La racha de Cristiano pasa por Éibar

Podría cambiar de identidad como Prince y jugar otra década como un futbolista distinto. Es un jugador que primero se construyó y ahora se reinventa. El narcisismo de Cristiano es absolutamente edificante, productivo. Con lo que ha sido capaz de hacer consigo mismo habría para moldear mil destinos individuales. Con la voluntad de Cristiano se alumbra una provincia española de interior.

En Éibar la diferencia fue él. Sin sus goles hubiera sido otra de arena liguera del Madrid.

El primer balón lo tocó Casemiro : un enorme patadón altísimo y desacomplejado por el que Xavi se tuvo que retorcer en el sofá de su casa en Qatar. A ratos s upo jugar el Madrid en Ipurúa , a ratos hubo amenaza de siesta. El empuje inicial del Eibar era grande. Perspectiva desmitificadora de Mendilíbar: once hombres contra once hombres ni siquiera vascos. Llegadas de Capa e Inui por banda, fútbol vertical, tajante. Dos saques de esquina. La presión local sobre Casemiro y Ramos hacía al Madrid recular, así que hubo aun más balones largos. El Madrid estuvo a punto de sacar del estadio dos pelotazos. Kroos estaba en ese plan suyo como de alemán del este, Isco no podía adaptarse a la velocidad de Ipurúa, y Modric permanecía aun pegado en la banda frenética de Inui.

Kike García tuvo una ocasión y luego un cabezazo traumático con Varane, que tuvo que salir (entre aplausos) por Nacho. Varane estaba siendo el mejor. Lo único del Madrid eran las carreras de Bale abriendo puntos de fuga por la izquierda y Modric cuando se centraba para ligar dos pases. Cuando el sifón del Eibar bajó se les vio más. Bale provocó unaprimera ocasión de Cristia no, que inmediatamente después aprovechó un gran pase de Modric . El público le hizo el «siiuuu». Se lo hacen amigos y enemigos. Le sonará en el aeropuerto, al salir de casa, cuando sale a cenar en Madrid, como un cortejo de admiración tribal. Los grandes tienen séquito, él además tiene el "siiu".

Dos cosas hay en la mejora del Madrid: el 4-4-2, con doble pivote o en rombo, y su recuperación: 33 goles en 34 partidos.

Cuando Cristiano llegó al Madrid era un derroche bling-bling prolijo en bicicletas y lleno de tics; cuando se vaya será un jugador esencial, zen, con una economía de gestos que a este paso acaba en Butragueño. Igual un día se quita la camiseta y sale Iggy Pop.

A partir del 0-1 vinieron unos minutos buenos del Madrid. El Éibar empujó como es preceptivo y respondieron todos, por alto o por bajo, y hasta Marcelo despejó cabeceando. Hubo alguna contra, una ocasión de Cristiano y una delicatessen de Modri c. No sufrió mucho Keylor, que antes del descanso pudo ver por fin a sus centrales a cuarenta metros de distancia. Keylor se está convirtiendo en Vitor Baia con una peligrosa melenita de playboy. La confianza de Zidane tiene estos efectos.

El Éibar empató nada más salir del descanso . Capa forzó su parada y el córner subsiguiente se lo puso Pedro León a Ramis para el remate.

La reacción del Madrid no fue muy evidente . El Éibar es un equipo incansable. Si después de una larga jugada Carvajal se iba con un caño en posición de extremo, de repente aparecía Inui. Surgía Inui. Un equipo vasco clásico, casi ancestralmente vasco, coronado luego por un japonés; eso es algo serio. Así que el Madrid seguía sufriendo en la salida. A Marcelo le mandaban unos balones absurdos que tenía que ir a recoger a lugares desusados de la banda izquierda.

Los balonazos de uno y otro sonaban como si a alguien le estuviesen dando una paliza en la habitación de al lado. Corrió Casemiro por todos. Modric estuvo bien, aunque se fue apagando. Cuando llegaron los cambios ejerció de correcto pivote junto al brasileño. Kroos, que empezó con poco, fue a menos. Jugó con el trote con el que salió del campo. E Isco no compareció del todo. Si tomamos el partido como su respuesta a la suplencia en París no le hacemos un favor.

Zidane puso a Lucas y Bale por las bandas en el 70. Bale no es comparable a Isco. Estuvo tímido, pero en el único balón de primeras y al espacio que le mandaron metió un pase digno de acabar en gol. A Bale le buscan poco. Cristiano le ordena los movimientos con la mirada y a veces hasta con la mano. Es un jugador empequeñecido, pero en esa banda izquierda, con confianza, se automatizarían algunos pases que ahora, conservadoramente, buscan siempre a Marcelo .

Hubo dos curiosidades en esos minutos. Cristiano se fue de un rival con la chepa, controlando el balón con la espalda; y Ramos se fue del campo en el 75 . Como en un sketch de los Monty Python salió corriendo directo al túnel. Bromas chuscas pero quizás inevitables sobre la relajacion del equipo y los esfínteres. A los dos minutos regresó, aunque hubiera sido discupable verle salir corriendo monte arriba. El fútbol no era "fúpbol", es verdad, incluso era algo peor que fútbol. Pero el cambio sirvió al Madrid. Lucas redobló a Carvajal y por ahí vino el pase a Cristiano, que remató imperioso el 1-2.

El gol rescató al Madrid, como un hipnotizador se apiada del hinotizado. Poco antes, Kike García habia chutado al palo en una contra en la que, superado Casemiro, superado todo.

Cristiano remolca a un equipo con los mismos vicios de siempre y muchas virtudes que sabemos que existen porque cada cierto tiempo las muestra en Europa.