Carlos Pich Martínez - Tomar por la Lúa

Mástiles IMOCA, vaya palo

Sin decirlo abiertamente los equipos han reducido sus días de entrenamiento. Nadie quiere ver como una rotura les pone en una lista de espera de muchos meses

En la asamblea de la clase IMOCA en 2012 se votó que el mástil y la quilla fueran monotipo para los barcos nuevos desde esa, con el doble propósito de controlar costes y no se entrará en una carrera técnica costosa y complicada para la ... estructura de los equipos.

Se firmó un contrato de exclusividad con la empresa francesa Lorima, que se convertía en el proveedor exclusivo de mástiles para la flota IMOCA. Su plan de producción era poder fabricar un mástil cada ocho semanas, o sea 6-7 al año. Además, Lorima debía tener un mástil de recambio en stock para posibles desarboladuras de la flota existente.

En el periodo 2016-2020 se consumieron un total de 19 mástiles entre los ocho barcos nuevos que se construyeron y la compra de mástiles de recambio. Todos ellos fabricados con el único molde existente sin problemas en los plazos de entrega. Pero desde principios de 2021 las cosas se han complicado debido al boom que supuso la pasada Vendée Globe. Además, otros astilleros clientes de Lorima también han aumentado considerablemente su demanda de productos.

Por una parte, se están construyendo ¡¡trece!! barcos y otros tres desarbolaron en la reciente Transat Jaques Vabre, además de equipos que quieran sustituir el suyo actual. Los plazos están siendo muy largos y sonaron las alarmas. Además, Lorima ya no dispone de la unidad que por contrato debe tener en stock para sustituir mástiles rotos. Esto aconsejaba al fabricante construir un segundo molde para aumentar la producción, aunque con problemas para contratar a mano de obra debido a la falta de especialistas en composites por la recuperación del sector náutico.

Para agilizar la producción, se ha barajado que Lorima subcontrate el uso del segundo molde a otra empresa especializada en fibra de carbono y composites. Los miembros de la clase IMOCA, los navegantes, ven esta posibilidad con buenos ojos. Laminados en un molde idéntico, con especificaciones muy detalladas de construcción y los severos controles de medición a que son sometidos por la clase, se considera que las posibles diferencias son despreciables, y que también pueden existir en dos mástiles salidos del mismo molde.

Sin decirlo abiertamente los equipos han reducido sus días de entrenamiento. Nadie quiere ver como una rotura les pone en una lista de espera de muchos meses. Un ejemplo es el de Fabrice Amedo, quien el pasado mes de diciembre formalizó un pedido a Lorima para disponer de un mástil de recambio en caso de romper el suyo actual… pero deberá esperar ¡hasta junio de 2023!

Parece una paradoja que los 200.000 euros que cuesta un mástil, para un barco nuevo por el que se pagan unos 6 millones, tenga en jaque las campañas deportivas con unos contratos millonarios de patrocinio. Menos mal que en un año y medio parece que estará resuelto.

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