#Empezó: Mapi León descoloca el relato

Ahora el Espanyol pide medidas contra la «inaceptable» agresión por «vulnerar la intimidad» de su futbolista, las redes se frotan descontroladas las manos en todas las direcciones, la mayoría fuera de lugar, y posiblemente tenga que entrar el Comité de Competición a castigar, al menos juzgar, esta fechoría pionera entre féminas. De haber pasado en el masculino, habría sanción. A Míchel le costó 500.000 pesetas de entonces (3.000 euros) su célebre toque en los genitales al también colombiano Valderrama por «falta de decoro». No digamos ya si hubiera sido un futbolista a una futbolista.

Más allá del populismo malintencionado con el que algunos contaminan de más el gesto, León ha emparejado el fútbol. Precisamente ella, la única que no se había movido de bando en el interminable combate interno del fútbol femenino aireado con el Motín de Las Rozas y reavivado ahora por el juicio del beso. Mapi León es la única rebelde que permanece firme en su plantón a la RFEF, inflexible en sus convicciones.

Porque una a una, sus compañeras fueron cediendo a intereses cambiantes. Montse Tomé estaba con Vilda, pero reniega de él y le acusa de obligarla a asistir a la asamblea del 'no dimito' de Rubiales (el aplauso sí parece que fue de su cosecha), no sabe ni quién era presidente cuando llegó a la RFEF y sigue enfrentada a unas jefas de la selección (Jenni, Irene y Misa) ante las que no hace mucho se arrodilló. Alexia Putellas nunca se sabe dónde está, si con Arabia o contra ella, con la selección o contra ella, con sus compañeras o con sus jefes. Otra lesión oportuna le permite mantenerse en el limbo del conflicto una convocatoria más, quizás la última de Tomé. Y Vilda, el maldito, agradece los mensajes de apoyo que dice le mandan muchas seleccionadas.

Un lío que Mapi, para la que no es nueva la polémica (en 2021 fue sancionada con cuatro partidos y 601 euros de multa por un tuit crítico contra los árbitros) ha dejado en nada con su tocada de genitales a una rival. La zurda del Barça sitúa en una débil posición a sus colegas, llena de contradicciones sus lamentos. El menosprecio del que siempre se quejan también parte de las propias mujeres. ¿Habrá ahora denuncia? ¿Se pronunciará la Oficina de Atención a la Jugadora que ha abierto la Liga F?¿Se acabó? Más bien empezó.