De la Fuente contra «los iluminados»: de la sencillez útil al ataque

No hubo una pregunta específica sobre la Liga de Naciones, su talla o historia, pero el seleccionador saltó en un derrote, sin citar al o los interpelados. Una norma habitual en el fútbol, hablar con sobreentendidos. Cualquiera puede estar de acuerdo en que el España-Países Bajos fue un partidazo, o que lo será el Francia-España del 5 de junio en la semifinal en Stuttgart, pero es evidente que la Liga de Naciones no tiene ni el peso ni la tradición de otros torneos como la Eurocopa o el Mundial.

Confluyen en esa confusión de teléfono escacharrao la jerarquía menor del torneo con la hegemonía indiscutible de las selecciones que participan.

El seleccionador lleva tiempo lanzando proclamas respecto a la autoestima general y el respeto que él entiende merece este equipo campeón de Europa. «Necesitamos querernos más como país», ha dicho más de una vez. «Tenemos un gran país y hay que ponerlo en valor», fue otra en Alemania.

Y la última, el 14 de marzo ante los medios valencianos que se interesaban por los jugadores locales en la selección, en concreto Gayá. «Es muy difícil entrar porque hay muy buenos futbolistas. Respetemos a este grupo, que es el vigente campeón de Europa y de la Liga de Naciones, entrar aquí no es fácil. Y eso demanda mucho trabajo, esfuerzo, capacidad y sacrificio».

Luis de la Fuente ha establecido un criterio deportivo que ha funcionado y un perímetro de seguridad con futbolistas a los que dirigió en la sub 21. Oyarzábal o Mikel Merino son el ejemplo. «Dos futbolistas que son valor seguro. Tienen un talento excepcional, madurez, siempre un rendimiento fiable y fuera del campo dan mucha templanza al grupo».

Es la fórmula de trabajo del seleccionador. Prefiere la teoría de las buenas personas que suman al colectivo en vez de estrellas con tal vez más talento o calidad. «Son los que están en mejor condición y también es una muestra de respeto a los campeones de Europa. Tiramos de estos jugadores que han hecho historia y de otros que aparecen y que harán que seamos más competitivos», contestó a ABC en la previa del partido con Holanda.

Desde la pasada Eurocopa de Alemania, el tono de Luis de la Fuente ha girado desde la humildad, el buenismo y la sencillez útil hacia una batería de mensajes con acento mordaz y en los que muestra la dentadura. Sigue llamando a los periodistas por su nombre, repite mantras que califican a sus jugadores como «insaciables», «los mejores del mundo» y similares, pero empieza a establecer distancias.

Lo hizo con Luis Enrique, el anterior seleccionador. «No puedes ir contra las cosas ciertas. Estoy muy tranquilo. Pero si estuviera agrandado también me lo habría ganado. Otros tirarían de carisma, pero yo soy humilde, educado... y ahí voy a parar», aseguró después del partido contra Serbia en Córdoba y ante la pregunta de si estaba 'agrandado'.

A De la Fuente lo acompaña en cada rueda de prensa, y ofrece muchas en cada ventana de selecciones, el psicólogo y exportero Javier López Vallejo, inseparable para el técnico y de quien se fía cien por cien a la hora de la preparación mental y el tipo de anuncios que debe transmitir a través de las preguntas de los medios. De la Fuente rara vez se calienta, mantiene una educación y composturas infinitas y por eso llamó la atención el fogonazo a los iluminados sin nombre.