ATLETISMO
Vicente Antón: «En 1993 me quité una espina en Sevilla y fue mi último maratón»
ZURICH MARATÓN DE SEVILLA
El leonés tiene el récord de victorias, con tres, en la categoría masculina de la prueba hispalense tras imponerse en 1986, 1987 y 1993
Recorrido del Zurich Maratón de Sevilla 2025: mapa y horarios de paso
Vicente Antón, junto a la delegada de Deporte, Silvia Pozo, recibiendo una distinción en la gala del 40º aniversario del Zurich Maratón de Sevilla
La historia del Zurich Maratón de Sevilla, que este domingo soplará las velas de su 40ª edición, es la de sus corredores. Las de sus miles de anónimos populares que le dan colorido, alma y emoción, pero también las de los profesionales que durante ... tantos años han hallado en el asfalto de la capital hispalense la tierra de las oportunidades. Entre los conquistadores de Sevilla sobresale el nombre de Vicente Antón Pastrana, a quien nadie iguala en el currículum de victorias. Tiene tres, la última en 1993. Cómo no, fue invitado por la organización del Zurich Maratón a la gala del 40 aniversario y allí, entre tanto ilustre veterano, recordó y fue recordado. Y, por supuesto, homenajeado como corresponde con las leyendas. «Tuve sensaciones diferentes... He ido muchas veces a Sevilla, pero no para que me dieran un homenaje por haber ganado esas maratones. A la mente vuelven los años jóvenes», reconoce el leonés en conversación con este periódico.
Sevilla es lugar fetiche y también de paso para Antón, de 65 años, ya que su mujer es gaditana, de La Línea. «Siempre que bajamos a su pueblo, paramos por Sevilla. No fallamos, así que prácticamente todos los años la visito», cuenta el tricampeón del maratón hispalense, que marcó una época cuando todo lo que rodeaba a la prueba, porque su esencia permanece intacta, en nada se parecía a lo de ahora. No obstante, ya entonces había premios en metálico «aunque las cantidades en aquellos años no eran muchas», matiza Antón. «Eran las primeras ediciones y no tiene nada que ver la afición que hay ahora con el running con aquella época. Entonces saldríamos unos 1.500 ó 2.000 corredores, más o menos. No era una prueba tan conocida y el público nos veía un poco como gente rara», señala. «La llegada era en la Plaza de España y la salida, en la paralela. Según me han comentado, porque el circuito actual no lo he corrido nunca, no tiene nada que ver con el que hacíamos antes y el de ahora es mucho mejor, al parecer», indica Antón, que le tomó rápido la medida al trazado originario de la maratón sevillana.
La primera, «en plan venganza»
Tiene frescos los recuerdos de aquellos triunfos. «Sobre todo de la segunda -precisa-, porque la primera fue un poquito en plan venganza. Porque no me convocaron para los Juegos Iberoamericanos que se celebraban junto con ella y la corrí por libre. Y la gané. La segunda la preparé mucho porque era Campeonato de España y tengo grandes recuerdos de esa carrera», subraya el leonés. Corrió cuatro veces en Sevilla y ganó en tres. «La cuarta a la que me refiero fue después de la segunda. La organización se portó muy bien conmigo, económicamente me dieron un fijo y por desgracia tuve que retirarme por lesión. Varios años después, no me sentía a gusto con aquello, tenía una espina clavada. Volví en 1993 y fue el último maratón que corrí», evoca el corredor, que colgó las zapatillas en Sevilla.
No había mejor sitio para ponerle broche final a una trayectoria que comenzó en la adolescencia, cuando se mudó de su ciudad a la capital de España: «Con 19 años, me fui para Madrid a hacer la mili y me quedé allí. Mi entrenador vio que mi cualidad principal era la resistencia. Que era capaz de hacer 20 kilómetros en una hora. Era una locomotora. No podía ir más rápido, pero aguantaba muchísimo. Y así fue como nos iniciamos en la maratón. Corrí la primera en Madrid y quedé tercero. Ahí empezó mi historia», rememora este deportista nato al que el destino le tenía reservado ser una gran figura de los 42 kilómetros y 195 metros en contraposición a su deseo inicial: «Mi ilusión era ser jugador de balonmano, pero la fisonomía no me acompañó. Mis compañeros siguieron creciendo y poniéndose fuerte y yo, aunque crecía también, era delgadito. En balonmano, corría mucho pero no defendía nada. Me llevaba por delante cualquiera», admite con una sonrisa este aspirante a «lateral o extremo» que empezó a «chupar banquillo» antes de que su entrenador le diera un consejo que sería casi una premonición: «Me dijo que me fuera a correr crosses, que me venía mejor. O sea, que me invió un poquitín a marcharme. Eso fue en León con 16 ó 17 años».
