Mundial Femenino
La rotura del ligamento cruzado anterior en el fútbol femenino, la pesadilla que no cesa
Fútbol
Es una de las lesiones más comunes entre las futbolistas; influyen factores biológicos, anatómicos, pero también externos como carga de partidos, las superficies de juego o las zapatillas
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Alexia Putellas, Megan Rapinoe, Salma Paralluelo, Eva Navarro, Claudia Zornoza, Vivianne Miedema, Catarina Macario, Janine Beckie, Delphine Cascarino, Justine Lerond, Beth Mead están unidas por una rodilla, o por las dos. Da igual la posición, la edad y la nacionalidad. La rotura del ligamento cruzado anterior amenaza a todas. Es la epidemia del fútbol femenino. Tienen seis veces más de posibilidades de sufrirlo que los hombres. Afecta el doble o el triple a ellas, según los deportes, que a ellos. Afecta al físico y a la mentalidad. Y, lo dicho, a todas.
Los factores son múltiples: carga de partidos, aumento del nivel físico y los contactos más fuertes, el estado de los estadios, las superficies artificiales en las que todavía juegan muchas futbolistas, el tipo de calzado -principalmente desarrollado para el pie masculino-, la falta de recursos para el descanso o los desplazamientos, la menor investigación en salud de las deportistas, entrenamientos poco adaptados a las especificaciones del fútbol femenino…
Y también que el cuerpo de la mujer tiene una estructura que favorece este tipo de lesiones, como explica Alberto García Bataller, investigador y profesor en la Universidad Politécnica de Madrid. «La cadera de las mujeres es más ancha, y esto hace que el ángulo de apoyo del fémur sobre la tibia y el peroné, el ángulo Q, genere más tensión en la rodilla. El glúteo, el músculo que estabiliza la rodilla y evita que se meta hacia dentro al apoyar el pie, está menos activo. Tanto los cuádriceps como los isquios responden más tarde ante una caída o el amortiguamiento de un salto. La construcción del ligamento cruzado anterior es más estrecho y con menos fibras de colágeno. Y las diferencias entre lado dominante y no dominante es mayor en las mujeres, por lo que un apoyo unipodal del lado no dominante conlleva más riesgo de lesión». Blanca Romero, preparadora física de la selección española de fútbol, añade otras características, sobre todo, biomecánicas: «Con esas diferencias anatómicas y biológicas, existen otras cualidades específicas de la mujer que predisponen para tener una mayor lesión: factores como el desequilibrio muscular entre la cadena anterior y posterior, la diferencia de los patrones de movimiento en el salto, las deceleraciones o el cambio de dirección, así como una menor masa muscular que nos proteja o nos permita controlar movimientos no deseados; y el tipo predominante de fibras musculares». Una combinación explosiva que llevó a la enfermería a casi 200 futbolistas de las grandes ligas desde enero de 2022, según el ACL Woman Football Club.
Hormonas y ciclo menstrual
Romero, guía de los entrenamientos sobre el campo, añade que, debido a estos factores, «el porcentaje de lesión es mucho mayor sin contacto que con contacto». Así, su trabajo se centra en las características modificables de las jugadoras, como las biomecánicas y los niveles de fuerza.
No solo la estructura ósea y muscular incide en esta lesión que tiene como tratamiento general cirugía y entre 9 y 12 meses de recuperación. Las hormonas y el ciclo menstrual influyen de manera directa. «En los dos o tres días previos a la ovulación se produce el pico de estrógeno, que provoca que el ligamento se vuelva más esponjoso; es decir, pierde tensión. Y se comienza la secreción de relaxina, la hormona que se genera en el último trimestre de embarazo y que permite dar de sí el pubis para el momento de dar a luz», explica García Bataller. Como consecuencia: «Si te caes o estás entrenando salto, al caer la información para reequilibrar el cuerpo tarda más en llegar al sistema nervioso central y, por tanto, el ligamento sufre más».
