Los mineros del Schalke, en un pozo sin salida

Heredero del Westfalia Schalke fundado por un grupo de estudiantes, el Schalke 04 nació como tal en 1924 y no tardó en convertirse en orgullo de Gelsenkirchen , la ciudad más importante de Europa a principios del siglo XX en cuanto a minería del carbón se refiere. Una época en la que llegó a ser conocida como la «ciudad de los mil fuegos» debido a la gran cantidad de columnas de humo que se veían sobre ella, una actividad inexistente ahora porque la última mina cerró en 2000. Nadie entra ya en los pozos, ya no hay ruido de martillos y solo el silencio retumba en las galerías, pero los antiguos trabajadores y sus descendientes afirman con orgullo que «e l Schalke sigue siendo el equipo de los mineros . Da igual de donde sean. Si hay un minero en Alemania, ese es del Schalke».

Al abrigo de aquella floreciente industria del carbón, el Schalke aceleró su palmarés y disparó el apoyo social de una hinchada que, sorprendentemente, hace figurar a su equipo entre los diez de todo el mundo con mayor número de socios . Más de 160.000 afiliados que llevan esperando meses un triunfo de «su Schalke». El último se remonta a hace ya casi un año, al pasado 17 de enero, cuando venció al Monchengladbach (2-0). El estallido de la pandemia y la interrupción de la Bundesliga terminaron provocando el apagón y el equipo no consigue encontrar la salida del túnel. El sábado, en el regreso de la Bundesliga, perdió ante el Hertha y ya suma 30 encuentros seguidos de liga sin victorias . Está a uno de algo que parecía imposible: igualar el récord negativo del fútbol alemán que acompaña al Tasmania Berlín desde la temporada 1965-66 (31 partidos).

La crisis es casi tan profunda como las minas a los que descendían los trabajadores que animan al equipo. El Schalke no encuentra la solución mirando a una cantera que históricamente ha nutrido a su equipo de futbolistas que se han convertido en estrellas. En la «Die Knappenschmiede» (la forja de los mineros) crecieron talentos como el guardameta Manuel Neuer o el centrocampista Leon Goretzka , compañeros ahora en el Bayern. La lista es interminable y si se juntasen todos en una plantilla sería casi invencible. Repasando la nómina aparecen otros jugadores de renombre mundial como Draxler (PSG) o Leroy Sané (Manchester City).

Campeón de liga por última vez en 1958, en el campo de fútbol las cosas no funcionan porque la fábrica de la cantera parece agotada y el recurso de los fichajes no da resultado en los últimos años. En el dramático momento que vive el Schalke también aparecen motivos económicos e institucionales. El Schalke terminó el año fiscal 2018-19 con una deuda de 200 millones de euros , cantidad que ha aumentado en los últimos meses por la falta de ingresos derivada del Covid, aunque su hinchada no llega a entender que un club que se ha embolsado cientos de millones con traspasos se encuentre ahora en una situación agónica. El caos es tal que en los primeros días de la pandemia el estado federado de Renania del Norte-Westfalia se vio obligado a avalar a los mineros por 30 millones de euros .

No solo el horizonte deportivo y económico corren peligro. Las viejas fórmulas sociales también han cambiado para disgusto de su orgullosa parroquia minera. Una hinchada que siempre ha asociado a su club con valores como la solidaridad, el compañerismo y la lealtad. Palabras huecas tras el despido de más de una veintena de chóferes de la academia del Schalke, la mayoría de ellos aficionados jubilados que cobraban 450 euros al mes por llevar a los jugadores jóvenes a los entrenamientos si sus padres no podían hacerlo.

Los hinchas apuntan directamente a la mala gestión de los dirigentes que una entidad que en junio vio la salida del multimillonario Clemens Tonnies, su presidente durante los últimos 19 años. Unas declaraciones a principio de temporada que fueron calificadas de racistas y un contagio por coronavirus en uno de las empresas cárnicas de su propiedad acabaron acelerando esa marcha.

No ha sido la única salida en un equipo que ya suma cuatro técnicos a lo largo de esta temporada. David Wagner comenzó en el banquillo, siendo reemplazado tras los dos primeros partidos. Manuel Baum , su sucesor, no enderezó el rumbo y el Schalke recurrió antes del parón navideño al salvavidas de Huub St evens, el técnico de 67 años que dirigió al equipo entre 1996 y 2002 ganando una Copa de la UEFA y dos copas alemanas. Una estancia pasajera porque el suizo Christian Groos tomó el relevo antes de fin de año. Este sábado se estrenó en Berlín con derrota ante el Hertha (3-0), un nuevo paso hacia el abismo del Schalke. Los «mineros» y su desconcertada hinchada ven cada más complicado evitar caer a segunda división, una categoría de la que salieron en 1991.