Esbozos y rasguños
Ecos de Cardiff
«La amenaza ya no es el talento individual de una línea de tres desconectada de todo, sino la llegada inesperada de un lateral, la diagonal de un extremo convertido en falso nueve o el disparo de un mediocentro que pisa área como si tal cosa»
Los García Torres acaban con el Borussia y agendan un Madrid-PSG en semifinales

Quizá uno de los Madrid más impresionantes que se recuerdan sea el de la Champions de Cardiff, con aquella final inolvidable en la que se arrasó a la Juventus con un 4-1 que aún retumba en la memoria de cualquier aficionado. Aquel equipo era ... ágil y flexible: defendía con disciplina en un 4-4-2 y, en cuanto recuperaba el balón, se transformaba en un 4-3-3 que mordía con voracidad. Era imparable, apabullante y, sobre todo, divertidísimo de ver. Mutaba con naturalidad, se adaptaba a cada instante del partido y siempre parecía ir dos pasos por delante. Los jugadores se desplazaban como piezas vivas de un mecanismo perfectamente afinado: Benzema salía del área para asociarse, Modric abría pasillos imposibles, Cristiano aparecía donde nadie lo esperaba e Isco era el comodín que conectaba todo.
Desde entonces, ningún Madrid volvió a cambiar de piel con tanta facilidad.
Han pasado unos cuantos años y, sin embargo, hay algo en este Madrid de Xabi Alonso —o, al menos, en los primeros esbozos de su propuesta— que recuerda levemente a aquel equipo de Zidane. No es esclavo de ningún esquema rígido. Y la idea de renunciar a un jugador de arriba (Rodrygo, en este caso) no implica, ni mucho menos, perder pegada. Más bien sugiere otra forma de entender la agresividad: un ataque que se mueve, que se intercambia, que presiona y que no ofrece un punto de referencia claro para el rival. La amenaza ya no es el talento individual de una línea de tres desconectada de todo, sino la llegada inesperada de un lateral, la diagonal de un extremo convertido en falso nueve o el disparo de un mediocentro que pisa área como si tal cosa.
Xabi Alonso parece querer recuperar algo de esa fluidez mutante que hizo tan peligroso al Madrid de Cardiff (y que también ganó la Liga). Quizá no tenga, todavía, a Cristiano Ronaldo ni a aquel Modric inagotable, pero sí tiene futbolistas capaces de leer espacios, de entender cuándo quedarse y cuándo soltarse. En su libreto, cada posición es negociable: se ocupa y se desocupa según convenga. El actual Tchouaméni, más libre y con más jerarquía que nunca, es solo la primera pista de un equipo que vuelve a aprender a cambiar de forma
Si todo encaja, Cardiff ya no será un recuerdo: será un punto de partida.
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