Suscribete a
ABC Premium

El bar de Mou

Sermón de la humildad

Antes de condenar a Bale por «traición», convendría aclarar con él a qué Madrid se refería cuando dijo que su Gales natal le emociona más

Ignacio Ruiz-Quintano

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Nunca el mundo fue más cabrón y, sin embargo, nunca el mundo se las echó más de bueno. Antes, en la vida, como en los toros, era modesto el que no podía ser otra cosa, según el gran descubrimiento de Gregorio Corrtochano, el de (para ... los nuevos) «Es de Ronda y se llama Cayetano» con que dio noticia de Cayetano Ordóñez, «Niño de la Palma», fundador de la dinastía de los Ordóñez. Ahora, en cambio, en la vida, como en el fútbol, la doblez es el salario del mundo, donde todo el mundo tiene dos opiniones: una para la publicidad y la contraria para la intimidad. El periodismo deportivo es moralismo gimnástico, de cómo hay que estirar la meninge si se ha de pasar por el aro. Así, el fútbol, que lleva una década transmitiendo un único valor, la ludopatía de las apuestas, se prosterna ante Mané, el simpático extremo del Liverpool, no por un gol de tijereta luego de una carrera de galgo de la pradera, sino porque al apearse del bus, en ese momento que los futbolistas fingen concentración como de paracaidistas que se dirigen en el Día D a las playas de Normandía, ayuda al utillero a transportar una garrafa de agua.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia