El Real Madrid entra en coma

Pero por encima del resultado, o de la planificación de la plantilla, lo que llama la atención del Madrid es lo mal que juega y lo raro que juega . Tiene muchos centrocampistas, pero su juego roza lo absurdo. Ayer destituyeron a Míchel por unos resultados históricamente malos. ¿Recuerdan ustedes los minutos de su Málaga en el Bernabéu? Parecía el Ajax.

Este Madrid es el que más pelota tiene y el que menos goles mete de la década. Esto se interpretará como el fracaso de un estilo impropio, que aleja al Madrid de su arrebato y verticalidad tradicionales, pero es que se ha jugado mal. Los meses en los que tuvo la pelota y superioridad en la media fueron los mejores en años. Quizás sea el fin de una generación, pero también es el fracaso en el intento, apenas vislumbrado, de volver a tener la pelota.

Entre tanto, el Barcelona se ha recompuesto y ha fichado a Coutinho.

El Madrid no juega bien al fútbol, no lo hizo ganando y mucho menos perdiendo, y (sarcasmos fuera) Xavi tiene razón con lo del espacio-tiempo . El juego da regularidad y la regularidad da Ligas.

Vayamos al partido. La uniformidad en el color de los chubasqueros daba a ciertas zonas del estadio un aire vagamente coreano.

El Villarreal salió como suele hacer, con un toque pulcro, joven y ordenado. Las respuestas del Madrid trataban de ser más directas.

Hubo unos pitos ligeros a Marcelo, que hace lo que ha hecho siempre. La diferencia es que en la prensa deportiva ayer venía «Marcelo a examen» . Así que le examinaron.

El Madrid perdía balones y sus jugadores parecían recién presentados por Carlos Sobera. Dialogaban torpemente. El juego del Villarreal, más ligado, parecía mejor. Pero su peligro consistió en un par de peligrosos pases a Bacca, interceptados por Varane y Nacho. Fornals era el del último pase, y Castillejo se movía con mucha intención. Es un jugador al que da gusto ver.

El Madrid se fue despertando. Marcelo probó desde lejos a Asenjo, y luego hubo un «ajuste» en la presión y varios aplausos de sensibilidad populista con los que el público agradecía el tesón esporádico de algunos de sus jugadores. El del Bernabéu además de público y es notorio. Eso selló un compromiso con el equipo, como un nuevo comienzo, y el equipo apretó y fue más insistente. Robando pronto y con salidas rápidas el Madrid generó por fin peligro: Modric le dio dos balones a Cristiano entrando como extremo, y Bale le suministró el tercero tras una gran jugada personal. Bale había entrado en calor y tuvo un par de tentativas, ya como protagonista. Eran media docena de ocasiones en conjunto, casi todas por la derecha.

Al final de la primera mitad llegó la mejor jugada local, una combinación con Isco como conductor principal que acabó en nueva parada de Asenjo a chut de Cristiano.

El Madrid había estado mejor, y la irritación del respetable se tuvo que dirigir hacia Undiano Mallenco (en este estadio es el ínclito Undiano Mallenco) que hizo de pararrayos de unas protestas concretas y también abstractas, que iban desde el tiempo hasta el sistema federativo. El colegiado no había sido protagonista.

La segunda parte comenzó animada. Cheryshev, recíen incorporado, dio un susto y el Madrid respondió con dos llegadas de Kroos a la contra.  Lo que quedaba de Modric estiró un poco un ataque en el que Cristiano ya aparecería poco o nada . El ataque del Madrid era insistente, pero poco elaborado, y eso suele acabar en frustración.

Cuando el Madrid juega tan mal, el cántico machacón y repetitivo de la grada de animación parece una cinta de Perales que se te mete en el alma.

Nacho controlaba bien a Bacca y Castillejo hacía estragos en la banda de Marcelo, con poca ayuda de un Isco cansado. El Madrid siguió atacando pero cada vez menos, y como por honrilla, con chuts lejanos y flojos. Juego tiene muy poco. Los jugadores principales del Madrid se consumen como una varilla de incienso y el equipo se fue deshilachando. Zidane, que tiene menos alternativas que Puigdemont, salió de su proverbial encogimiento de hombros y metió a Lucas y Asensio (algún pitido para Isco). Son cambios tan previsibles que parece que los firmó en el contrato. Con un cojín bajo la gabardina Zidane parecería el mismísimo Benítez.

Con los cambios, el Madrid se puso en una especie de 4-1-4-1 y con más verticalidad insistió por última vez con otro tiro lejano de Modric. Pero esté bien o esté mal es un equipo que siempre acaba atacando por Marcelo, siempre acaba Marcelo muriendo una muerte teatral con sangre de ketchup en la camiseta.

Ya al final, en el 88, el Villarreal desplegó una contra de área a área tan geométrica y perfecta como las del Numancia hace tres días. Las transiciones defensivas del Madrid son una de las peores cosas que hay en España ahora mismo. Keylor paró el primer disparo, pero no pudo más que observar la vaselina de Fornals , que entró llorando y con una lentitud sádica, al mismo ritmo que por dentro se derrumbaban las facciones de Zidane. Su Madrid había entrado ya en un coma profundo.