Primer paseíllo de Cesc

Es cierto que jugó en 2004 un partido con Cataluña, un amistoso de esos tan festivos con la selección de Brasil como invitada de honor. Es cierto que ha estado en numerosas ocasiones en la grada, animando a sus amigos del recreo, imaginando el camino de regreso porque nunca ha olvidado al Barça. Pero es cierto también que nunca había estado en un encuentro oficial, gafado en la pasada edición de la Liga de Campeones porque en la ida vio una amarilla que le impedía estar en la vuelta y para colmo se lesionó al ejecutar el penalti que significa el empate en Londres. Hoy, con toda probabilidad, será titular y le entregará el banderín como capitán a su amigo Xavi , especialmente emotivo el momento del saludo porque abrazará a compañeros que superan el límite de la amistad como Piqué.

Cesc llega a tiempo, ausente en los últimos compromisos y privado de la final de la Carling por una lesión muscular, emocionado aunque no quiera explayarse cuando habla de sus sentimientos. En su palabrería recurrente, buenas palabras para demostrar que su profesionalidad está por encima de todo, lanza una amenaza al entorno azulgrana. «Es un partido muy grande para el equipo, no se juega cada día, y es una eliminatoria que se puede considerar una final o una semifinal» , repitió hasta la saciedad, resignado al saber que esta noche no tocará tanto la pelota como de costumbre porque el Barcelona suele secuestrarla: «No estamos acostumbrados a eso, pero debemos ser nosotros mismos y jugar a nuestro fútbol».

El pasado verano, se daba por hecho su fichaje por el Barcelona , pero Sandro Rosell se encontró con una caja fuerte menos llena de lo que se pensaba y las exigencias del Arsenal, que le cameló con la promesa de Wenger de dejarle salir si aguantaba un año más, resultaban inalcanzables. Hoy se estrena, hoy da el primer paseíllo en su campo.