Las (muy) diferentes varas de medir
Ni los test ni los presupuestos son iguales. Los médicos- detectives tienen la sensación de que siempre van por detrás
JUAN FRANCISCO ALONSO
Los discursos sobre el dopaje tienden a menudo a las mayúsculas, a los conceptos huecos. «Estamos limpios», cosas así. O, en el caso de los deportistas: «Ya sabes cómo soy yo, ya sabes cómo funciono». Pocas veces se desmenuza el terrón, al menos en público, ... incluso cuando sabemos que el diablo siempre está en los detalles. Sin duda, se realizan muchos controles, cientos en cada deporte. Y se gasta dinero: en el caso del fútbol español, donde no se hacen análisis de sangre ni tampoco específicos de EPO, la RFEF destina 160.000 euros cada temporada. Pero lo cierto es que no todos los test son iguales. Ni tampoco todos los deportes se acercan con la misma obsesión al problema.
«Los médicos de atletismo y ciclismo son los que más saben de los límites entre lo que es ayuda legal y lo que no lo es», afirma un especialista en la lucha contra el dopaje. Saben del peligro de la frontera. Y quizá por eso ambos deportes aletean cada día, cada competición, en la zona más tenebrosa del océano: son los más vigilados y, a la vez, los que más profesionales aportan a las comisiones de control.
La Unión Ciclista Internacional (que en cuatro años —2006-2009— ha multiplicado por tres los test realizados) y la Federación Internacional de Atletismo impulsan el «pasaporte biológico» desarrollado por la Universidad de Lausana con patrocinio de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). Se trata de un modelo de predicción en materia forense similar al que los CSI utilizan para identificar el ADN en escenarios de crímenes. Lo cuenta Juan Manuel Alonso, director de los Servicios Médicos de la Federación Española de Atletismo: «El programa informático guarda todos los parámetros posibles de los análisis de sangre que se le hacen periódicamente al deportista. Cuando el sistema de predicción matemática detecta algún cambio excesivo, da la alarma. Tenemos 5.000 muestras válidas desde 2005, y un 11 por ciento son anómalas (no quiere decir positivas). Acabamos de empezar con ese trabajo, laborioso y caro». Solo tenemos presupuesto para seguir a sesenta atletas en el mundo. La UCI lo aplica a más deportistas, pero ellos tienen más dinero».
Un médico deportivo español afirma: «Lo que está de moda no lo conocemos. Los laboratorios no encuentran lo que no saben que tienen que buscar. La EPO (proteína que estimula la creación de glóbulos rojos y la oxigenación de la sangre) pertenece al pasado. Incluso la EPO CERA, tercera generación del producto, tiene ya cinco o seis años, así que lo más probable es que haya una cuarta generación de sustancias que no sabemos que existen». Y en ese filo de la imposible se mueven investigadores, deportistas y federaciones, que dedican enormes cantidades de dinero a controles a menudo poco útiles.
El precio de saber
Un operativo para un control normal de orina cuesta 2.000 euros (médico, contenedores, control de PH, transporte, laboratorio...). Si el test es de EPO, el presupuesto se multiplica por tres. De hecho, el fútbol español no realiza análisis específicos de EPO, porque son más caros y porque piensan que es una sustancia infrecuente en profesionales. Tampoco hacen controles de sangre porque, según David Cornejo, secretario de la Comisión Antidopaje, no hay un mecanismo establecido ni presupuesto para hacer controles y transportar la sangre en condiciones de seguridad.
Pero, ¿qué diferencia hay entre los test de orina y los de sangre? Lo explica un especialista en medicina deportiva, que, como muchos de los consultados, prefiere hablar desde el anonimato «hasta que pase la tormenta». «En los controles de orina en competición se buscan anabolizantes, estimulantes, diuréticos, agentes enmascarantes, clembuterol o productos contra el asma. Los controles de orina específicos de EPO son menos frecuentes. En los test sanguíneos, se persiguen rastros de EPO, autotransfusiones (más difíciles de hallar que cuando se utiliza sangre de otras personas) y en la búsqueda de moléculas de otros productos, como EPO CERA.
Mejor fuera de competición
Los detectives de la sangre rastrean valores sospechosos en el hematocrito (porcentaje de glóbulos rojos) y en el volumen de reticulocitos (glóbulos rojos jóvenes: es tan extraño el exceso como la ausencia, habitual un tiempo después de tomar EPO). Y, al cabo, siempre les queda la misma pregunta: «¿Me la estarán metiendo doblada?», según uno de los vigilantes del sistema. O, al contrario: «¿Nos estamos pasando? ¿Sabrán actuar los jueces o los policías en esa frontera gris entre lo legal y lo ilegal?».
Otro elemento clave para valorar la eficacia del control es cuándo se hace. Un especialista lo deja claro: «Son mucho más útiles fuera de competición». Bastan microdosis de EPO en una etapa concreta del Tour para recuperar los niveles altos de glóbulos rojos, trampa casi indetectable a no ser que se ejecute el análisis pocas horas después de la carrera. En el tenis no se realiza ningún test sanguíneo fuera de competición, y muchos jugadores se quejan de la excesiva presión de la Agencia Mundial Antidopaje. Nadal y otros jugadores criticaron recientemente tener que estar disponibles una hora al día para pasar cualquier test que se les solicite, algo complejo ya que dónde van a estar al día siguiente depende de si han ganado o perdido la tarde anterior.
Hace poco más de un año, Andre Agassi introdujo una nueva sombra de sospecha en el sistema. Afirmó que, en 1997, consumió metanfetamina, una droga que aumenta la agresividad. Y añadió que la ATP, organismo que rige el tenis profesional masculino, aceptó tapar el escándalo sin sancionarle.
Los médicos admiten que el esfuerzo es más relevante en atletismo y ciclismo, lo que junto a su historia negra avala una mayor exigencia en los controles. En otras especialidades parece que se va más despacio. He aquí la respuesta lacónica de la Premier League a Emili J. Blasco, corresponsal de ABC en Londres: «Hemos realizado 1.342 pruebas la temporada pasada en todas las ligas profesionales. Sobre todo de orina, un poco de sangre». En la Federación Española de Baloncesto se hacen «aproximadamente» 400 test de orina al año.
En cuanto a la AMA, cada año sitúa bajo su lupa una lista de sustancias aún no incluidas en los métodos prohibidos, pero que pueden aportar «pautas de abuso en el deporte». En 2011 vigilarán varios estimulantes y narcóticos. La «lista negra» oficial se afina sin pausa, aunque los especialistas la comparan con una manta corta... siempre se cuela el frío.
Noticias relacionadas
- Médicos de doble vida
- Políticos con los ojos vendados
- El dopaje: un enemigo a batir
- Eufemiano Fuentes desmiente que dudara de la limpieza de la selección de fútbol
- Lissavetzky: «Odriozola está en su derecho de seguir»
- El fútbol está bajo control
- Marta lo niega todo
- El apocalipsis, según los Fuentes
- Marta Domínguez: «En mi casa no había sustancias prohibidas»
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete