España se lleva un sofocón

La selección ha venido a Londres a hacer grandes cosas, pero para alcanzar la posición desde la que acometerlas tiene antes que ir haciendo antes algunas de las pequeñas. Contra Gran Bretaña, España salió con la convicción que le faltó en el arranque de los dos primeros encuentros , y enseguida abrió hueco apoyada en una defensa un punto más apretada.

Entonces, como quien empuja algo y pierde repentinamente la oposición, se quedó perpleja, y los de Chris Finch se le colgaron de la chepa para no quedarse nunca demasiado atrás, ayudados también bastante por los malos porcentajes de tiro españoles (50% en tiros libres al descanso).

El partido se jugó en una tranquila zona de 10 puntos de diferencia en la que sobresalieron los destellos del mejor Rudy Fernández , cada vez más cerca de su mejor versión. Acertó en los triples, fue decisivo cuando participó en ataque, y deslumbró a la carrera, terminando las jugadas, o asistiendo por la espalda para un mate más de Serge Ibaka .

Al contraataque, España regaló tramos en los que llegó a emocionar, con la imaginación de Sergio Rodríguez repartiendo asistencia mientras atravesaba fugaz la defensa británica.

Necesitó muy poco más la selección para avanzar hacia lo que parecía una victoria sencilla que la colocaba en los cuartos de final, a la espera de conocer en que posición termina en el grupo, algo que se decidirá en el partido contra Rusia , que derrotó el jueves a Brasil con un triple en el último segundo.

Los de Sergio Scariolo fueron avanzando en el partido confiados en que les funcionaban los clásicos. De vez en cuando, una combinación de los hermanos Gasol : pase picado del poste alto al poste bajo de Marc a Pau. O sus puntos fabricados de espaldas al aro. O también el manejo del tempo de José Manuel Calderón . Hasta las revoluciones instantáneas de Sergio Rodríguez, empachado de asistencias en los pocos minutos de los que dispuso.

Y así, al trantrán, con España pacíficamente asentada en sus certezas, llegó el partido sorprendentemente abierto a sus últimos cuatro minutos. Otro triple de Freeland colocó entonces a los británicos a sólo cinco puntos (68-63). Ahí despertó la grada, oliendo sangre, y se lanzó al fervor que los acercó a dos puntos con poco más de un minuto en el reloj del pabellón y el balón para atacar.

Sólo entonces, de nuevo teniendo algo que empujar, despertó de verdad España , apretando de nuevo en defensa y con los galones de Calderón que la sacaron del aprieto.