La venganza del Real Madrid
La euforia de Cruyff por el 5-0 conseguido en el Camp Nou tan sólo duro un año. El Madrid se sacó con creces la espinita clavada el año anterior, endosándole cinco «chirlos» a un «dream team» que estaba descomponiéndose y que acabo cuarto ... a nueve puntos del Real. «El equipo blanco, arropado por más de cien mil personas que abarrotaron el Bernabéu, arrolló a su rival con una goleada que pudo ser mayor», rezaba ABC en su portada, junto a una fotografía de Raúl y Amavisca abrazados tras el quinto.
Un Raúl que había debutado en el primer equipo hacía menos de tres meses, con tan sólo 17 años y «sobrado de talento» que le convertirá en la figura del fútbol que ha sido. Pero aquel encuentro no era el del 7, sino el de un Zamorano que se convirtió en el héroe del día al conseguir tres tantos.
Toda España estuvo pendiente de un partido que había levantado mucha expectación y que olía a revancha, como bien señaló, con la victoria en el bolsillo, un eufórico Jorge Valdano, entrenador del Madrid aquel año, hoy director deportivo: «Creo que hoy nadie se hubiera contentado con un cuatro a cero. No sólo nos pedían que ganáramos, sino que consiguiéramos el 5-0. Había jugadores a los que aún les dolía lo del año pasado y en este nivel una humillación de este tipo requiere un ansia de revancha del mismo nivel ». Así fue… como pudieron disfrutar 110.000 hinchas.
El Real Madrid dio una lección de inteligencia, jugando con «heladora precisión en un escenario inflamado», ensanchando hasta el infinito la profundidad de las bandas, con pases largos y cruzados de Hierro , con un Milla que se convirtió rápido en el centro de referencia, con un Laudrup –fichado del eterno rival ese mismo año y viviendo cada una de las goleadas en ambos equipos– astuto y, sobre todo, un Zamorano lleno de intuición.
Superioridad constante todo el partido
El delantero chileno dio soltura a su equipo con el primer gol en el minuto cinco, alcanzando desde hay un nivel, «sin altibajos», que presagiaba la humillación azulgrana: «No hubo fases –comentaba en rueda de prensa Valdano–, nuestra superioridad fue constante a lo largo del partido. El equipo fue muy serio en la presión, estuvo muy metido en el partido y no hubo distracciones».
El Barça no tiró a puerta hasta el minuto 49, y fue un disparo sin peligro de Koeman en una falta que no causo el más mínimo problema para un Buyo de 37 años que se retiraría dos años después. Un Koeman que “dejó su impronta mezquina” al arrollar a Milla ya con el 3-0, «con ciego espíritu vengativo».
Y después llegaron los otro dos del Chileno, uno de Luis Enrique –el jugador de garra que terminaría siendo buque insignia del Barcelona poco después– en el minuto 68, y un último del «omnipresente» Amavisca dos minutos después, celebrando el fin de fiesta.
Un Cruyff afectado , que no ahorraba halagos hacía sus jugadores un año antes, se despachaba a gusto con ellos esta vez, «eludiendo culpas» ante semejante humillación. El «dream team» ya no hacía soñar: «No sé si es el final de una era. Depende de ellos –aseguraba el entrenador holandés–. Hoy no había solución, como no me pusiera yo de corto y saliera a jugar. No sé ¿qué quieres que hiciera?».
El resumen estaba claro: « Unos, los del Madrid, tenían la ilusión que le faltó a los otros, los del Barcelona, y por ahí vino la gran paliza, la ansiada revancha ».
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