Por eso, desde diversas organizaciones de deporte practicado por mujeres pelean por aumentar el número de investigaciones específicas sobre el cuerpo de la mujer y su incidencia en esta problemática con el fin de atajar el problema o, al menos, poner paliativos para evitar el número desorbitado de lesiones. Romero habla de programas de prevención: «Están basados en la mejora de los niveles de fuerza y los patrones de movimiento para tomar conciencia de cómo nos movemos y cómo podemos tener más control sobre ello desde edades tempranas». Para ello, García Bataller incide: «Las mujeres deportistas deberían trabajar más que los hombres la fuerza del tobillo y el glúteo, tanto en ejercicios de estabilidad como de fuerza. Además, entrenar la propiocepción y el core para estabilizar el tronco y que su vibración no genere más tensión en la cadera y la rodilla». De ahí que Salma Paralluelo que sufrió una rotura en 2021, sigue realizando ejercicios de mejora y estabilidad: «Me quedo aparte después de los entrenamientos porque tengo que hacer bastante trabajo de fuerza porque se producen descompensaciones tras una lesión de tan largo tiempo».
Se trata de profundizar en el conocimiento propio del cuerpo de la mujer, especializarse en sus características, pero también ir más allá, con un estudio que englobe muchos más factores extrínsecos. «Recibimos muchos comentarios de jugadoras que dicen sentirse inseguras ante esta lesión. No intentan tanto arrebatar la pelota al contrario por el suelo por miedo», indica Alex Culvin, jefe de Estrategia e Innovación de Fifpro, sindicato internacional de futbolistas. Y aporta un dato: la UEFA lleva veinte años investigando las lesiones en el fútbol masculino, en el femenino, apenas cinco.
«Tenemos que tener conversaciones generales sobre superficies y tipos de calzado, ciclos menstruales, seguimiento de los minutos jugados, de cuántos partidos se disputan, de cuándo se recuperan de las lesiones… detectar las banderas rojas. Y es tan multifactorial que requiere altos equipos multidisciplinarios para resolver estas situaciones. Del mismo modo que tenemos fisios, médicos y analistas, necesitamos expertos en cuerpos de mujeres», escribe Emma Hayes, entrenadora del Chelsea femenino, en un artículo a 'The Telegraph'.
Entrenador de suelo pélvico
El Chelsea ha dado pasos hacia la especialización absoluta para sus futbolistas. Cuentan con programas de movimiento diseñados de forma individual para cada fase menstrual en la que se encuentre cada jugadora. Y han incorporado al equipo técnico a un entrenador de suelo pélvico. «Es el epicentro de todo para una deportista. Todo se desarrolla en función de lo robusto que sea el suelo pélvico, por lo que influye para mover y estabilizar las caderas. Esos músculos controlan todo: desde orinar a dar a luz y activar la zona inferior del estómago para poder prosperar como deportista», continúa Hayes. También, como se ha explicado antes, para fortalecer una cadera que es, en muchos casos, el origen de las lesiones de ligamento cruzado anterior.
Miedema, una de las jugadoras que más está peleando por poner esta pandemia encima de la mesa, quiere que la investigación sea todavía más completa, abordando problemas extrínsecos como el aumento de partidos, que no solo afectan por número, sino porque son más físicos, más exigentes y con más contacto que nunca. «No es casualidad que Mead y Williamson se rompieran el cruzado justo después de la Eurocopa del pasado verano. Estuvieron bajo mucha presión para cumplir cada partido y volver enseguida a la temporada». Megan Rapinoe también apunta a la calidad de los equipos técnicos y las condiciones, con menores recursos para ellas en cuestión de viajes o en terrenos de juego, pues no todas pueden competir en césped natural.
Una lesión que no tiene fecha concreta de fin, aunque se estima entre seis y nueve meses, previo paso por el quirófano, rehabilitación, gimnasio; una recuperación lenta que afecta mucho a la parte mental por la carga de trabajo en solitario y fuera del grupo durante tanto tiempo. Y también porque puede producirse en varias ocasiones a lo largo de la carrera deportiva, por muy bien que se hagan las cosas. Según algunos estudios, existe un 40 % de probabilidades de volver a lesionarse en los siguientes cinco años. Megan Rapinoe sufrió la primera con 21 años, en la rodilla izquierda; todavía en la Universidad. Llegó el miedo de que, a lo mejor, su carrera terminaba antes de empezar; un año después, otra rotura, en la misma rodilla; y en 2015, ya con 30 años, la tercera lesión, en la rodilla derecha esta vez. Una pesadilla que las une a todas.
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