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Río 2016 | Tenis

Del Potro tumba a Djokovic

El argentino culmina un portentoso partido ante el serbio, que hinca la rodilla en la primera ronda de los Juegos (7-6 (4) y 7-6 (2))

Djokovic cede ante Del Potro en la primera ronda de Río 2016 REUTERS
Laura Marta

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El ranking y las lesiones habían decidido que la pelea por el bronce en Londres 2012 se tradujera en una primera ronda en Río 2016. En estos cuatro años, Novak Djokovic se ha convertido en el tenista más temido del circuito y ha ganado todo lo imaginable. Mientras, Juan Martín del Potro ha pasado mucho de ese tiempo entre operaciones, convalecencias y tímidos intentos de regreso por una lesión en la muñeca por la que muchos ya hubieran dicho adiós. Son dos jugadores con dos trayectorias bien distintas, que no se habían visto las caras desde la Copa de Maestros de 2013, pero que confluyeron en la primera ronda del tenis olímpico. La pista central , rendida a los dos tenistas, disfrutó de un espectáculo de magia entre dos portentos del tenis. Trucos con la derecha y de revés, con el servicio y la dejada que entusiasmaron a un público dividido en sus gustos, pero unidos en el aplauso.

Ganó Del Potro, y el premio apenas fue alcanzar la segunda ronda. Pero bien podría haber ganado Djokovic, y que la recompensa final fuera la medalla, como en Londres 2012. Se lo merecían. No era un estreno en los Juegos Olímpicos, era una final , en cada punto. Una batalla de derechas que apenas superaban unos milímetros la red, de reveses que desafiaban los ángulos y saques que escondían veneno. Se esperaba con ganas el regreso a lo grande de Del Potro, un anhelo que se materializó porque el argentino dejó la impronta de quien fue y de quien quiere volver a ser . Se recibió por todo lo alto a Djokovic, reverenciado por los locales, que también regaló grandes dosis de su magnífico tenis.

El duelo comenzó con toda intensidad, velocidades y dureza en cada largo intercambio. Sin respiración. Pero incluso fue a mayores conforme el marcador, siempre igualado, alcanzaba las cotas del límite del set. Prueba de la fantástica forma que luce Del Potro en estos Juegos fue la opción de break que se ganó en el noveno juego y que Djokovic solventó con frialdad . No hubo más oportunidades hasta el tie break, donde un mínimo bajón de ánimo del serbio lo aprovechó el argentino para agarrar la primera manga. Dos pequeños errores fruto de la presión que condenaron al número 1 del mundo a levantarse rápido si quería continuar en Río de Janeiro.

Sin embargo, Del Potro se lo negó. A pesar de que jugaba prácticamente sin revés, escondida esa opción siempre para atacar con su derecha, el argentino continuó provocando escalofríos en el serbio con cada drive. Golpes de martillo que Djokovic aguantó como pudo. No lo rodeaba el aura de invencible con la que camina desde hace varias temporadas, Del Potro se la arrebató de un tirón, de un latigazo de los muchos que repartió en las dos horas y media de encuentro.

A pesar de la agresividad del argentino, Djokovic se mantuvo firme, sufriendo algo más de la cuenta, pero sin permitir que se reflejara en el marcador. No por nada ha conquistado ya en 2016 siete títulos (Doha, Abierto de Australia, Indian Wells, Miami, Madrid, Roland Garros y Canadá). Para valorar su calidad, un detalle: Del Potro logró una bola de rotura en el sexto juego. Djokovic la salvó con un saque directo. Y para valorar la adrenalina del de Tandil, otro: perdida la opción de break, ganó su servicio siguiente en blanco.

No estaba jugando nada mal, pero el serbio necesitó de todos sus recursos para que la batalla se mantuviera igualada hasta el final. Sí, hizo uso de su empatía con el público para que este lo empujara hacia el empate a cinco. Alzó los brazos y jaleó a la grada en busca de su varita mágica, la que convierte sus partidos en victorias y frena el impulso del rival. Le costó encontrarla contra Del Potro, que mermó su capacidad para hacer fácil lo difícil. El argentino encontró un hueco en la red que tapaba Djokovic y se encontró con un deuce en el décimo juego. A dos puntos de la victoria. El serbio, a cambio, halló la receta para aliviar la presión con una volea definitiva y un revés paralelo impecable para superar a Del Potro. Empate a cinco.

Tan igualadas las fuerzas, tan escondidas las debilidades, que el segundo set solo podía tener un final: el tie break. Y el de Tandil se envalentonó, como ya ocurriera en la primera manga. Dos grandes servicios, un misil en forma de drive y una derecha paralela a la línea le otorgaron ventaja para respirar. Nunca suficiente cuando enfrente está Djokovic, pero Del Potro no cedió ante las mieles del éxito y siguió aporreando la pelota como si la quisiera destrozar. Así, a golpe de derecha, se ganó cinco bolas de partido y los aficionados argentinos explotaron. El número 1 del mundo no quiso irse sin dejarse hasta la última gota y exprimir al máximo su oportunidad de remontar, de seguir caminando hacia ese oro que se le resiste. En el primer match point se sacó un resto cruzado para alargar la esperanza un poco más. Pero el encuentro solo duró un punto más. Solo uno. La derecha atronadora de Del Potro hizo un último servicio a su dueño. La pelota, con algo de fortuna, rozó la cinta, pero no impidió que llegara con fuerza e intención al otro lado de la red. Djokovic, esta vez, solo pudo agachar la cabeza y rendirse a la evidencia: sin jugar mal, otro lo había hecho mejor. Ese otro, un Juan Martín de Potro que resurge a lo grande en estos Juegos y recupera la esencia de la victoria. Una mayúscula para el recuerdo de este Río 2016. Como el abrazo entre los dos en la red. Como las lágrimas inconsolables de Djokovic. Otra oportunidad desaprovechada. Y otra vez Del Potro.

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