MotoGP - Gran Premio de japón
Márquez vuelve a ser quien fue: así logró su reconstrucción tras caer en el infierno
Mundial de motocilismo
El español conquista su noveno título mundial, el séptimo en la categoría reina, a falta de cinco grandes premios
Se corona 2.184 días después, repletos de operaciones, diplopias, caídas y se declara «en paz» consigo mismo
Marc Márquez, el campeón más grande puesto más veces en duda
Marc Márquez celebra el título junto a todo el equipo de Ducati
Mil imágenes cruzaron por su cabeza mientras el sabor salado de sus lágrimas se entremezclaba con la adrenalina que aumentaba su frecuencia cardíaca y su presión arterial. Marc Márquez pasaba bajo la bandera a cuadros para conquistar su noveno Mundial, el séptimo en la ... categoría reina. Había pasado mucho tiempo desde la última vez: 2.184 días desde que ganara en Tailandia su último título. Fue la antesala de un infierno que le ha tenido cuatro años de quirófano en quirófano, acumulando caídas y flirteando con la retirada. «Cómo va? No me acuerdo», soltaba tembloroso y emocionado mientras trataba de encajar la pieza, la 77, con su nombre en la renovada Torre de los Campeones. Nadie diría que anteriormente ya había añadido seis (2013, 2014, 2016, 2017, 2018 y 2019).
En una carrera 'inteligente', se conformó con el segundo puesto tras Pecco Bagnaia, posición válida para coronarse campeón de forma matemática. Su hermano Álex, el único que podía retrasar el alirón, ni siquiera le inquietó: penalizado por un octavo puesto en parrilla, acabó sexto. Fue uno de los primeros en felicitarle sobre la pista mientras Marc, aún emocionado, trataba de llenar los pulmones con bocanadas de aire bajo una visera empañada con el casco amortiguando los gritos de júbilo y desahogo que profería. Ambos se pararon en la curva 12 y se dieron un abrazo. Atrás quedaban 30 carreras ausente entre 2020 y 2023, cuatro operaciones en el húmero derecho, una en el hombro, otra en la mano, una última para solucionar el síndrome compartimental y dos diplopias. «No quiero recordar lo que he pasado solo quiero disfrutar del momento, pero es verdad que ha resultado súper difícil. Ahora siento paz en mí. Hay mucha gente que me ha ayudado para salir de aquí. Solo es imposible. Estoy en paz, es lo más importante», apuntaba con la voz entrecortada y algún que otro hipido. «La gente que estaba alrededor mío a veces me ha tenido que levantar un poquito más la persiana para ver esa luz. Y la he seguido. He conseguido responder las preguntas que tenía dentro de mí. He tenido que ser egoísta y pensar solo en mí. Entré en un bucle tras la caída de Jerez, pero lo empeoré con una decisión mía. Al final tenía que salir, con ayuda, pero he salido. Marc contra Marc está en paz», añadía.
Emotiva celebración. Una pantalla gigante con imágenes suyas de todo este calvario hasta llegar a la cima de nuevo, vestido de rojo. «More than a number (más que un número)» era el lema que lo resumía. Se intensificó el clímax con la aparición de Javi Ortiz, el mecánico que le acompaña desde 2011, y José Luis Martínez, su asistente. «Nos ha dicho: '¿quién dijo que no?'», reveló Ortiz antes de enmascararse con una careta con el rostro del '93'. Poco antes, Marc también lloró en el muro, fundido en un abrazo con Carlos García, el preparador físico que se instaló en su casa para acortar los plazos de recuperación.
Carmelo Ezpeleta, CEO de Dorna, le esperaba en un sobrio estrado diseñado para la ocasión donde le entregó la Torre de los Campeones en una breve ceremonia que deslució el triunfo de Bagnaia y el podio final, en el que también estaba Joan Mir, campeón en 2020 y piloto de Honda. La fábrica del ala dorada también estaba al completo. La mayoría se alegraba del triunfo de Marc, como Alberto Puig (director de equipo de Honda) o Santi Hernández, jefe de mecánicos e íntimo amigo que no pudo seguirle a Gresini. Todos le han visto sufrir y triunfar de nuevo. «El destino ha dicho que el círculo se tenía que cerrar aquí en Japón y que Honda tenía que estar en el podio. Joan Mir los ha llevado allí para verme en lo más alto. El círculo ha dicho que podré descansar en paz», insistía Márquez.
Mientras su madre, Roser Alentà, lo celebraba desde casa, Julià, el padre, era un manojo de nervios. «Ha sido un camino muy largo con muchas piedras. En Silverstone me dijo: 'Papa, no me queda cuerda'», desveló al borde del llanto. Al lado estaba su gran puntal, su pareja Gemma Pinto, que resumió estos últimos cinco años: «Ha sido un proceso muy bonito porque he podido vivir todas las etapas de Marc. En Honda estaba desesperado, no era feliz. El momento Gresini fue la vuelta a la ilusión, a disfrutar de nuevo encima de la moto y este año ha sido la guinda del pastel».