masters 1.000 de cincinnati
Nadal, firme hacia la cima
El balear, tras su octavo título del año, afronta el torneo de Cincinnati sin la presión de los puntos y con el US Open a la vista
laura marta
Cuando Rafa Nadal decidió tomarse unos meses de descanso jamás se le pasó por la cabeza que su regreso resultaría tan espectacular. Relegado al número 5 por su ausencia durante gran parte del año pasado, el balear afronta con una salud de hierro ... y la confianza por las nubes un final de temporada en el que solo puede sumar títulos, como el Masters 1.000 de Montreal ante Milos Raonic, buenas sensaciones y mejores resultados, sean estos cuales sean, pues no defiende puntos y todo lo que consiga en el camino será un paso más para escalar posiciones y amenazar el trono de Novak Djokovic.
El balear incluso puede soñar con el número 1 . Aunque entre el equipo de los Nadal está prohibido pensar más allá del día siguiente, del partido de mañana, habría una remota posibilidad que coge fuerzas porque el de Manacor las hace palpables. Si ganara el Masters 1.000 de Cincinnati que hoy comienza y el US Open, y Djokovic no alcanzara la final , el español regresaría por derecho propio a reinar en la ATP. No parece, a priori, sencillo, pero en el raquetero de Nadal no hay puntos que defender por lo que todo lo que logre será sumar alegrías a su palmarés y arañar centímetros a sus rivales que sí defienden mucho.
Paso a paso, Nadal ha subido una montaña en este Montreal en la que las etapas lo iban alimentando de alegrías. Después de siete semanas sin competir se mostró con dudas, razonables, porque ni su rodilla está al cien por cien ni un parón tan grande es bueno para su regularidad, pero el nivel alcanzado en este Masters 1.000 de Montreal casi le obliga a mirar el futuro con mucho optimismo . Dos juegos de incertidumbre que superó con más trabajo que brillantez porque el viento también se hizo protagonista. Mucho más tuvo que sufrir contra un valor en alza, Jerzy Janowicz, con quien ganó las buenas sensaciones que necesitaba su tenis. Su confianza y sus derechas ya habían alcanzado el nivel adecuado para vencer casi por inercia a Marinko Matosevic, inevitable su inferioridad cuando Nadal se pone serio. Hasta Novak Djokovic. La prueba de fuego en la que se libraban mil batallas en una, y la primera en el camino hacia el último Grand Slam del año.
Intensidad sin límites
Es el duelo más interesante en el mundo del tenis. Dos fuerzas de la naturaleza que le arrebatan la energía al rival, valiéndose de sus propios medios y apropiándose los ajenos, pero en la semifinal tuvo Nadal algo de lo que Djokovic adoleció:un plus de ambición . Esa que ha ido construyendo partido tras partido, dolor tras dolor, victoria tras victoria. Es la que le faltó a Djokovic en esa muerte súbita en la que ni supo aguantar su propio ritmo , el que tan alto impuso a partir de 2011 en el que se hizo inmortal y todo se medía bajo el yugo de su solvencia.
Fue Nadal, en cambio, el que aguantó mejor la intensidad de un tie break en el que muchas cosas se ponían en juego. Nadal cambió el rumbo de la inercia y puede sentirse poderoso en su nuevo estatus. Con diez finales y siete títulos , el balear ya no esconde su objetivo: ganarlo todo. Y con ese todo incluye a cualquier rival en cualquier ronda en cualquier superficie.
Así definió Nadal su encuentro con Djokovic, jugar muy bien y hacerlo a un nivel más agresivo que de costumbre:«Tomé decisiones correctas en los momentos importantes. Tanto el servicio como los golpes desde la línea de fondo funcionaron muy bien. Intenté estar cerca de la línea de fondo, entrando dentro de la pista cuando tuve la posibilidad». No hubo miedo y sí muchos recursos para entrar en territorio enemigo cuando tuvo la oportunidad, Djokovic cayó en la trampa. Su poderío en la pista le hizo conseguir la plaza en la final y, de paso, terminar con tres años de sequía ganadora ante el número 1 en cemento . Una batalla moral ganada a escasas semanas de que comience el US Open. Todo cuenta para meter presión al rival.
Seguirá sumando a partir de esta semana en Cincinnati, y continuará domando el cemento. Nadie tiene dudas de su poderío en la tierra batida, y tras su octavo título envía la presión al resto de rivales ; se ha ganado el papel de amenaza en todos los torneos. Sigue siendo Nadal, sí, pero una versión mejorada, sin vendas ni fisuras.
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