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La senda oscura de Fernando Verdasco
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Fue el rey del mundo, pero su corona no aguanta el brillo. Fue el héroe de la Copa Davis de 2008 , pero su capa luce desgastada en este 2013 en el que Fernando Verdasco no ha encontrado continuidad en su juego y sí muchos ... altibajos en su cabeza.
Terminó su participación en Montecarlo en su primera aparición. El australiano nacido en Bosnia Marinko Matosevic supo romperle los esquemas y frenar su ímpetu para terminar sentenciando a su favor por 7-5 y 6-3 un partido que se le puso cuesta arriba porque el madrileño tiene tenis, y mucho, cuando quiere. Tanto, que no tuvo problemas en liderar el encuentro en los primeros minutos, pero con 5-2 a favor, el brazo se encogió y las ideas también. Recibió 10 juegos consecutivos y la sensación de que el partido se le iba por momentos. No pudo reaccionar a tiempo y Verdasco suma su sexta derrota en este 2013 en el que solo ha ganado tres encuentros.
Oscuro el inicio de año de un tenista capaz de lo mejor y de lo peor. Aunque son siempre sus baches los que quizá más se recuerden. Desde aquel mágico momento en Argentina, recordado por el protagonista como el mejor y más especial recuerdo de su carrera, Verdasco se propuso continuar con la confianza alta y luchando por sus objetivos.
Como el resto de los mortales, el último día del año 2010, Verdasco se propuso ser el número 1. Ganó el torneo de San José, alcanzó los cuartos en Miami, perdió la final de Montecarlo ante Nadal, ganó Barcelona, fue semifinalista en Roma y terminó su temporada como cuartofinalista en el Open de Estados Unidos y entre los diez primeros del mundo. Un intento fantástico por alcanzar su sueño que se vio desbaratado por un 2011 en el que, con el mismo gran tenis de su zurda, le faltó la chispa y fue superado en todos sus intentos. Se quedó fuera del top-20.
De nuevo a finales de ese 2011 se planteó Verdasco ser mejor jugador que antaño. Con el tenis de su lado, solo faltaba un empujón de motivación y confianza. Los Juegos Olímpicos de Londres serían la meta a alcanzar. Ya en Roland Garros admitió sus firmes intenciones y todo lo que se propone con ganas acaba con agarrarlo con fuerza. Una final en Barcelona, unos cuartos en Madrid -con una victoria memorable sobre Rafa Nadal- y partidos decisivos en los que controló su raqueta y su cabeza le dieron el pase a Londres. Y sin embargo, una vez conseguido el objetivo, pareció desvanecerse como un oasis en el desierto. El madrileño acusó las ganas y terminó su participación en la cita olímpica en su primera incursión contra Denis Istomin. Un 6-4 y 7-6 (9) doloroso que no le permitió terminar el año entre los veinte primeros.
Todos los que le conocen, incluidos los rivales, reconocen en él una poderosa zurda y una mayor agresividad, que a veces, se le pone en contra. El extenista Tomás Carbonell está de acuerdo en la teoría y el tenis, tan mental, también se juega en la cabeza, principal dificultad para la regularidad de Verdasco: «Pierde la confianza en sí mismo y se va del partido». Olvidado ya Montecarlo, Barcelona espera que vuelva. Y el tenis también.
La senda oscura de Fernando Verdasco
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