Neurociencia para ganar la final por penaltis

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La de la Champions será la tercera final que afronte el Liverpool en 2022. Las dos anteriores, Carabao Cup y Copa inglesa , las acabó ganando en los penaltis, ambas al Chelsea. En la primera de ellas hicieron falta 22 lanzamientos antes de que Kepa, guardameta de los 'blues', errara el suyo. Ningún jugador del Liverpool falló. Hace solo unos días, el equipo del Mersey volvía a llevarse el trofeo de la Copa tras una tanda de siete lanzamientos y un solo error, el de Sadio Mané. Detrás de ese extraordinario porcentaje Jurgen Klopp ve la mano de Neuro11, a quien ordenó analizar y fortalecer la actividad cerebral de sus jugadores para mejorar su desempeño en los momentos clave de los partidos, en especial los que están relacionados con las jugadas a balón parado. «Han tenido un impacto increíble en nuestro día a día», decía el propio Klopp el pasado mes de marzo para explicar la influencia de este sistema en su equipo. «Tratan de que los jugadores implicados en las jugadas a balón parado adopten la mentalidad correcta. No solo son los penaltis, sino que trabajan en otros muchos posibles escenarios: saques de esquina, faltas directas, centros... Cualquiera de nuestros jugadores que vaya a participar en una de esas jugadas trabaja con ellos. Ahora podemos entrenar específicamente las habilidades mentales y de precisión de tiro de nuestros jugadores directamente en el campo, de una manera que no era posible hasta ahora». Klopp decidió apostar por este método justo después de conocer la intención de la FIFA y la UEFA de finiquitar la regla del valor doble de los goles conseguidos fuera de casa. Anticipó el futuro y se decidió a actuar en consecuencia.

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Neuro11 trabaja el 'Brain Data'. Lo mide y analiza todo a partir de una evidencia científica que asegura que los jugadores toman mejores decisiones cuando no tienen que pensar en ellas. Es decir, se equivocan menos cuando actúan de forma natural. A partir de esa premisa, la neurociencia puede trabajar en mejorar dicha toma de decisiones creando rutinas a nivel inconsciente y ayudando a generar las emociones necesarias que lo faciliten.

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Todo parte de lo que registran los sensores, conectados a través de electrodos con varias áreas del cerebro que participan en esa toma de decisiones. Gracias a los datos recopilados pueden saber, entre otras muchas cosas, el estado emocional del jugador, su nivel de concentración y el modo natural que tiene cada uno de golpear al balón, mirar o correr. Si detectan temor o dudas, falta de foco, o si advierten de que un determinado jugador realiza cualquiera de esas acciones de una forma no idónea, empiezan a trabajar en la forma de corregirlo a través de entrenamiento mental, compuesto principalmente por visualizaciones y repeticiones hasta crear un hábito. Cuanto más se trabaja en ese hábito, más cerca estará el jugador de realizar la nueva acción de forma natural y, por tanto, óptima. Los números avalan el método. Más allá de las dos finales ganadas por penaltis, el Liverpool se ha convertido este año en el equipo de la Premier que más goles ha hecho a balón parado (9) y el segundo en tantos marcados después de un saque de esquina.

Neuro11 nació del propio proyecto de investigación de Hausler en la Universidad de Bonn, y fue financiado por el propio Gobierno alemán con fondos de la Unión Europea. Convertirlo en un negocio fue idea de Patrick Hantschke , un exjugador de las ligas regionales alemanas, que demostró una mayor destreza en la gestión empresarial que con el balón en los pies. Hoy ofrecen sus servicios a deportistas y clubes de élite, y no solo relacionados con el fútbol. Aseguran que su método es igual de válido en deportes como el baloncesto, el golf o el atletismo.

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