Fútbol
El español que entrenó al Kairat
Champions League
Carlos Alós, que procede de las escuelas del Barça, dirigió al equipo kazajo al que visita el Real Madrid
El Real Madrid se queda sin laterales derechos tras la lesión de Carvajal, que ve peligrar el Clásico ante el Barcelona
Carlos Alós, ahora como seleccionador de Bielorrusia
En el sorteo de la Champions el nombre del Kairat Almaty era la opción más exótica, un club que solo estaba asociado a una distancia enorme con el corazón de la Europa clásica y cuya relevancia iba a ser, precisamente, su tremenda lejanía, y ... hacia allí viaja ahora el Real Madrid. Pero detrás de un equipo que juega la competición más importante de clubes del mundo siempre hay una historia más que desgranar.
Lo sabe Carlos Alós, un nómada de los banquillos, que pasó de dirigir escuelas internacionales del Barcelona a Polonia y de ahí a Kazajstán. Le llamó la federación para intentar subir el nivel de las categorías inferiores del país y allí empezó a trabajar con un país que es a la vez europeo y centroasiático. «Entre las fortalezas me encontré un país con ganas de mejorar, de invertir, porque es un país que invierte bastante. Se veía las ganas de integrarse en el fútbol europeo, tanto en la liga como en ir subiendo el nivel de la selección, invirtiendo en instalaciones deportivas, llevando extranjeros, tenían una mentalidad muy abierta», rememora el de Tortosa.
Su labor tuvo buena acogida, tanto que el Kairat, uno de los equipos grandes del país, llamó a su puerta en 2017. Almaty, la ciudad a la que llegaba, había dejado de ser la capital. Kazajstán estaba cambiando. «El Kairat es un club aparte del resto, porque es el único que no vive de la financiación del estado, sino de su propietario», cuenta. Qairat Boranbaev, que así se llama el dueño, venía del negocio de los hidrocarburos y su dinero se nota en la institución.
«El club tiene dos ciudades deportivas, me sorprendió mucho al llegar. Te diría que cuando yo estaba había muy pocas ciudades deportivas en España como la que tiene el Kairat para el primer equipo. Yo venía de trabajar en las escuelas del Barcelona y conocía un poco las instalaciones, que no eran mejores que las de Almaty. Cuando decía que era mejor que la mayoría de España decían que estaba loco, pero es que era así», remarca. El club disponía de un avión privado para sus desplazamientos.
El estadio es algo más viejo, pero siempre bien cuidado. El problema no debería ser el césped, sobre todo evitado el invierno de la estepa asiática: «El clima en Almaty es mejor que en Astaná, la capital, pero el campo del Kairat no está cubierto y si este partido fuese en noviembre o diciembre las condiciones serían muy severas, porque no hay calefacción en el césped y no está techado».
Entiende Alós que el principal problema del Madrid sea la distancia, pues lo ha sufrido en sus propias carnes. Fue campeón de Copa y tuvo que jugar tres previas europeas, la primera de ellas le llevó a Andorra. «Es un viaje muy complicado y además allí la liga no para, los trayectos se hacen larguísimos y luego pagabas la factura. Nuestro avión no podía llegar directo, así que tuvimos que hacer dos conexiones, llegar a Barcelona, luego ir a Andorra…».
Y, por si eso fuese poco, para la mayoría de los equipos también es un problema la altura, pues Almaty se asienta a casi 900 metros sobre el nivel del mar, 300 más que Madrid.
La peripecia vital de Alós le ha llevado en los últimos años a ser el seleccionador de Bielorrusia -con todo lo que ello conlleva- y en su equipo sigue teniendo contacto con el equipo kazajo, pues dos jugadores del conjunto militan en el Kairat. «Estuvimos hablando con ellos en la última ventana de selecciones y están muy ilusionados, para ellos jugar contra el Madrid es algo muy grande y se van a encontrar un campo en buenas condiciones, llenísimo y con una afición que aprieta mucho. Aunque la diferencia de nivel es clara creo que no va a ser fácil para el Madrid», dice.
La fuerza del fútbol base
Es habitual ver jugadores bielorrusos en el equipo, forma parte del mercado tradicional del club: «Tienen una primera mirada en Rusia y Bielorrusia, por el idioma, y luego mucha tradición de jugadores brasileños, que mandan frecuentemente gente allí a hacer seguimientos. Su mayor fuerza, en todo caso, es el fútbol base, porque tienen muy buena ciudad deportiva. Recientemente el Chelsea ha pagado cinco millones por Saptaev y están esperando a que sea mayor de edad para que pueda viajar a Inglaterra. Casi todos los mejores jugadores del país han salido de la academia del Kairat», cuenta.
Saptaev es el hombre a seguir, aunque solo tiene 17 años, pero será clave para un equipo que cuando viaja por el mundo tiene que transformarse: «Ya nos pasaba a nosotros, es un equipo que juega totalmente distinto en liga y en competición extranjera. Allí son un equipo top y son muy ofensivos, pero cuando llegan los partidos europeos saben que no pueden jugar igual y compiten con otras armas. Les vi los partidos contra el Celtic y se armaron mucho a nivel defensivo, con mucho trabajo y dos o tres jugadores para las transiciones, Saptaev y los brasileños. Los bielorrusos que tengo en la selección Martynovich y Gromynko, aportan bastante calidad».
Alós dejó tras un año y medio el Kairat, pero sigue vigilándolo de cerca. Contribuyó a que el club fuese más profesional, con ayuda también de César Arzo, jugador español que militó en el equipo. Aunque el central español tiene una larga carrera en España, no es su nombre el que más llama la atención de aquel plantel, pues a las órdenes de Carlos Alós también estaba una estrella como Arshavin.
Fue la última época del ruso, esa en la que una vez llegó a salir a caballo de una discoteca. Alós ríe: «Es muy especial dentro y fuera del campo, pero me sorprendió mucho. Yo le recordaba como todos los aficionados de su época del Arsenal, donde era un jugador eléctrico, pero cuando llegó era mucho más que un extremo, interpretaba el fútbol muy bien tácticamente, era muy listo y muy competitivo. Nunca tuvimos un problema con él y fue mucho más profesional de lo que aparentaba fuera, aunque es verdad que su vida era un poco desordenada».