El fútbol femenino se hace un hueco en el país del rugby

Es el deporte más popular en Nueva Zelanda entre los chavales hasta los 14 años, cuando se convierte en el tercero. A partir de esa edad empiezan a descubrir que el rugby da más galones y que su país tiene uno de los mejores equipos del mundo. Reconocidos por el planeta por su camiseta negra, su hoja de helecho en el pecho y sus hakas, han ganado tres Mundiales y no pierden en su feudo de Eden Park, en Auckland, desde 1994. El rugby no es solo un deporte en estas tierras, es un orgullo y una forma de vida. Y los derbis contra Australia son igual de eléctricos y encendidos que un Madrid-Barcelona. El segundo deporte más seguido, y con más participantes, es el cricket.

Las mujeres han practicado fútbol en Nueva Zelanda desde la Primera Guerra Mundial, con bases en Auckland, Wellington y Christchurch. Pero en 1921, la Asociación Inglesa de fútbol prohibió a las mujeres jugar en muchos de los clubes, lo que también se transmitió a Nueva Zelanda, y dejó sin deporte a las mujeres durante cincuenta años. A partir de los 70 volvieron a calzarse las botas; en los 90, había 8.000 mujeres practicando fútbol y participando en torneos regionales. En 2018, eran 30.000 mujeres, y unas 8.500 niñas de los 50.000 jugadores júnior, según datos del gobierno neozelandés. En la década de 2000 evolucionó la liga nacional, con diez equipos.

Pero los chicos y chicas que querían jugar al fútbol profesional debían emigrar a Australia o incluso a Europa si querían perseverar y alcanzar la élite en este deporte. Sin embargo, en la capital neozelandesa, Wellington, insistieron en que el talento de estas islas debía permanecer en casa. Así surgió el club Wellington Phoenix, que cuenta con una academia de formación de las mejores de Oceanía y un equipo masculino y, desde 2021, otro femenino, en la Liga A, la primera división. Son el único equipo de Nueva Zelanda que participa en esa competición, con el resto de equipos australianos, así que cada partido fuera de casa es una expedición de varias horas en avión. Toda una aventura.

«Es el único club profesional de Nueva Zelanda. El equipo femenino de los Phoenix se estableció en 2021 después de años de presión a la Federación Australiana de fútbol para que nos permitiera ingresar en Primera división. La academia ahora cuenta con tres equipos femeninos: sub-15, sub-17 y sub-20, que compite contra equipos júnior masculinos en Wellington», explica para ABC Brenton Vannisselroy, jefe de prensa del club. «La liga femenina está creciendo. Hubo 14 jornadas en la temporada 2021-22, y 18 la última temporada con la introducción del Western United; y llegaremos a 22 jornadas en la próxima campaña. Habrá doce equipos, pues se unirá el Central Coast Mariners», prosigue.

Desde 2020 se han introducido mejoras de toda índole que han aumentado los sueldos en la liga A, de los 500 dólares (300 euros) que cobraba una jugadora por toda la temporada hace siete años, a los 26.500 (unos 15.800 euros) que puede alcanzar ahora su salario. El desarrollo de esta liga es crucial para las aspiraciones de ambas selecciones. En este Mundial que albergan, de las 23 convocadas de las Fern, así se llama a la selección neozelandesa, Betsy Hassett, Michaela Foster, Paige Satchell y Milly Clegg visten la camiseta de los Wellington Phoenix, para orgullo de la ciudad acoplada a la liga australiana. Claudia Bunge, Malia Steinmetz, Katie Bowen, Hannah Wilkinson, quien marcó el primer gol para el país en esta Copa del Mundo, Grace Jale, Indiah-Paige Riley y Elizabeth Anton juegan en diferentes equipos de Australia. El resto han consolidado su crecimiento en equipos europeos como Aston Villa (Anna Leat), Tottenham (Ria Percival) y Leicester (CJ Bott), entre otros.

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En Palmerston North, que alberga el museo dedicado a los All Blacks, están orgullosos de lo que han conseguido en el país, formar una buena cantera y formalizar la presencia de las Fern en el fútbol de élite internacional con esa fase de grupos en el Mundial en la que ganaron en el estreno a Noruega (1-0), perdieron con Filipinas (0-1) y empataron con Suiza (0-0).

«Aunque ya nos sentíamos orgullosas de ellas, es cierto que no las conocíamos muy bien. Por eso creo que ha sido especial poder animarlas y conocer quiénes son. Creo que ha sido una oportunidad estupenda para que la gente vea que existe una estructura profesional. Motivará muchísimo a nuestras deportistas, y a las niñas que quieren hacer este deporte, pero también sirve para que muchos hayan aprendido más sobre este deporte, conozcan a las futbolistas, y quizá empiecen a disfrutar más de los partidos de los domingos con sus amigos», comentó en una entrevista a FIFA Ian Foster, seleccionador nacional de los All Blacks. Su hija, por cierto, también desafió la tradición. Es Michaela Foster, juega al fútbol y hasta hace un año, compaginaba el deporte con su trabajo en un supermercado. Viste la camiseta del Wellington Phoenix, y este ha sido su primer Mundial. Es una Fern.