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LIGA BBVA

Real Madrid, un triunfo de equipo

Los de Mourinho derrotan de forma magistral al Racing

Real Madrid, un triunfo de equipo AFP

JOSÉ MANUEL CUÉLLAR

Estaban contentísimos los amantes del juego fino, de toque y elegancia sublime. Por fin, Mourinho iba a poner a un jugón, Granero, al lado de Xabi Alonso , en vez del clásico devorador de balones, de fútbol tosco y grosero. Y no jugaba Cristiano, que tiene su miga también. Cuando no está el portugués el equipo se asocia más y mejor (ya sucedió el año pasado). Es un asunto que probablemente viene de las características del juego de Cristiano. Con él en el campo cuando le llega el balón se lo juega casi todo, asi que los compañeros ya saben que para qué se van a acercar si les va a dar poca bola.

Así que lo que pierde en individualidad (mucho), lo gana en colectividad (mucho). Con independencia de los aspectos previos, lo cierto es que el Madrid salió como si el Racing le de biese dinero. Un vendaval que arrasó El Sardinero desde el primer instante. Mourinho fue valiente: en vez de colocar a Granero al lado de Xabi Alonso, salió en rombo , Granero en el carril del ocho, Di María en el del diez y con Ozil en el otro vértice del rombo. Todos muy juntos, todos tocando y el mismo instrumento: un violín muy bien afinado. El Racing intentaba llegar a la presión, pero las líneas del rival estaban tan cerca que con toque tras toque les superaban con facilidad. En cuanto el balón llegó a Ozil, aquello fue un concierto de Mozart, sin un desliz.

Hambrientos de fútbol

Ozil es punto y aparte. Tiene 22 años y no se le nota . Todo lo hace bien, con facilidad, con suavidad, sin estridencias, tiene seda en su fútbol y el juego se desliza a través de sus botas. Cada balón que tocó fue una maravilla que se clavó en el alma del Racing. Los de Marcelino no tuvieron otra que refugiarse y esperar a que pasase el chaparrón. Pero no pasó.

El Madrid, hambriento de juego festivalero y lleno de alegría, se le echó encima y le creó una ocasión cada tres minutos: paradas de Toño, dos palos ( Xabi Alonso y Benzema ), y multitud de ocasiones hasta que una obra maestra de Ozil, con cuatro paredes consecutivas acabó en un gol de fútbol sala, una obra de arte pintada por el zurdo turco-alemán. En dos minutos más el Madrid medio sentenció el partido con un pase insólito de Ozil, con el exterior (a lo Manolo Velázquez) entre veinte piernas. El balón pasó con precisión milimétrica para llegar perfecto a Benzema, que no perdonó.

Era el mejor fútbol que había realizado el Madrid en toda la temporada, no solo era profundo y letal, sino también estético, que es algo que no siempre consiguen los blancos. El Racing se fue al vestuario vapuleado y con los ojos morados pero incluso dando gracias a las alturas porque le podía haber caído la del pulpo. Viendo lo que había podía estar satisfecho porque estaba a un gol de meterse en el partido.

Pudo suceder en una jugada invidual de Giovani que acabó en penalti. Pero Casillas se lo paró a Pinillos, que lo tiró como un abuelillo. No obstante, el partido había cambiado. El Madrid se relajó en exceso y el Racing vio luz . Marcó Kennedy en un buen pase interior y los de Mou se quedaron con los ojos como platos. Se pudo haber metido el Madrid en un laberinto pero llegó Benzema y metió un gol definitivo de calidad. Punto y final.

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