Todo irá bien

Volver a veros

El Barcelona es una modelo joven en su primera pasarela; muestra la luminosa alegría de su despliegue

20/03/2022 a las 23:11h.

En su primera temporada como presidente, 2003-2004, Laporta perdió en diciembre el Clásico en Barcelona y lo ganó en abril en el Bernabéu. Se encontró a un Barça decaído y sin propósito; empezó a construirlo con Rijkaard y en primavera ya daba sus frutos, ... aunque no llegó a tiempo de ganar ningún título. Pero algo hermoso empezaba a gestarse y la victoria en Madrid fue la confirmación de que una nueva era empezaba. Su segunda presidencia empezó en el último tramo de la temporada pasada, con Covid, con Ronald Koeman y en bancarrota. Echamos a Messi, nos echaron de la Champions y palmamos en octubre contra el eterno rival en el Camp Nou. Fichamos a Xavi y a unos inesperados, desconocidos y brillantes jovenzuelos invernales, y como en su primera temporada Laporta llegaba ayer a la capital -«ganas de volver a veros»- con un proyecto futbolístico emocionante, pero aún en construcción y pendiente de confirmarse en significativas victorias contra los grandes. Y fue un regreso total: el de Jan como presidente, el de Xavi como entrenador, el de Aubameyang al fútbol -estaba apartado en su anterior club- y el de un Barça que vuelve a disfrutar y a deslumbrar hasta a sus rivales.

Este equipo es una modelo joven en su primera pasarela: la luminosa alegría de su despliegue; y el Madrid tiene mucho de actriz asentada con mala leche y tablas, y compensa su veteranía con clase, la administración inteligente de recursos y creando peligro en cada una de sus acciones. La mezcla de ambas virtudes dio un principio de partido eléctrico, equilibrado, digno del mejor espectáculo del mundo que solía ser el Clásico, pero poco a poco se fue decantando en favor de la juventud hasta convertirse en un monólogo de esplendor debutante. Más allá del tremendo resultado es indispensable, para que el fútbol y el negocio del Clásico vuelvan a funcionar como antes, que lleguen Mbappé y Haaland.

En la misma línea, lo mejor de anoche para el Barça fue que demostró estar ya en otra pantalla y que no necesita la nostalgia; y que Javier Tebas actúa de manifiesta mala fe haciendo chantaje emocional con un hipotético retorno de Messi, un señor de la tercera edad futbolística, tal como es tercermundismo empresarial la concepción localista del fútbol que el presidente de la Liga y el de la UEFA defienden para aferrarse a sus cargos aunque destruyan el fútbol. Si ayer Messi hubiera jugado, el equipo no habría crecido en su nueva y prometedora identidad, y todavía sería esclavo del renqueante y carísimo declive de su estrella fundida; que es lo que exactamente le pasará al fútbol español si sigue cautivo del citado Tebas y de su concepto feudal, empobrecedor y mezquino del fútbol y de la vida.

Pocas veces la realidad ayuda de un modo tan elocuente a la metáfora, y lo que ayer sucedió fue tan importante como lo que significaba. Que Xavi con una banda de jugadores prácticamente descartados antes de que él llegara -o de que llegaran a él- haya conseguido esta imponente maquinaria es de un mérito único en el fútbol. Pep tuvo a Messi, a Iniesta y al propio Xavi. En cambio, todo lo que tiene Xavi, él mismo se lo ha creado y por lo tanto la autoestima es justa y razonable. Pero para evitar un exceso de euforia, siempre folklórica, siempre provinciana, hay que recordar que salvo improbable naufragio esta Liga se quedará en el Bernabéu y que durante la era Messi -y la era Laporta, Inesta y Xavi- el Real Madrid amplió la distancia en la Champions League con el Barcelona.