Récord en Pekín
Su mejor marca fue el 2:12:50 de Pekín en 1988, que rebajaba en seis segundos la lograda en Sevilla en 1987 y le valió no sólo el triunfo sino también el título nacional. «La historia de mi entrenador con el seleccionador siempre fue un poquito tensa. Y ese año, pese a quedar campeón de España en 1987 haciendo la mejor marca del país, el seleccionador decidió que no me llevaba a los Juegos. En septiembre de 1988 fueron los Juegos de Seúl y llevó a dos atletas que nunca me habían ganado. Como estaba preparando esa prueba y no me llamó, en octubre, quince días después, corrí el de Pekín e hice ese 2:12:50 aunque según el seleccionador no estaba en forma para ir a los Juegos».
El tren de las citas olímpicas pasó de largo para Antón en dos ocasiones. En 1988 por la falta de entendimiento entre su entrenador y el seleccionador. «A mi entrenador siempre le recriminaban que no tenía el título nacional. Porque el título tiene varios módulos: lanzamiento, salto y carreras. Hizo sólo el de carreras, porque los otros no le interesaban. Siempre le achacaban eso. Ya sabe, discusiones del deporte», resume, quitándole ya importancia. Los Juegos de 1992 le cogieron en la etapa final de su carrera. «Me pilló con 33 ó 34 años y ya había gente más cualificada que yo. Barcelona fue otra historia diferente», confiesa el leonés, que siempre confió en el mismo entrenador: «Más que entrenador, era mi amigo. Me ayudó en todo desde que llegué a Madrid y nunca pensé en cambiarlo».
Antes de estrenarse en Sevilla, ya había corrido en Madrid y Valencia, donde su plusmarca se mantuvo vigente un puñado de años. «Creo que 25», apunta. «De hecho, el circuito en el que yo lo hice no se batió mi récord, sino en el nuevo. Que es muchísimo mejor porque antes se corría por un cachito de la ciudad al principio, luego te sacaban a la Albufera y, otra vez, de vuelta a la ciudad». En este sentido, se trata de una transformación parecida a la sufrida en la prueba hispalense. «Lo que pasa -tercia Antón- es que Sevilla tiene algo muy bueno, incluso cuando la corría yo. Que pese a tener dos o tres subidas, el final del maratón es casi por el centro de la ciudad, en sus últimos diez-doce kilómetros. Y eso te hacía volar. Cuando más sufres especialmente, la gente estaba animándote».
Sus maratones en el extranjero
Antón fue 16ª en el Mundial de Roma de 1987 -«pinchamos un poquito pero la clasificación no fue mala»- y corrió en Chicago, Kuwait, Londres, Pekín o Nueva York, en donde participó sin esperarlo: «Fue gracias a un premio que me dieron en Madrid. Iba primero y cuando faltaban dos kilómetros me equivocaron de recorrido. Quedé segundo y en compensación me obsequiaron con el viaje para el Maratón de Nueva York». Experiencias, todas, que lo marcaron hasta que llegado 1993 tomó la vía de retirada tras desquitarse en Sevilla. «Después he competido algo, hice alguna prueba más, pero cuando llegué a los 40 dije 'se acabó'. Ni popular ni nada. Sigo entrenándome todos los días, pero ya a mi ritmo, lo que me apetece. Hay gente que sigue y, si tienes la oportunidad de hacerlo, me parece estupendo, pero a una edad, el deporte sacrificio se acabó. Hay que empezar a hacer deporte salud y disfrutar de él», razona a modo casi de recomendación.
Han pasado 32 años de su última victoria en Sevilla y 39 desde la primera. Y hace ya mucho tiempo que el maratón es propiedad de los africanos, particularmente de etíopes, keniatas, ugandeses y eritreos. Se le pregunta al leonés si le hubiese gustado competir en este tiempo, a priori con menos posibilidades de sumar victorias. «Me habría encantado, pero cada uno tiene su época. Todo ha evolucionado mucho a nivel de zapatillas, material, entrenamiento y alimentación. Es otra historia. Nunca se sabe lo que hubiera podido ser. Los africanos son gente de mucha calidad y es difícil hacerles frente, está claro». Palabra de un tricampeón de Sevilla. Leyenda de un maratón que no olvida a quienes lo hicieron grande.
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