Welbeck castiga la falta de ambición de España

El atasco en la zona ancha impedía a España hilvanar jugadas, mientras los británicos se limitaban a esperar el fallo del rival para salir con velocidad a la contra . En una de esas, Domínguez comprometió a De Gea con una cesión que Welbeck estuvo a punto de convertir en gol. El susto apocó a los españoles, que no encontraban la manera de superar la presión de los de blanco. Con el único recurso ofensivo de Adrián, el balón en largo tampoco era una solución, aunque fue así como se fraguó la ventaja española. Un lanzamiento en profundidad despejado por la defensa acabó con el balón en saque de esquina. Desde allí, Thiago acarició la bola, Javi Martínez la prolongó de cabeza desde el punto de penalti y Ander, muy atengo al segundo palo, la envió a las redes con un remate que no quedó muy claro si fue con la mano o con la cabeza.

Sea como fuere, lo cierto es que el tanto obligó a los ingleses a cambiar de táctica, dejando muchos espacios entre líneas. Por ahí se movieron con acierto Mata y Thiago, cuyos destellos de calidad no encontraban su prolongación en las cercanías del área. Se echó de menos la profundidad de Capel o Muniaín, ya que Jeffren, el único hombre puro de banda que Milla situó en el once titular, no estuvo demasiado acertado en el uno contra uno. Las dudas españolas fueron dejando paso a la ambición de los de Pearce, que poco a poco se fueron acercando al área de De Gea . Walker, un puñal por la derecha, amargó la tarde a Dídac, y de sus botas llegó la jugada de mayor peligro inglés, con un centro que Sturridge tocó con la puntera y que el guardameta del Atlético de Madrid envió con fortuna a saque de esquina.

No varió la filosofía de la selección tras el paso por los vestuarios, pero el juego de toque seguía sin encontrar la forma de llegar con peligro al área rival. Debió de pensar Milla que la necesidad de ir a por el gol debía ser del rival, porque optó por quitar a su único delantero en el campo para dar entrada a otro hombre de toque como Parejo. La entrada del ex madridista acentuó el dominio rojo sobre el césped, pero al mismo tiempo dejó en evidencia la ausencia de pegada. Esa falta de ambición acabó pasándole factura a la selección, que se encontró con un gol en contra cuando menos lo esperaba. Una internada de Walker, el mejor de los ingleses, puso el balón en bandeja a Welbeck. El delantero, que debía haber sido expulsado por doble amarilla, recibió en fuera de juego y batió por bajo a De Gea, complicando el pase a semifinales de la selección, que ahora deberá puntuar frente a la República Checa.