con el Gobierno que la economía española comenzará a salir de la recesión en el último trimestre de 2013. Ahora bien, «la intensidad de la misma depende de manera crítica de la existencia de crédito para las pymes y, también, de la introducción de medidas adicionales que permitan confiar en una disminución sostenida del déficit público».
En este marco, la principal asignatura pendiente del Gobierno es la de diseñar y ejecutar una estrategia fiscal y presupuestaria consistente con la estabilidad de las finanzas públicas y con el crecimiento de la economía. La composición del paquete de ajuste implantado por el Gobierno no garantiza una reducción permanente del trinomio gasto-déficit-deuda y las elevaciones de impuestos introducidas penalizan la actividad productiva y retrasan el desapalancamiento de los hogares y de las empresas al restarles recursos en un contexto de falta de acceso al crédito.
En definitiva, el mayor peligro para España sería sucumbir a una fatiga reformista, esto es, considerar los ajustes estructural y presupuestario terminados. «Ello sería un error e impediría la cristalización de los denominados “brotes verdes”, término poco afortunado pero gráfico, de la economía nacional y sería un ejercicio de autocomplacencia poco justificable. Todavía queda mucha tarea por hacer, profundizar en el camino emprendido para fortalecer la credibilidad de la política del Gobierno y la confianza de los mercados», concluye Gómez Agustín.
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