estrellas | grupo b
Mesut Özil, el mago del balón
Pese a su timidez, sus genialidades sobre el césped le han convertido en el referente y la estrella de su selección
javier bragado
Sin balón, Mesut Özil habría pasado inadvertido. Sin su calidad innata y trabajada durante las horas de ocio de su infancia probablemente se habría refugiado en su carácter reservado y su familia. Pero Özil era un enamorado del balón y de los trucos ... que veía en su televisión.
Como su ídolo Zidane pasó mucho tiempo perfeccionando su pericia con la zurda en solitario o con sus amigos en la ya célebre cancha que su pandilla bautizó como la Affenkäfig (jaula de los monos), en la que aprendió a driblar en espacios reducidos por las verjas que cercaban el campo de fútbol.
El pequeño Özil fue pasando etapas en los diferentes equipos del barrio de Bulmke en el que se crió. «Mi infancia fue muy bonita. La disfruté mucho. Mi familia me dio todo lo que necesitaba siempre», suele repetir el alemán que vivió la transición de su tierra hacia la época postindustrial. Nieto de turcos, tampoco recuerda ataques xenófobos en el sureste de Gelsenkirchen a pesar de sus perennes problemas para expresarse en alemán o en el idioma de sus abuelos.
En las filas del Westfalia 04 y del Falke despuntó hasta el punto de que un equipo de una localidad cercana, el Rot-Weiss Essen, le incorporó a sus filas. Por entonces ya había enfocado su carrera hacia el fútbol con su padre, Mustafá, como principal crítico y consejero. El ascenso con el equipo renano y los informes de su paso por los viveros del fútbol germano le catapultaron al gran equipo de la localidad: el Schalke 04.
Tenía 16 años y ya había decidido abrazar la nacionalidad alemana cuando le convocaron para el equipo sub-19. Pero su idilio con el equipo de los mineros duró poco porque tras no llegar a un acuerdo para renovar su contrato fue traspasado al Werder Bremen en el mercado de invierno de 2008.
En la ciudad del noroeste de Alemania apuntaló sus primeros pasos de estrella. Amparado por el juego alegre de Thomas Schaaf brilló como timón del ataque de su equipo. Creció a la sombra del brasileño Diego pero su zurda y su manera de sortear a los contrarios le valieron el sobrenombre de Messi entre sus compañeros y la convocatoria para la selección absoluta, su sueño de la infancia. De allí saltó a la élite del fútbol mundial con el brillante juego de la Mannschaft en el Mundial de Sudáfrica.
Tras su magnífica presencia en el escaparate internacional los grandes clubes decidieron acercarse a él. Estuvo cerca de fichar por el Barcelona pero finalmente Mourinho le convenció para engrosar la nueva generación de galácticos de Florentino Pérez cuando sumaba únicamente 21 años.
En la capital de España ha sumado su última etapa, una en la que ha debido compartir focos con superestrellas y le ha facilitado sus deseos de mantener una vida reservada. A pesar de los rumores sobre su vida nocturna, Özil ha tratado de huir del estereotipo de galáctico. «Ha cambiado mucho desde que llegó a Madrid» , argumentó su exnovia Anna-Maria Lagerblom tras cinco meses en la capital española.
Sin embargo, el alemán asegura que prefiere la vida familiar aunque de vez en cuando viaje a Mallorca y compre calzado con adicción. Elegida la discreción hasta el punto de volar en clase turista, mira los precios antes de comprar en tiendas no excesivamente caras y recita versos del Corán antes de cada partido.
Aunque sostiene que se ha aplicado con sus lecciones de español pocas veces se atreve con el idioma de Cervantes y no se separa de Khedira , su principal enlace con el vestuario y sus preferencias musicales se concentran en el hip hop y el pop en turco y alemán. A pesar de su irregular campaña en el Madrid, Joachim Löw le mantendrá como uno de sus puntales. Según el técnico alemán siempre puede confiar en «sus momentos geniales».
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