Las claves de la derrota de Nadal

Vacío y sin energía El propio balear reconoció en la rueda de prensa posterior al duelo que no tenía chispa , que le faltaba energía. «No me moví tan bien como me suelo mover. Siento que él estaba teniendo demasiado éxito con cada golpe», analizó. Desde los primeros compases se vio una desigualdad evidente y Nadal nunca estuvo a la altura de la final. En las rondas anteriores no necesitó demasiado porque se le exigió muy poco salvo en el duelo con Milos Raonic de cuartos de final.

Generoso con el saque A Nadal le falló el servicio, demasiado condescendiente ante un restador de semejante tamaño. Lo perdió en tres ocasiones y, por contra, jamás inquietó el de Djokovic. De hecho, el número uno sólo se procuró una bola de break en el juego inicial que no convirtió.

Exceso de errores El español terminó con veinte errores no forzados, demasiados para una final que duró una hora y 24 minutos. Vivió a expensas de lo que le proponía Djokovic y estuvo más pendiente del rival que de su propio juego. Y el serbio fue capaz de moldear su estilo y proponer muchas novedades para acabar atrapando a la presa.

Irregular en el cemento Nadal ha salvado la gira por el cemento americano con una tercera ronda en Indian Wells y con la final de Miami, 645 puntos en total. Sin embargo, le ha faltado continuidad en su juego y sentirse seguro en los golpes, demasiado cortos y blandos en su pelea con Djokovic. Por fin abandona la pista dura para centrarse desde ya en la tierra europea.

Anulado por Djokovic De golpe, se vuelve a girar la inercia y ahora es Djokovic el que domina esta rivalidad histórica. Llevan 40 capítulos entre ambos y el serbio se acerca (22-18) después de llevarse los tres últimos. Además, tanto en Pekín como en Londres como en Miami se ha impuesto con suma facilidad, recordando aquella racha de siete triunfos del tirón que atormentó al mallorquín. Eso sí, siempre en cemento, aunque ahora parece que está listo para el desafío terrestre.