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Djokovic encoge a Nadal
El serbio se proclama campeón en Miami después de atropellar a un número uno desbordado en todo momento (6-3 y 6-3)
enrique yunta
Miami sigue en el debe de Rafael Nadal, torneo que se le resiste y que esta vez se le esfumó en la enésima batalla que mantuvo con Novak Djokovic. Interminable esta rivalidad, la más repetida de la historia del tenis , el serbio exhibió ... músculo en el cemento de Crandon Park y alzó su segundo Masters 1.000 consecutivo después del éxito de Indian Wells , liberado a partir de la victoria en el desierto californiano y peligrosísimo siempre que el viento sopla a su favor. [Así lo hemos contado]
Djokovic ganó sin discusión (6-3 y 6-3) y se acerca al ático que todavía mantiene Nadal, líder de la ATP con un margen de 1.920 puntos. El balear, sin embargo, se contenta porque en los próximos meses el circuito se mueve por la tierra europea y ahí sigue siendo el rey, condición indiscutible que se ha ganado a pulso después de tantos años mordiendo plata.
El capítulo 40 entre Nadal y Djokovic careció de la emoción de episodios anteriores, muy desnivelado el pulso a partir del primer break de la tarde. Nadal tuvo opciones de quebrar en el juego inicial, pero ya nunca más ofreció argumentos y se le escapó Djokovic sin que el balcánico necesitara mucho más que alterar su juego y aguardar el fallo.
Sostenido por ese maravilloso revés, un impacto que también puede ser estético cuando se usan las dos manos, en 39 minutos finiquitó el primer parcial entre el murmullo de la gente, contrariada por el escaso nivel y el poco nervio de Nadal desde esa rotura del sexto juego.
Los golpes del número uno dejaron de dañar y estuvo toda la cita buscando un remedio a algo que se antojaba imposible, condenado a una derrota previsible por las circunstancias y por su expresión facial. Nadal no era Nadal y ni se le parecía, minimizado en el frondoso escenario de Cayo Vizcaíno.
No hubo «¡vamos!» estruendosos ni épicas que resaltar en el zurdo, lastrado incluso en los peloteos largos cuando siempre suele sacar beneficio en los puntos de largo recorrido. Con su saque descubrió la virtudes de un restador implacable y vertiginoso y con el de su enemigo vivió pegado a la pared, lejísimos de la línea de fondo y a merced de las bolas que recibía. De lado a lado de la pista, el español se llevó una lección tremenda, tan claro el resultado que esta vez no hay nada a lo que agarrarse, nada que lamentar.
El paisaje pasó de gris a negro oscuro en los prolegómenos del segundo set. Nadal se enredó de nuevo con su saque, perdido de muy mala manera, y a Djokovic se le despejó el camino al cielo, autopista sin trampas ni peajes que entorpecieran su ruta triunfal.
Jamás se intuyó el despertar del ganador de trece grandes y tampoco había síntomas de debilidad en el serbio, que ha vencido en los tres últimos cara a cara entre ambos. Todos han sido en cemento, pero Djokovic parece preparado para el desafío de la arcilla, empeñado en cerrar el círculo con la conquista de Roland Garros.
Djokovic resta 1.355 puntos
Ni siquiera los gritos del palco incentivaron a Nadal, perdido en su mirada y bloqueado de piernas. Tío Toni emplazaba a su sobrino a que se moviera con mayor intensidad, pero iba al ralentí mientras Djokovic ya había puesto la directa, profundísimo y sereno para mantener el tono hasta el final.
Sin embargo, y sin restarle un ápice de valor a su excelente encuentro, hay más noticia en el sorprendente estado de Nadal, encogido y desbravado como pocas veces se le ha visto porque le jugaron como suele hacerlo él. En su mochila, y después de esta excursión americana sin trofeos, una tercera ronda en Indian Wells y la final de Miami, 645 puntos por los 2.000 que se ha apuntado su íntimo enemigo. Regusto amargo antes de ilusionarse en su paraíso de la tierra batida.
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