EL DERBI
Vendaval de media hora que basta
El Madrid salió como una bala y le dio al Atlético. Los rojiblancos se fueron arriba con todo, pero los de Mou no les dieron un solo metro para la reacción
JOSÉ MANUEL CUÉLLAR
Lo que tiene la mente: te ves enfrente a un equipo que viene de mojarle la oreja a todo un Milán y, quieras o no, das uno, o dos pases atrás. Y estás muerto, más que muerto porque ya dejas en el camino ... hacia atrás claves decisivas: no presionas a la fábrica de juego contrario, metes a los dos pivotes junto a la defensa y todos los rebotes y segunda jugadas son del rival, que te muerde, te encima y no te deja salir.
El Atlético salió coartado, tímido, acomplejado, como tantas otra veces que ha pisado el Bernabéu (de ahí que lleve once años sin ganar aquí). Y el Madrid va como una moto. Tiene todos los mecanismos muy asimilados a pesar de que lleva poco tiempo de competición y el desajuste rojiblanco hizo el resto.
No se puede dejar pensar a Xabi Alonso ni presionar a Khedira para ver si hay posibilidad de robar y dar bola a Agüero y Forlán, que se pasaron media hora sin oler el balón. En esa presión de media hora en la que ni pudo salir ni desahogar debidamente su zona, el Atlético acabó ahogándose.
No lo hizo antes porque sus centrales , cuestionados antes de empezar, respondieron con solvencia a la lluvia de centros lanzados desde los costados por los blancos. Pero el acoso fue tal que la muralla rojiblanca se vino abajo con prontitud. Un mínimo rebote y llegó Carvalho para fusilar a De Gea.
A diferencia de otros años, el Madrid se fue directo a la yugular del eterno rival con olor a presa y sangre en la mirada. El equipo de Mou puso tierra por medio seis minutos después en una falta de Ozil donde se demostró que De Gea es muy bueno pero que aún le falta: balón al palo del portero es del portero, dice la ley universal del fútbol. Ozil la tiró bien y De Gea la vio mal. Ni siquiera se estiró, estatua que mandó a su equipo a la pendiente, lejos de las loas y los halagos que le hubieran dado la victoria.
Valentía atlética
Si algo se puede decir de los rojiblancos es que, desde ese momento, decidieron vencer o morir en el intento. Adelantaron líneas, formaron una medular de cuatro con la gente de los costados y niveló la situación. Lo hizo con fervor y poco acierto en los metros finales y, cuando lo tuvo, se encontró con Casillas, que son palabras mayores, aún lejos de su colega de la otra puerta.
Con ese colchón de dos goles, el Madrid decidió irse a la contra. «Ven a ver qué sabes hacer», pareció decirle al Atlético. Y los de Flores se fueron con mucha fe, con Tiago controlando el encuentro pero con mucho riesgo porque una contra decidía el partido.
Estuvo el Atlético al borde del abismo durante todo este periodo, a expensas de que Ozil les pillase con balón controlado y las dos balas de arriba. Empero, es que no les quedaba otra. En el dominio atlético se destacó Carvalho, que estuvo excepcional en todos los terrenos: cortes de todo tipo, fuerte en el juego aéreo y cerrando infinidad de caminos.
El Atlético estuvo heroico pero el Madrid fue impecable en su practicidad. Guardó bien su puerta sin dejar subir a sus laterales y el tiempo se le iba a los visitantes. Al final, los rojiblancos se quedaron sin un mínimo premio. Algo más merecieron.
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