Del odio al amor: Piqué y Laporta negocian llevar la Kings League al Camp Nou

La tensa y hasta mala relación que llegó a haber entre ambos ha palidecido cuando los dos oportunistas han olido dinero. Piqué quiere dar un empaque definitivo al éxito de audiencia y de repercusión que está teniendo su nueva competición. Laporta, agobiado por las deudas, por la amenaza de la quiebra, y decidido a privatizar el club, no quiere que se le escape, en ningún sentido, ni en ninguna vertiente, cualquier posible ingreso.

El Barcelona aún no tiene permiso de obra para construir el nuevo estadio, pero Piqué ya sabe dónde quiere que su flamante Liga se corone. Es una metáfora de este Barça que tenga un estadio que ya no sirva para el fútbol de primer nivel internacional, y que una competición que apenas tiene medio mes de vida, quiera proclamar su emergente poder en el viejo escenario antes de que deje de existir tal como siempre lo conocimos, y se vea capaz de llenarlo.

Atrás quedan los mutuos reproches de deslealtad, las indirectas hirientes, los abusos de uno y las zancadillas del otro. Lo que un dinero separó, otro dinero lo vuelve a unir en un club en decadencia en el que ya no quedan ni grandes proyectos, ni grandes ambiciones ni grandes ideas. La Supercopa se celebra como una Champions, y ante cualquier negocio -nunca transparente, nunca detallado- no hay nada más que importe, y cuando digo nada, quiero decir absolutamente nada.